VI

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Sabrina estaba sentada comiendo en la cafetería de la universidad, tenía la mirada abajo para intentar evitar el contacto visual con cualquier persona, no se sentía bien como para que algún retrasado llegara a molestarla.

— No llegaste a nuestra cita niña robot. — Miranda golpeó con suavidad la cabeza de Sabrina utilizando su teléfono como arma. — Pudiste al menos haberme mandado un mensaje.

— Lo siento, ayer estuve... ocupada.

Si se le podía llamar ocupada a tener su segundo celo del año, había sido tan intenso, no había podido calmarlo ni siquiera con las drogas especiales que utilizaba.

— Bueno, lo perdonaré solo porque no me fallaste ni un día en casi seis meses.

La "beta" se sonrió con el comentario, le agradaba pasar el tiempo con Miranda, se sentía completa cuando estaba a su lado.

— Soy una persona responsable.

— Claro, tan responsable que olvidaste tu última entrega de proyecto y casi logras repetir la materia.

Ambas rieron pues ahora compartían tantas historias, tantas anécdotas que se sentían cómplices una con la otra.

— No puedes quejarte, tú nunca recuerdas ninguna de tus responsabilidades, ser tu asistente en verdad es agotador. — Cuando el concurso de las maquetas terminó después de tres meses Sabrina se convirtió en la asistente personal de Miranda, trabajo que por ridículo que pareciera era complicado tratándose de una arquitecta despistada y a la que solían darle montañas de trabajo al último momento.

— Vamos, no soy tan terrible.

— Si tú lo dices.

— Por cierto ¿Tu madre no se molestó por lo de la semana pasada? Siento hacerte llegar tan tarde.

— No pareció siquiera molestarle, mientras trabaje contigo no piensa en el horario.

La razón era sencillas, sus padres estaban felices de no tenerla tanto tiempo en casa, también porque gastaban menos dinero en ella pues ahora tenía su propio salario, así podían darle más cosas a su hermano Y si, a su madre no le interesaba a pesar de que eso podía significar que descubrieran que no era una beta por el simple hecho de que Miranda era muy despistada, además, su madre conocía la historia de la pérdida del alfa de la arquitecta por lo que sabían que jamás se fijaría en su hija. O al menos eso creía.

— Pues entonces espero que tampoco le moleste que te robe por el día de hoy pues creo que necesitaré tu ayuda.

— ¿Hoy? — Preguntó preocupada.

— Si, hoy ¿Puedes hacerlo?

—Bueno, eso, supongo que no tengo, supongo que...

— ¿Qué es tan importante?

Antes de que pudieran seguir con su conversación un golpe seco en la nuca obligó a Sabrina a cubrirse.

— Pensé que habías desaparecido, y después de lo amable que fui contigo, si lo único que te pedí fue te encargaras de entretener al profesor y tú. — Cuando un segundo golpe estaba por atormentar a Sabrina, Miranda detuvo el brazo de aquel alfa llamado José que molestaba a su asistente.

— Lárgate de aquí maldito descerebrado. — Su voz parecía la de una fiera. — En verdad vete de aquí de una maldita vez.

Esa voz fue más que suficiente como para aterrar al alfa, la reputación de Miranda no era en vano.

— No es la primera vez omega, juro que...

— Jura lo que quieras pero hazlo lejos de mi vista.

— Calma Miranda, no te metas en problemas que ni siquiera deberías estar aquí. — Sabrina tomó la mano de Miranda para intentar alejarla del alfa pues no quería meterse en problemas.

Déjame amarte (Omegaverse GL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora