La vida solía pasar con rapidez frente a mis ojos, siempre creí que quería más tiempo, pero el tiempo aquí solo me había traído sufrimientos, ahora solo quería irme.Estaba de nuevo sentada frente a esa psicóloga de pacotilla, charlatana y estúpida que solo me había hecho llorar en mi sesión anterior y ahora que el reino estaba intentando levantarse luego de la "visita preventiva" de Kilag le había dicho a mi padre que necesitaba verla, era una ridícula, no necesitaba verla, no necesitaba nada, incluso esos ridículos que se decían mis amigos habían decidido quedarse para el funeral de mi madre, uno que iba a realizarse está noche, primero recorriendo el reino para terminar en una bella cascada donde se daría un discurso en su honor.
—Stella— me llama de nuevo, pero no había podido pronunciar palabra luego de lo que pasó, no había ni siquiera podido volver a llorar luego de eso, parecía que un agujero negro se había instalado en mi pecho y estaba tragándose todo lo que sentía —¿Quieres hablar al respecto?
No, mis oídos tenían estática y su voz se escuchaba distorsionada, maldita patética, si hubiera aguantado un poco más, Kilag no habría podido escapar y mi madre seguiría viva.
—¿Por qué no hablamos de tus amigos?— me puse de pie molesta, caminando de vuelta a mi habitación y dando un portazo detrás de mi, sabía que lo inevitable se acercaba, ¿Pero cómo podía tomarlo con calma? ¿Cómo podía si quiera pensar que iba a lograrlo si la única que sabía cómo derrotar a kilag había muerto?
—Stella— escuché la voz de mi papá afuera, pero no me sentía con ánimos de escuchar, no me sentía con ánimos ni de sentir —Entiendo que no quieras escuchar, pero...— se calla a si mismo soltando un suspiro —Solo alístate, el funeral de tu madre será pronto.
No supe cuánto tiempo había pasado en esa tina, pero el agua estaba helada y las damas de compañía la habían puesto caliente, escuché que una de ellas entraba al baño, seguramente para asegurarse que aún vivía, pero yo ya había dejado de vivir, no quería seguir andando en ese mundo en el que todos me estaban observando, en el que tenía un rol que cumplir, el mundo se había vuelto demasiado bullicioso para mí.
Me tuvieron que sacar casi a rastras de la bañera porque mi mente parecía estar apagada, haber dejado de trabajar de la manera en la que lo hacía y solo escuchaba el resonar de sus voces como un eco lejano que no significaba nada, oía, pero no escuchaba.
Sentí como me vestían y como cepillaban mi cabello, las veía hablar entre ellas preocupadas, colocarme maquillaje y luego observar que no parecía un cadáver andante, claro que les había sido difícil, pues no había cooperado nada, no siquiera para quejarme por los rulos que habían hecho en mi cabello o lo ridículo que era maquillarme para un funeral, incluso me pareció ridículo que siguieran aquí después de terminar.
—Princesa— me llamo una de ellas y la estática redujo considerablemente, como llevándome a superficie —Es hora.
Caminé entre los pasillos con ellas detrás, ¿Era posible vivir muriendo? Porque así me sentía, muerta en vida, no podía gritar, no podía llorar, incluso ya ni siquiera me sentía enojada, solo había dejado de sentir. Me encontré a los demás abajo, sentí sus miradas analizarme, pero no me sentía con ánimos de escuchar, de pelear, pase por su lado caminando a la carroza que me guiaría por el pueblo llevando el cuerpo de mi madre una carroza delante, había perdido noción de tiempo, del recorrido, solo era conciente que ahora nos encontrábamos frente a la cascada favorita de mi mamá, aquella donde había conocido a mi papá y de nuevo me permití sentir.
—Luna era una mujer extraordinaria— la voz de mi padre inunda mis oídos —Siempre lograba iluminar mi camino con una sonrisa y jamás perdió la esperanza de encontrar a nuestra hija, Luna era simplemente luz— sonríe nostálgico mirando un lugar en particular —No se como decir adiós, para alguien que estuvo conmigo toda mi vida, pero se que ella era de esas personas que agradecerían enormemente que su memoria fuera honrada— su sonrisa se transforma en una mueca triste —Luna, bien o mal, siempre hemos estado en la vida del otro, tengo miedo de como será mi vida sin ti, me preguntó cómo podré continuar, pero veo en los ojos de nuestra hija y te veo a ti, puedo prometer muchas cosas, pero la más grande que podré decir es que me aseguraré que ella esté bien, lo prometo— su mirada regresa a la gente frente a él que lo mira con atención —Ahora que la reina se ha ido, debemos levantar la cara solarianos, debemos hacer que su sacrificio valga la pena, debemos honrar su memoria— suelta un suspiro mirándome —Conocí a Luna más de lo que podía conocerme a mi— la multitud guarda silencio y me pregunto cómo son capaces de mantener tal silencio —Era dulce, gentil, le preocupaban las pequeñas cosas y yo...— aparta la mirada por primera vez y escucho un ligero brote de nervios en su voz —Yo no pude salvarla— mis ojos vuelven a llenarse de lágrimas, me quedo quieta en mi lugar, sintiéndome rota y pequeña —Ahora todas las cosas hermosas me recuerdan a ella, la veo en las flores del palacio, en el anochecer y en la enorme luna que brilla por las noches— siento que volveré a llorar pronto, me siento marchita —La veo en mi hija, Stella— su voz se corta después de eso y yo retengo las lágrimas que quieren salir —Gracias a todos por acompañarnos y gracias a Luna por ser lo que fue.
De nuevo el mundo cae con pesadez sobre mis hombros, me retiro antes de que alguno se me acerque y me dirijo hacia mi habitación con lentitud seguida de algunas damas de honor, tenía 4 y ahora solo me acompañaban dos, no les permití el paso a mi habitación, pese a su insistencia. Necesitaba un minuto para mí, necesitaba tiempo para asimilar lo que había pasado.
—Por favor, por favor— suplico mirando al cielo —Haz que pare, ya no puedo más, ya no— sollozo —Ya no quiero sufrir más, te lo suplico.
—Stella— me llaman desde afuera, reconozco esa voz y me seco las lágrimas con fuerza antes de caminar hacia la puerta para abrirla, una pelirroja muy familiar se planta delante de mi —Vas a entregarte, ¿Lo entiendes?
—¿Debería?— pregunto fingiendo indiferencia, observando su actitud ruda frente a mi.
—Vas a entregarte— repite más fuerte —Ahora entiendo porque te pasó esto, solo es tu karma por lo que me hiciste a mi, a mi familia— se que Bloom habla desde su dolor, desde la perdida, pero aún así siento eso mismo recorrerme, rabia.
—Escúchame, asquerosa y patética masa pelirroja— gruñí feroz, estaba temblando de la rabia y sentí que esa chispa de enojo fue justo lo que estaba regresandome a la vida —¡No te atrevas a mencionar a mi madre o su muerte otra vez!
—¿Por qué?— replicó molesta acercándose amenazante —¿Por qué sabes que tengo razón? ¿Qué el que tu madre muera solo es una consecuencia de tus actos?
—Tú no sabes nada— grite lanzándome sobre ella empujándola contra la pared frente a mi puerta —Crees saberlo todo, pero solo eres una estúpida que va siguiendo el lindo caminito que le tiene faragonda, como un perro.
—¿Y tú?— grita devuelta —¿Crees que Griffin es diferente? Eres su peón, no te equivoques— escucho pasos acercándose hacia donde estamos —Tu madre murió porque no sabes ver por nadie más que no seas tú.
—No sabes nada sobre mi— escupí mientras la arrojaba de nuevo hacia la pared empujándola por los hombros —Solo eres una estúpida y patética que cree que el mundo gira alrededor suyo.
—¿Crees que porque viviste una vida de mierda tienes derecho a arruinar la de los demás?— la mire con los ojos muy abiertos, no creyendo lo que salía de su boca —Tu me arruinaste la puta vida.
—¡Yo no te hice nada!— la empuje nuevamente contra la pared y soltó un quejido de dolor —Yo también perdí a Daphne y a mi madre, ¿Y tú crees que te arruine la vida?— ella me mira sorprendida —Quiero morir cada día que pasa y no puedo hacerlo porque le prometí a mi madre que vencería a Kilag— su rostro se llena de confusión mezclado con lastima —Así que hazme un último puto favor...— murmuro soltandola —¡Cállate! ¡Y sal de aquí!
Cierro la puerta de mi habitación con fuerza dejando a Bloom afuera, me deslizo por la puerta hasta que estoy sentada en el suelo, quiero sentir las lágrimas derramarse pero no hay nada, quizás había llorado tanto que ya no tenía nada más para dar, solo ese rastro furioso que me había estado persiguiendo por tanto tiempo y al fin me había alcanzado.
Quería venganza, quería que sintiera lo que yo había sentido, quería que sintiera su pecho quemarse con la misma intensidad que yo lo había sentido.
No había podido dormir, no había podido comer, solo había estado pensando, una y otra vez como atraer a Kilag hacia mi para cortar su origen de raíz.
Y lo tenía, si mi madre tenía razón, Kilag iría a un lugar específico y entonces yo podría atacar, pero necesitaba volver a entrenar mis poderes, a tomar todo de ellos, si Kilag iba a caer lo haría tan fuerte que ya no quisiera levantarse.
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Entre amor y profecías
FanfictionProfecías que deben cumplirse es lo único que había rondado la mente de la dimensión mágica por años, desde el nacimiento de las 6 celestiales que habían escapado de la dimensión para poder llegar a cumplir algún día su destino, la gente de la dimen...