XXII

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— ¿Qué es esto?

— La receta médica del psiquiatra, llevo semanas diciéndotelo, no debería seguir yendo con esos doctores, ahora solo es más dinero y solo es una pérdida de tiempo.

— Sabrina basta ¿Por qué te importa tanto eso? Tu bien sabes que tengo un buen empleo, suficiente para las dos al menos.

— Pero si tienes que sumarles psicólogos y psiquiatras entonces todo se va al carajo.

— También tengo suficiente para eso, nada se está yendo al carajo. —Miranda besó a su mate para calmarla un poco y sacarla de ese bucle de pensamientos. — No quiero que pienses que eras una carga porque no lo eres, tú sabes como soy yo, si creyera que eres una carga te habría sacado a patadas.

— Lo soy.

Claro que pensaba eso, después del encuentro con su madre había recordado tantas cosas, todas las palabras hirientes ¿Por qué su madre no solo había dicho que la quería? No, en vez de eso solo había ignorado su pregunta, tal como ignoraba todo lo que quería, "No puedes tener eso, tu hermano lo necesitará más, quizá si hicieras algo para merecerlo"

Miranda enrolló la pequeña receta y como si de un periódico se tratase golpeó en la cabeza a la alfa.

— Anda ya, vayamos por esto cloraz-algo de no recuerdo que. — Balbuceó pues no recordaba el nombre del medicamento y tampoco tuvo el tiempo de volver a leerlo. — Ya que empezarás con el tratamiento y seguirás con la terapia verás que las cosas mejoran, lo prometo, te ayudaré a que así sea.

— En verdad espero que así sea.

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Miranda estaba sentada en la sala, leía un novela cualquiera que le había llamado la atención para distraerse de la montaña de trabajo que tenía que entregar esa semana. Cada poco miraba con el rabillo del ojo la habitación donde estaba Sabrina, toda la tarde había estado especialmente callada sin despegar la mirada mucho tiempo de la pantalla de su computador. Si la omega no se decidía a hacer algo era solo porque había prometido darle intimidad a Sabrina y como acuerdo mutuo prometieron no volver a esconderse nada que las hiciera sentir mal y gracias al lazo sabía que no estaba incumpliendo su parte del trato así que asumió su alfa solo quería un tiempo a solas.

— Mierda. — Solo la oía murmurar cada poco tiempo como si algo la molestara.

— ¿Estás bien?

Por primera vez en el día Sabrina se levantó y fue directo hasta la omega y se dejó caer en el sofá asegurándose de recargar su cabeza en el regazo de Miranda.

— No puedo más por hoy.

— ¿Qué estabas haciendo?

— Nada importante.

— Anda, dime, parece molestarte.

— Estoy intentando mejorar el robot, solo quería distraerme pero no logro hacer nada, me duele mucho la cabeza.

Miranda vio los ojos llorosos de su mate y a pesar de que estaba enojada no parecía querer llorar, colocó su mano con dulzura en la frente de la alfa y encontró el problema, estaba hirviendo.

— Tienes que recostarte en la cama, seguro enfermaste.

— ¿Qué?

— Te daré una pastilla y después volveremos al doctor.

— Claro, un doctor más.

— Nada de eso, sabes que es diferente, Sab, por favor, déjame ayudarte sin que te sientas mal por ello.

Déjame amarte (Omegaverse GL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora