III

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Miranda estaba ahí de pie en medio de la facultad de ingeniería sin saber muy bien porque.

Era la tercera vez en el mes que estaba parada en medio de esta y seguía sin entender porque la buscaba con tal insistencia.

De pronto vio a la beta que le llamaba la atención, de forma involuntaria se escondió detrás de otros estudiantes pues no quería ser descubierta. No después de haber pasado todo ese tiempo espiándola y siguiéndola intentando a toda costa no parecer acosadora.

Había notado muchas cosas, esa beta siempre estaba sola, solo iba ocasionalmente con un omega que siempre la corría y poco más. Pensaba que era triste pero no podía hacer nada por ella pues en realidad solo era una desconocida con la que había chocado hacía un tiempo.

La beta siguió con su camino bien seguida de la mirada de Miranda y para su sorpresa por primera vez algo cambió, un chico siguió a la beta, la abrazó por la espalda y la golpeó en la cabeza y la chica no hizo nada.

Miranda no pudo soportarlo corrió hasta ese alfa estúpido y detuvo el que iba a ser el segundo golpe

— Si te parece divertido intimidar a una chica beta eres patético.

— ¿Tiene que venir una omega a defenderte? — Dijo el alfa.

— No te importa si lo defiende una omega o tu madre, déjala en paz.

— ¿O si no qué? — Qué molestos eran los alfas pensaron ambas.

— ¿Quieres tener problemas? ¿En verdad? Hay mucha gente viendo aquí, mejor lárgate idiota.

El alfa sabía que no era buena idea intimidar a ambas chicas, así que después de un bufido se largó del lugar no sin antes dar un último golpe a Sabrina.

— ¿Estás bien? —Preguntó Miranda.

— Gracias. — Sabrina bajó la mirada sintiéndose intimidada por una omega, se sentía tan patética. — Me tengo que ir.

— ¿Tienes algo que hacer? Parecías estar caminando a la salida.

— ¿Me estabas vigilando? — Miranda se reprendió mentalmente ¿Cómo podía ser tan tonta?

— No, no, no, para nada, solo estaba pasando.

Sabrina miró con detenimiento el rostro de la omega, sabía que la recordaba de algún lugar, sabía que reconocía ese olor y también que no era una coincidencia que se encontraran pero no dijo nada, no se sintió molesta o asustada por algún motivo.

— Bueno, gracias por ayudarme. — Sabrina le regaló una sonrisa a la omega y dio la media vuelta para poder llegar a tiempo al estacionamiento.

— Espera, no tienes porqué correr, me llamo Miranda. — Ofreció la mano amablemente solo porque quería tener un poco de contacto con la beta.

Sabrina la miró algo extrañada, ella no destacaba, la gente no solía decirle su nombre, estaba bien con eso pero Miranda parecía ser diferente.

— Claro, mi nombre es Sabrina, un gusto.

Después de eso Sabrina tan solo siguió su camino hasta el estacionamiento, no quería tener más problemas, seguro su madre sería quien estuviera ahí, desde que había descubierto que el chofer solía ayudarla cuando llegaba un poco tarde se había vuelta loca y no la dejaba sin supervisión ni un segundo.

Miranda no pensaba dejarla ir, no cuando por fin conocía el nombre de la chica que tanto le llamaba la atención. La siguió hasta el estacionamiento, tomó su mano para detenerla y siguió.

— Oye, no tenías que irte tan rápido, podíamos quedarnos para tomar algo. — La cara de Sabrina cuando volteó la mirada era de miedo, sus ojos reflejaba ese terror, quería que la omega la soltara. —No quería asustarte, lo siento, si no quieres está bien.

Sabrina se soltó con rapidez del agarre pero fue demasiado tarde, una omega bien vestida y con un porte imponente, porte de lo que "debería ser" una omega se apareció.

— Sabrina ¿Con quién hablas? — Habló su madre.

Miranda entendió lo que sucedía, no quería causarle problemas a Sabrina así que se comportó de la forma más amable y formal posible.

— Mucho gusto, soy Miranda Durante, estoy participando como jueza en el concurso de arquitectura.

La mujer cambió la expresión dura con la que miraba a la omega para convertirse en una persona más amable y sonriente, como si algo le interesara de la omega y eso molestó a Miranda, tuvo ganas de responder pero no lo haría porque eso la alejaría de Sabrina ¿Quién diría que le interesaría tanto una beta después de prometer que no volvería a estar con nadie?

— Claro, tu eres la omega prodigio de esta universidad ¿La ves Sabrina? deberías ser más como ella.

Sabrina solo asintió, bajó la cabeza y esperó que las otras dos mujeres siguieran hablando.

— Su hija es una gran estudiante, siempre está en clase, yo solo quería felicitarla por su trabajo.

— Pero tú estás en un área completamente diferente.

— Lo sé pero. — No tenía justificación alguna, tenía que pensar rápido. — Justo de eso quería hablar, se me dio el permiso de buscar un asistente por todo el tiempo que la competencia dure, la única condición era que fuera un buen estudiante, me comentaron sobre Sabrina y quería pedirle el favor.

— Es un honor que pienses en mi hija pero no creo que sea digna del trabajo.

— Oh, sobre eso, ella obtendrá créditos extra además de un reconocimiento por la universidad.

Y eso le agradó a la mujer.

— ¿Escuchas eso Sabrina? Eso es lo mejor que puedes hacer.

— Me gustaría hablarlo con ella, tratar los horarios para poder avisar a sus profesores.

— Sería una maravilla, por favor, vayan a comer, hablen. — La mujer tomó el brazo de su hija y habló al oído de esta. — Asegúrate de tratarla bien, esa mujer, sus contactos pueden ayudarnos mucho.

— Si madre. —Se limitó a responder.

Miranda que no se enteraba de lo que sucedía se sentía feliz de poder pasar el tiempo con Sabrina y también se sentía orgullosa de haber logrado matar dos pájaros de un tiro 1, poder estar con la beta sin causarle problemas y 2 haber logrado resolver el asunto de su asistente el cual había dejado a último momento.

Ambas chicas caminaron hasta una cafetería cercana para poder hablar tranquilas pero Sabrina no estaba feliz, se sentía cansada, le disgustaba que esa omega la hubiera zarandeado a su antojo pero no desobedecería una orden de su madre.

— No creo ser quien estás buscando. —Murmuró apenada.

— ¿Por qué dices eso? No sabes siquiera a quien busco.

— Pero yo no soy buena trabajando en equipo, ni enfrente de mucha gente y mucho menos si quieres que hable con desconocidos.

— Tranquila, el trabajo no es para nada de eso. — Miranda se sentía ridículamente tranquila, incluso sentía que sonreía de forma genuina. — Además, así podrás escapar de tus clases ¿No es esa una buena idea?

A Sabrina no le parecía una "buena idea", ella en verdad amaba su carrera y había luchado mucho para que sus padres la dejaran estudiarla "Esa carrera es de alfas, tienes que recordar que no eres alfa" Pero sus instintos gritaban con fuerza, ella no estudiaba eso por ser alfa, estudiaba eso porque le gustaba. Estaba tanto tiempo sola cuando era pequeña que su hobby se había vuelto ver peleas de robots en internet, eso derivó en un gusto por la robótica que llegaba a un punto obsesivo algunas veces.

Para poder soportar el momento solo se repitió una y otra vez, decepcionar a su madre no era una opción, una orden era una orden al final.

— Bueno, supongo que no puedo decir que no.

— No pareces muy convencida.

— No lo estoy.

Miranda pensaba que Sabrina era muy tierna viéndola actuar así, apenas eran 5 años los que hacían menor a Sabrina pero la omega la sentía como de un mundo diferente.

Déjame amarte (Omegaverse GL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora