La omega estaba recostada en su habitación, tenía las cortinas cerradas para no dejar pasar la luz. No tenía ganas de ver a nadie, se sentía cansada. Miró hacia la puerta del baño que estaba en su habitación, sabía que detrás de ese rectángulo de madera había un botiquín lleno de pastillas que la harían dormir para siempre, la idea se quedó bien grabada por unos segundos y eso la atormentó todavía más ¿Por qué podía quitar esa idea de su cabeza? Odiaba saber que ese día sería malo.
Los domingos eran el peor día de todos, eran los días en los que solía salir con su alfa, eran los días en que su vida brillaba pues tenía un mate a quien amaba. Sus padres ya ni siquiera ponían trabas pues sabían que no servirían de nada, seguramente alguno de los chicos ya habría salido por la ventana para llegar con el contrario. En verdad extrañaba eso, extrañaba esa sonrisa.
Con mil toneladas encima logró levantarse de la cama para caminar hasta la cocina, tomó lo primero que encontró que fuera comestible solo para darse cuenta de que no quería comer nada, solo estaba ansiosa. Se sentó en su comedor para apreciar lo vacía que se sentía su casa.
Decidió que solo seguiría durmiendo hasta que su cuerpo le dijera que no podía más, volteó la mirada y encontró su bolso tirado sobre uno de los sillones, todos los papeles de la competencia tirados por el suelo entonces la recordó.
¿Por qué una chica beta resultaba tan interesante? No era más que eso, una chica beta, una muy tímida y algo miedosa que había derramado una taza de café sobre ella cuando intentaba mover un par de libros, la misma chica que mientras todos los jueces y asistentes se divertían en una comida al aire libre ella se escondía debajo de un árbol y con un par de audífonos para poder un video de pelea de robots argumentando que era un evento importante que no podía ignorar.
Miranda pensó que sería un simple enamoramiento tonto, una forma en la que su omega le rogaba salir de ese círculo vicioso, o quizá eran sus instintos intentando hacer que estuviera mejor, fuera como fuera sabía que seguiría investigando porque cuando pensaba en la chica al menos podía distraerse un poco.
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Sabrina miró su teléfono por quinta vez, se sentía frustrada y cada vez el dolor en su pecho era más, sabía que Agustín jamás la tomaría en cuanta ¿Quién lo haría? Solo era una "beta" que pasaba desapercibida.
No parecía importarle mucho la idea de estar sola, ni siquiera se sentía triste o decepcionada al respecto, esa era su vida, eso era todo.
Utilizó una técnica de respiración que encontró en internet para calmarse un poco cuando recibió un mensaje que casi la saca volando de su cama.
"Está bien, podremos vernos mañana que Gabriel no estará pero si alguien se entera juro que estás muerta"
Se sintió tan feliz que pensó que era ridículo. Decidió recostarse para no gritar o hacer algo que llamara la atención de sus padres, no sirvió de nada, dio varias patadas al aire y mordió su cobija para al monos no hacer tanto ruido.
Bajó las escaleras a toda velocidad para pedir permiso de ir a "la universidad" para hacer una práctica al día siguiente, era una excusa simple pero ya que sus padres no sabían ni les interesaba saber nada sobre su carrera pues solo la dejaban estudiar para sacársela de encima funcionó.
Sus padres hablaban sobre su hermano , específicamente sobre su futuro, su brillante futuro, el que Sabrina jamás tendría, ya ni siquiera le molestaba, solo quería sentirse mejor, y estar con Agustín aunque fuera un segundo sin ser rechazada era estar mejor.
El día siguiente llego más rápido de lo que ella pensó, quizá solo era por lo emocionada que estaba. Agustín la citó en un lugar lejano a para que nadie conocido los viera juntos, un parque viejo a las afueras de la ciudad fue el lugar perfecto.
Sabrina llegó casi media hora antes de la hora de la cita, estaba tan emocionada que ni siquiera se dio cuenta, a su madre no pareció importarle tampoco, pensó que sería ridículo que su hija fuera a ver a alguien en la universidad tan temprano en domingo por lo que fue un poco más "permisiva" dejándola ir sola, incluso le prestó su auto con la única condición de llegar temprano a casa.
Se sentó en una banca de concreto que encontró, intentó distraerse un poco con su teléfono pero no sirvió de mucho, su mente no podía sacarse acierto omega lindo de la cabeza.
— Es muy temprano. — Escuchó la voz del omega detenido justo frente a ella. — Al menos pensaste en eso.
— Fue lo que me pediste. — Murmuró algo apenada pues nunca sabía cómo actuar frente a ese omega, frente a nadie en realidad.
— ¿Al menos puedes actuar como el alfa que eres? Por favor mírate, dejas que te rebajen.
Sabrina no contestó, sabía que era verdad pero tampoco podía cambiarlo, no era algo que ella decidiera, eran años de rechazos los que la hacían ser así.
— Lo siento, no pensé que te molestara.
— No me molesta. — El omega suspiró cansado. — Escúchame Sabrina, en verdad tienes que dejar de buscarme, yo estoy feliz con Gabriel, él es un buen alfa.
— Pero él no es tu mate. — Reclamó molesta.
— No, pero tú tampoco, tú finges ser una beta y lo harás toda tu vida, eso ni siquiera se vería bien en la sociedad.
Agustín no quería a Sabrina por ningún motivo, si era amable con ella era solo uno de sus intentos para alejarla de una vez por todas, además su omega se quejaba cada que era grosero por lo que le parecía más fácil ceder ante la presión.
— No sabes si seré así toda mi vida, por favor Agustín, dame una oportunidad.
— No digas tonterías, sabes que no sucederá, además, no me gustas Sabrina, en verdad que no.
— Pero somos mates Agustín, sabes que no estás diciéndome la verdad.
— ¿Cómo podrías estar con alguien que siquiera tiene feromonas? No cumples con ninguno de mis requisitos.
— ¿Por qué tienes que se tan malo? — Reclamó entre murmullos Sabrina esperando que el omega no la escuchara. — En verdad solo quiero estar contigo, ya no soporto esto, entre todos los inhibidores que tomo y tu rechazo casi todo el día me siento mal.
— Entonces sal de tu casa Sabrina, vive tu vida pero vívela lejos de mí.
— ¿En verdad no te importa? —Como último recurso Sabrina se adelantó, tomó la pierna del omega y la apretó solo un poco para llamar su atención.
— Yo estoy feliz con mi alfa, con Gabriel así que no, no me importa que te suceda.
Agustín intentó irse pero Sabrina no pudo dejarlo ir, se lanzó y lo besó solo recibiendo un empujón y un golpe de parte del omega.
— ¡No vuelvas a tocarme así!
— L-lo siento, solo quería... — De inmediato se arrepintió de lo que había hecho, no quería aprovecharse del omega, lo juraba con su propia alma de ser necesario pero no había nada que pudiera cambiar lo que había hecho.
— Pues no me importa que es lo que quieras ¡Solo aléjate de mí! — Al omega también se le partió el corazón, sintió un poco de las feromonas de la alfa en sus labios y le sería imposible decir que le disgustó pero se sintió violentado así que eso contrastó su sentir. —Me largo de aquí, sabía que no era buena idea venir.
La alfa se quedó ahí, sentada en medio de la nada y con los ojos hechos mares pues sabía que la acababa de cagar.
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Déjame amarte (Omegaverse GL)
Romance¿Qué pasa cuando no puedes cumplir con las expectativas de nadie? Sentirse así de destruido todo el tiempo no estaba bien y Sabrina lo sabía pero nadie la dejaba alejarse de la gran masa de desesperación. nadie hasta que aquella luz llegó de golpe a...