"Capítulo Uno, Tercera Parte: Nueva realidad"

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Dos meses antes de que los Borges llegaran a Puente Viejo... 

Me encontraba en San Onofre, estaba completamente sola y todo ardía a mi alrededor. Llamaba a gritos a James, a Dios, a los pibes del patio... pero nadie contestaba, justo cuando salí al patio, pude presenciar como Pedro ardía ante mí y como un gran charco de sangre inundaba todo el patio el cual se encontraba lleno de cadáveres.

- Emilia despertá

- ¡ Despertá Emilia!- dijo la voz de uno de mis grandes confidentes en San Onofre, despertándome así de aquella pesadilla. 

Me abracé a él con lágrimas amenazando por salir de mis ojos, no paraba de soñar cada noche lo mismo y es que desde lo ocurrido aquel día nada era lo mismo en mi vida.

- Emilia... no te encontrás bien aún- me reprochó- no deberías de laburar más allá , saben por lo que has pasado, te entenderán si no aparecés.- dijo por lo que yo negué.

- Cristian, no puedo quedarme acá, el estar aquí sola sobrepensando las cosas me hace más daño todavía.

- Lo entiendo, entiendo que todo fue duro para vos , pero no podés volver así como si nada, ya no es tu salud solo , ahora tenés que cuidar de alguien mas- dijo haciendo referencia a mi feto de tan solo un par de semanas.

Desde el día que se formó la reyerta en San Onofre, donde recibí un balazo, todo había cambiado en mi vida.

Después del balazo que recibí, estuve en coma un par de días en el hospital, donde me tuve que quedar una semana para recuperarme, no solo físicamente, si no también psicológicamente, y todo por el shock y el estrés post trauma que había sufrido. Cuando me encontraba más recuperada, fue cuando lo doctores decidieron darme la noticia de que me encontraba embarazada. 

Volví al piso donde vivía con Emma, pero para mi sorpresa, ella ya no se encontraba allá, y ahí fue cuando me enteré que Pastor se encontraba en busca y captura, por lo que supuse que ella y Lucas, se habían marchado junto a él. 

En esos días que estuve pasando por una gran depresión sola en aquel apartamento, sin comer absolutamente nada y con miles de demonios en mi cabeza que me recordaban lo ocurrido, y lo de mi embarazo. 

Decidí hablar con el director de Puente Viejo para reincorporarme a mi trabajo, a lo que este decidió que la única condición para ello, sería que descansara unos días más, y a pesar de mis suplicas, hizo caso omiso.

Pasado los días, en mi gran soledad, recibí la visita de alguien que no me esperaba para nada. Cristian, mi viejo amigo dentro de San Onofre, el cual se encontraba en libertad vigilada , consiguió mi dirección, y tras ver mi estado, me pidió que me fuera a vivir con él. Al principio dudé, pero este me animó puesto que él solo habitaba en su departamento en las mañanas y por las noches tenía que dormir en prisión, y le daba pena dejar su casa sola por los numerosos robos que ocurrían en el país a diario.

En cuanto a lo que había escuchado durante mi estancia en el hospital, sabía que los Borges, Barny y el papá de mi bebé estaban bien, al igual que César y Arnold. Sin embargo, el resto de presos había muerto, hecho que me causaba un gran dolor, ya que había perdido a una gran cantidad de amigos por ese incendio. Y entre eso, y el ver con mis ojos como mi supuesto " padre" asesinaba a Pedrito... me tenían realmente traumada, consiguiendo así que no pegara ojo ninguna noche.

Por todo eso, es que decidí volver al laburo el cual comenzaría mañana.

- Ni siquiera se si tener el bebé o no...- tras mis palabras el chico solo hizo silencio.

Licenciada Ballesteros - El MarginalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora