I

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La alfa bajó la cabeza, acató y entró en su habitación aguantando las lágrimas en sus ojos ante las palabras de su madre.

Ella no había pedido ser un alfa recesiva, ella ni siquiera pedía ser una alfa, toda su personalidad era la de una omega, y le hubiera molestado ser una omega, ni a ella ni a sus padres, todo era mejor que el gen recesivo. Los doctores le habían dicho que solo en millones presentaban el gen ¿Por qué ella?

Le habían dicho que podría controlar un poco la situación si y solo si lograba marcar a un omega ¿Cómo se atrevería a hacer eso? el doctor le había dicho algo sobre que eso "regularía" el gen recesivo pero para ella eso era algo imposible con la mirada insaciable de su madre que cada vez más la atrapaba bajo su yugo. Jamás se libraría.

Además la personalidad de nuestra alfa jamás le permitiría estar con un omega, si lo hiciera solo le destruiría la vida pensaba. Ella era débil y temerosa. Se odiaba tanto.

Las reglas en su casa desde el día que se presentó como alfa fueron estrictas y dolorosas. No tenía permitido salir de casa, no amigos, no familia fuera del núcleo, ni siquiera su hermano podía hablar de ella fuera de casa a menos que fuera estrictamente necesario, tenía que usar supresores para sus feromonas todo el tiempo, debía que actuar como beta todo el tiempo.

Ella solo quería ir a la universidad, literalmente eso era todo lo que pedía, toda su vida había estudiado en casa ¿Por qué no la dejaban salir aunque fuera un poco? Siempre se había portado bien, acataba cada orden.

Se recostó en cama y esperó.

— Sabrina ¿Puedo entrar? —La amable voz de su hermano le levantó un poco el ánimo.

— Anda entra. — El chico omega entró con lentitud y se sentó a los pies de la cama de su hermana.

— Sabes cómo es mamá, solo quiere cuidarte.

— Por favor, solo quiero ir a la universidad, juro que iré y regresaré sin hablar con nadie.

— Es peligroso Sabrina, puedes encontrarte con acosadores o con gente mucho peor.

— Pero por favor, soy una beta cualquiera, no tiene porqué pasarme nada.

— Es peligroso.

— ¿Para quién? ¿Para el ego de mi madre?

— Sabrina, no hables así de ella. — Regañó molesto, su hermano admiraba mucho a su mamá.

— Lo siento pero... estoy muy cansada, por favor, intenta convencer a mamá.

— Lo intentaré.

Ambos sonrieron, Sabrina quería a su hermano pero le tenía tanto miedo.

Solo rogaba que en verdad intentara algo.

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Miranda estaba sentada en el sofá esperando que aquel alfa con quien se había acostado saliera del baño. Era su compañero en la universidad, uno que había insistido mucho en salir con ella pero ahora que Miranda había conseguido lo que quería no pensaba volver a verlo.

Desde que su destinado había muerto ella solo se acostaba con algunos alfas cada que tenía una necesidad pero... pero no se sentía nada desde aquel momento.

— Eres genial Miranda.

— Gracias. — Dijo la omega con una media sonrisa, ella solo intentaba ser amable pero en verdad quería salir de ahí.

Déjame amarte (Omegaverse GL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora