XXVI

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— ¿Te gusta?

— Es genial.

Ya con todos los muebles acomodados y un par de meses adaptándose a la casa Sabrina por fin comenzaba a ver los frutos de todo su esfuerzo, por fin se sentía en casa.

— ¿Puedo enseñarte algo? —Preguntó la omega un tanto asustada.

— Claro. —Sonrió. — ¿Qué pasa?

No había preguntado sobre la foto, solo la había colocado en un marco plateado justo en medio de la sala, esa linda foto de ella y Romeo abrazados y riendo sin ninguna preocupación en su vida.

Sabrina no dijo nada, tomó el marco entre sus manos y se quedó sin habla después de ello.

— Si te molesta podría ponerla en mi oficina, no sería un problema, quería preguntártelo pero no lo sé, me dio miedo ¿Estás bien?

— Se veían muy lindos. —Sonrió. —Nosotras también deberíamos tener fotos así pero por algún motivo no hay fuerza humana que me haga salir bien en las fotos.

— ¿Entonces no te molesta?

— No, claro que no, yo sé que era tu mate y sé exactamente lo que eso significa.

A Miranda le alegraba que Sabrina no tuviera esos instintos tóxicos que solían tener los alfas.

— Seguro que no sales mal en todas las fotos. —Miranda dio un paso hasta Sabrina antes de caer sobre sus brazos.

— ¿Estás bien? — Preguntó preocupada pues parecía que la omega había caído sin motivo alguno.

— Me maree un poco.

— Seguro solo dormiste mal. — Tranquilizó Sabrina. 

—Estoy cansada ¿Podrías cocinar algo?

La alfa no dudó.

— Anda, ve a la cama y en un rato más te llevaré algo de comer. — La omega besó con dulzura los labios de Sabrina como agradecimiento y se dirigió a su habitación pues en verdad se sentía extraña.

Sabrina tenía que admitir que aún se sentía como flotaba en una nube con esos besos.

Mientras meneaba sopa para evitar que se quemara Sabrina comenzó a pensar en algunas cosas, Miranda se comportaba extraña desde hacía unos días. Cuando movieron las últimas cajas de mudanza la omega apenas había podido levantar las cajas, decía estar muy fatigada, sus cambios de humos la habían asustado más de una vez, en definitiva algo no estaba bien.

¿Y si era por eso que había aceptado mudarse de inmediato? Ambas sabían que esa casa tenía un propósito claro, tener más espacio para un posible nuevo miembro de la familia ¿Y si era el momento?

Quería decir, desde el día que habían decidido mudarse hasta que habían puesto un pie en la casa había pasado poco tiempo, quizá Miranda ya lo sabía.

La omega estaba recostada en su cama, descansaba sin preocuparse por nada, todos sus proyectos en el trabajo estaban terminados o por lo menos tenía adelantos, su casa ya no era un desastre y sobre todo a Sabrina no le había molestado la foto. Comenzaba a quedarse dormida cuando el aroma de las feromonas de su alfa llegó a su nariz, no era extraño pues esa era su habitación y estaba sobre su almohada pero la sensación era diferente, creó una desesperada necesidad de tenerla cerca y pedirle un abrazo.

Por algún motivo el recuerdo de la marca llegó a su memoria, la poca resistencia que ocupó y el poco tiempo en el que decidió aceptar la propuesta de su alfa. Sus pensamientos comenzaban a divagar dibujando una imagen clara de lo que podía estar sucediendo cuando Sabrina entró por la puerta con una bandeja de comida y una sonrisa que irradiaba luz.

Déjame amarte (Omegaverse GL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora