Capítulo 37: El paisaje más bonito

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Cristopher Sandoval

Ya es de mañana, tengo un dolor de cabeza insoportable, Erick y David ya no están en la cama, me doy un baño y voy al restaurante a comer, veo la hora en mi celular y veo que son las dos de la tarde ¿Cómo pude dormir tanto?

Llegó al restaurante y a lo lejos veo a la chica más hermosa del mundo, Andrea, tiene puesto un suéter blanco y unos shorts negros que le quedan espectaculares.

Ya que está sola me siento en su mesa, ella me mira con molestia– ¿Qué estás haciendo aquí?– la miro pícaramente –Vine a comer contigo– ella se ríe irónicamente –¿Ya viste la hora? Son las dos de la tarde, ya almorcé, estoy esperando un café para ir a la playa con mi familia–

–Ya sé que es tarde pero me esperas y vamos juntos a la playa–

–Para nada, me voy a ir sola, no tengo porque llevarte conmigo, tú no eres nada mío–

–Claro que soy alguien, soy el amor de tu vida–

–Que yo sepa nosostros no tenemos nada, sabes qué tómate el café por mí, me voy de aquí–

Ella se levanta y le agarro la mano –No te vayas– ella me mira fijamente –Lo siento, no puedo estar con alguien que no sabe tomar decisiones de lo que quiere en la vida, yo necesito a alguien que esté dispuesto a estar conmigo a pesar de todas mis condiciones–

Dejándome sin palabras, Andrea se va, llega el mesonero con el almuerzo, como rápidamente y voy a la habitación, me pongo unos shorts y me voy a la playa.

Puedo escuchar chistes y risas sin cesar, veo a lo lejos a mis tíos, mis primas y a Andrea, se ven tan unidos, siempre soñé con una familia así pero lamentablemente nunca la tuve, mis tíos se fueron a caminar de la mano por la playa, mis primas fueron corriendo detrás de ellos, Andrea se quedó sentada en una palmera.

Me acerco a ella y me siento a su lado, ella me mira confundida –¿Qué haces aquí?– la miro fijamente –Por un momento pensé en que necesitabas compañía– ella frunce el ceño – Para nada, mi familia es suficiente compañía para mí.

Sus palabras duelen un poco –Sabes Andy, una vez soñé en tener una familia que me quisiera, que se preocupara por mí o que simplemente me preguntarán ¿Estas bien? Eres afortunada, tienes a una familia increíble, unos papás que te adoran y unas hermanas que te comprenden, a veces te envidio un poco.

Ella suspira –No sabía que no te llevabas bien con tus papás, se veía que mis tíos te querían mucho–

–Eso se los hace creer a todos, a mis papás yo no les intereso, tratan de comprar todo con dinero pero ahora no me  importa conversar de ellos, quiero pedirte perdón, estoy dispuesto a esperarte, en realidad me importas mucho más de lo que alguna vez creí, no puedo vivir sin ti–

–¿Estás seguro de estar dispuesto? No quiero volver a discutir de nuevo lo mismo contigo, no quiero seguir recordándote lo que ya muchas veces te he dicho, algún día lo entenderás–

Tomo su mano –Estoy seguro– le doy un beso corto pero a la vez apasionado, llevo tiempo que no probaba de nuevo sus labios, la extrañe muchísimo.

La levanto de la arena y la cargo subiendola a mis hombros, la llevo al mar y la lanzo, ella sube a la superficie y se ríe sin cesar, solo quiero congelar este momento, la brisa pegando en nuestras rostros, el olor del mar salado, el sonido de las olas en sintonía y la sonrisa de la mujer que amo.

No puedo ser tan feliz...

Noto que la familia de Andrea se está acercando, la miro fijamente –Quiero mostrarte algo- la cargo rápidamente y me voy corriendo con ella en brazos hacia la playa que está escondida en el otro lado del hotel, ella solo puede mirarme con ilusión y amor.

Con una Mirada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora