" Capítulo Uno, Segunda parte: Mi nueva vida"

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Tres meses después...

Era impresionante el cambio que había dado mi vida, si hace uno años me hubieran avisado que estaría durmiendo en la misma celda que los presos más temidos de toda una prisión, no me lo habría creído.

Pero aquí me encontraba, al lado del gran Juan Pablo Borges viendo como aspiraba cocaína, de una manera muy peculiar, junto a otro preso de su banda.

- Dale Dios, pará un poco con eso- protesté.

Tras mi decisión de quedarme escondida en San Onofre, mientras se decidía mi futuro detrás de los muros que separaban la realidad de la mismísima ficción, todo en mi vida había presenciado un giro totalmente radical.

En estos tres meses, donde había convivido en la misma celda que el clan de los Borges , había formado fuerte lazos con los mismos. Mi relación era bastante buena con ellos, hasta el punto de que me sentía con la total confianza para hablarles sobre mi vida pasada; podía decirse que me sentía cómoda, incluso más que si estuviera en casa.

Según Antín, en la semana iba a acudir la policía a entrevistarlo, también lo iban a hacer con Molinari y Capese. Por ello y a pesar de no gustarme mucho la idea, estábamos planeando como íbamos a hacer para esconderme en la cárcel vieja sin ser vistos.

 Por otro lado, durante estos tres meses, no había salido de esta celda, por lo tanto nadie me había visto a parte de los presos que formaban parte de los Borges, y por eso mismo, no sabía lo que se comentaba por los pasillos sobre mí, y sobre todo, y lo que más me preocupaba, es no saber lo que pensarían las personas que quería sobre mí.

- ¿ Querés un tirito ?- me ofreció Diosito pero al rato se arrepintió- vos no podés, sos chiquita aún- ante sus palabra reí un poco.

- Tampoco quería de esa mierda- aclaré.

El conocer a Diosito durante estos meses había sido maravilloso, a pesar de su gran drogadicción, y de sus llamadas continuas de atención, siempre me hacía reír cuando me encontraba mal ante lo de mi abuela y también, me protegía mucho de los babosos que trabajaban para los Borges, todos sabían acá que era la intocable de Diosito Borges.

Igual pasaba con Barny, quien me había tratado como una más, escuchándome cada vez que me sentía mal y contándome anécdotas de su vida pasada logrando más de una vez que se me escapara una carcajada ante sus divertidas historias.

- Marito me dijo que a la noche te mudás- Refirió Diosito a que por primera vez dormiría en la cárcel vieja.

- No me lo recuerdes.

- Vamo "licenciada"- remalcó mi oficio con cierto tono guasón- tomatelo como unas vacaciones, para pensar.

- Pensar me hará peor.

- Bueno yo te iré a visitar con el James- dijo con picardía cuando mencionó a este último.

-¿ Que con ese?- le pregunté.

- Se miran mucho- me contestó- deberían coger, al menos se quitan las ganas- tras esto le dí un zape en la cabeza y este simplemente contestó a mi gesto riendo a carcajadas.

Los dos seguimos con nuestras tonteras hasta que ante nuestros ojos se cruzó la persona que consideraba más asquerosa en todo San Onofre.

- Morcilla- dijo Dios con burla, pero el nombrado solo me miraba a mi con seriedad.

Cuando aún trabajaba acá, tuve una conversación con Emma sobre Morcilla, ya que después de sus amenazas, esta se lo volvió a encontrar todo arrepentido pidiendo que le perdonara y diciéndole que me comunicara a mí lo mismo. Sin embargo, yo nunca le podré perdonar a ese estúpido lo que me hizo.

Licenciada Ballesteros - El MarginalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora