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Agustín llegó temprano a la universidad solo para ser el primero en ver a Gabriel cuando este llegara, ese día se arregló pues sentí que era la forma en la que compensaría el que Sabrina lo hubiera besado el día anterior, era obvio que nadie sabía de esto pero aun así quiso hacer "un detalle especial" para el alfa. Acomodó por segunda vez sus cabellos castaños asegurándose de que lucieran bien, se sentía seguro de sí mismo pues era un omega lindo.

Gabriel entró después de algunos minutos pues para su suerte compartían un par de clases, miró en la mesa más lejana al profesor a su omega y sonrió pues le gustaba ver que este le había guardado su lugar.

— ¿Por qué tan temprano pequeño?

— Creo que desperté antes de lo normal, eso es todo, además quería verte.

El alfa se sentía orgulloso por ello, tenía una sonrisa en labios, abrazó a su omega y comenzó a liberar pocas feromonas para hacerlo sentir cómodo.

Para Agustín ese sería el mejor momento de día, rodeado de la seguridad que le daba el alfa, sintiéndose mimado, se sentía grandioso.

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— Sabrina, necesito que traigas los planos de todas las maquetas que se presentarán hoy, deberían estar en el escritorio. — Comentó Miranda sin siquiera levantar la mirada de lo concentrada que estaba.

Sabrina no asintió o siquiera dijo alguna respuesta, se limitó a acatar y hacerlo lo más rápido que pudiera para poder salir cuanto antes, solo quería regresar a su casa para poder descansar.

— Te veo algo decaída ¿Estás bien? — Sabrina se sorprendió de que Miranda notara su estado de ánimo, ella sabía muy bien actuar frente a las personas para que no le hicieran preguntas.

— Ayer pasé un mal día. — Normalmente no hubiera respondido pero por algún motivo no le importó hacerlo, Miranda a pesar de darle cierto miedo por la fama que tenía también le daba seguridad.

— ¿Hiciste algo malo?

— Yo... hablé con alguien que no quiere verme.

Miranda no pudo evitar dejar escapar una risilla pues la menor le parecía en extremo divertida la situación.

— Algunas veces así son las cosas, terminas en malas situaciones. —Sabrina miró a los ojos a la mayor esperando que dijera algo más, quería saber su opinión sobre lo que estaba viviendo pero era claro que no podía preguntarlo así que se reservó el comentario. —¿En verdad fue tan grave?

— Me mandaron a la mierda.

— Uy, problemas de amor.

Ambas rieron pues era lo único que les quedaba.

— ¿Tú tienes un alfa Miranda?

La mayor se paralizó por completo, se sentía asustada pues no esperaba la pregunta pero al mismo tiempo no le molestó tanto como lo hacía cuando alguien ajeno preguntaba lo mismo.

— No es de tu incumbencia.

— Perdóname, no quería ser entrometida, es solo curiosidad, es que, bueno, creo que me gusta alguien pero ese alguien tiene mate así que. — Mintió para poder desahogarse un poco sin verse sospechosa.

— Pues ese debe ser un alfa afortunado ya que eres una gran chica.

Claro, un alfa pensó para sí misma Sabrina mientras apretaba con todas sus fuerzas sus puños, cosa que no pasó desapercibida para la omega aunque no hizo comentarios al respecto.

— Pero no importa que tanto me acerque a esa persona, no me va a prestar atención a mí.

— Yo no creo que sea así, yo creo que siempre hay más de un amor en esta vida. — Dijo intentando convencerse a sí misma de que era verdad porque si no lo era se derrumbaría.

— ¿En verdad crees eso? Yo no sé qué creer, me gustaría escucharte.

— Bueno, si no fuera así la vida sería muy triste.

— Ya, creo que la vida es muy triste. — Ambas asintieron.

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Miranda regresó a su departamento con una sonrisa tonta, estaba cansada pero esa alegría no se la quitaba nadie. Lanzó su maletín al suelo y se tiró sobre su sofá a descansar un poco.

Se sentía algo confusa, no quería olvidar a su alfa, ni siquiera lo dejaba de amar pero Sabrina era especial ¿Seguro que su alfa lo entendía no?

Miró que del maletín había salido una computadora portátil, pensó que era la suya y que había sido descuidada al dejarla caer de esa manera pero su computadora no era color negro como la que tenía, seguramente había tomado la de Sabrina por accidente, y eso le pareció perfecto pues ahora tenía una excusa para llamarla fuera de lo estrictamente obligatorio.

Sacó su teléfono y sin dudarlo llamó al número que en teoría solo tenía para cosas 100% necesarias a petición de la beta.

— ¿Sabrina? ¿Cómo estás? —Preguntó intentando sonar amable pero la menor parecía perdida, alejada de la conversación.

— Disculpa Miranda, estoy un poco ocupada. —Dijo sonado preocupada.

— Lo siento, solo llamaba para decirte que yo tengo tu laptop, la tomé accidentalmente y llamaba para dártela.

Desde el otro lado se escuchó como Sabrina corrió hasta su teléfono tirando varias cosas de paso.

— ¡La tienes tú! — Se notaba lo muy emocionada y feliz que esa noticia la hizo.

— Si, la tomé sin darme cuenta, seguro intercambiamos algo por accidente ¿Pensaste que la habías perdido?

— Juro que casi lloro cuando no la encontré en mi mochila.

Sabrina se sentí ridícula por actuar de esa forma frente a Miranda, por algún motivo quería sentirse un poco más grande frente a ella, la pasaba bien solo con su presencia.

— Entonces ¿Te molesta si nos vemos esta tarde para que pueda regresártela?

— Por favor, en verdad dependo del trabajo que está ahí.

No, Sabrina no dependía de ese trabajo ni de esa computadora, lo que si dependía era su reputación pues esa computadora estaba llena de todos los estudios médicos que tenía que hacerse cada dos o tres meses para asegurarse de que los inhibidores no la dañaran de por vida y un poco los trabajos también si debía ser honesta.

Pero Miranda solo podía pensar que por fin podría ver a Sabrina fuera de la universidad.

Se citaron en una cafetería en un punto medio de ambas casas, Sabrina tenía miedo de ser regañada pero al parecer a su madre en verdad le gustaba su relación con Miranda porque no tuvo ninguna objeción.

— Me alegra verte. — Dijo Miranda sin pensar en las consecuencias.

— Pero si nos vimos hoy mismo.

La omega se sonrojó pero no le importó, estaba feliz y no quería esconderlo, Sabrina también estaba feliz, ni siquiera recordaba lo sucedido con Agustín.

— Bueno, toma. — Dijo mientras entregaba la computadora. — Que esto es a lo que vinimos.

Sabrina en contra de todo pronóstico no se fue inmediatamente como pensaba Miranda se sentó y pidió un café americano lo más caliente posible.

— Pensé que no te dejaban salir o juntarte con gente. — Dijo Miranda con una sonrisa.

— Y no me dejan pero... bueno, supongo que... perdona si molesto. —Dijo tropezando con todas sus palabras y guardando los respectivos silencios.

— Que no molestas, solo pensé que no te quedarías pero me alegra que lo hagas. 

Déjame amarte (Omegaverse GL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora