VII

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— ¡Esta pelea es mi favorita! La habilidad de ambos pilotos es la mejor. — Sabrina tomó el brazo de Miranda y lo agitó un poco, así como lo hacen los niños pequeños pues en verdad estaba muy emocionada.

— Seguro que sí.

Miranda fue quien había propuesto ver una vez más la pelea de robots pero no había puesto ni un poco de atención a todas las explicaciones de Sabrina, la omega ya estaba lo suficientemente concentrada en las expresiones de la menor, en todas las emociones que desprendía como para ver también las peleas. Se sentía feliz solo con tenerla cerca, con tener a Sabrina contándole sobre su día a día y quería más de eso.

— Perdón. — Murmuró Sabrina.

— ¿Por qué te disculpas?

— Sé que esto no te interesa y estoy siendo muy intensa, siento molestarte.

— No me molestas para nada, es lindo ver lo emocionada que estás.

Sabrina se sonrojó al escuchar esa palabra en los labios de la omega, ella también quería saber más sobre Miranda, quería dejar de ser una extraña o una simple empleada, aunque había dejado de serlo hacía mucho tiempo en realidad.

— ¿Lo dices en serio?

— Muy serio, creo que es algo genial que tengas esa pasión por las cosas, yo nunca llegué a obsesionarme así por algo.

— Wow, yo pensaba que tu pasión era la arquitectura.

De pronto la distancia entre las dos se acortó, sus piernas rozaban una con la otra y a ninguna pareció molestarle, en realidad el contacto las hacía sentirse aún más en confianza, con más ganas de seguir hablando.

— No, yo solo estudie una carrera por obligación.

— Pero eres la chica genio de la universidad. — Sabrina levantó los brazos asombrada pues ella que tanto amaba estudiar tenía problemas al aprender y no podía creer que Miranda solo lo hubiera hecho por obligación, para contrastar Miranda no pensaba en nada de eso, ella solo veía lo linda que se veía Sabrina usando su cuerpo más que sus palabras para expresarse.

— Bueno, eso es porque di mi corazón en la carrera pero yo solo estudié porque se lo prometí a mi mate.

Aquellas palabras detuvieron en seco a Sabrina que sintió una presión en el pecho, la mima presión que sentía cada vez que Agustín la rechazaba o hablaba mal de ella.

— Oh, yo no sabía que tienes un mate.

— Porque no lo tengo, él falleció hace más de seis años.

— Lo s-siento, parece que no dejo de cagarla con cada palabra que digo.

— Está bien, no me molesta contarlo si es a ti. — Sin ser consciente de porque lo hacía Sabrina tomó la mano de la omega entre la suya y apretó dándole seguridad a ambas, ahora sabían que la otra no la abandonaría. — Nosotros nos conocimos cuando éramos muy jóvenes, ni siquiera habíamos tenido nuestro primer celo pero la atracción ya existía.

Sabrina sintió una oleada de empatía por Miranda, o al menos así quiso llamarlo pues sus instintos solo querían dejar todo rastro de lógica y besarla, decirle que todo estaría bien.

— Éramos idiotas, mucho en verdad pero éramos niños, no quiero ponerme sentimental, en verdad que no es mi idea pero. — Miranda tuvo que parar pues sus lágrimas le impedían hablar.

 Los brazos de Sabrina terminaron rodeando a Miranda pues sentía que no podía hacer nada más, ella en verdad quería que la omega estuviera bien, no tenía por qué saber más sobre su mate pues eso hacía sentir mal a Miranda.

Déjame amarte (Omegaverse GL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora