"Capítulo nueve, tercera parte: Vos y yo, terminamos"

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Cualquiera podría pensar que a Emilia se le había ido la cabeza por completo y que estaba poniendo en riesgo su vida una vez más, y la de su pequeño Brian. Sin embargo ahí estaba, en la enfermería de Puente Viejo acompañando a su viejo amigo Arnold. 

En cuanto la sacaron de allá y la ambulancia se la llevó a urgencias por su sangrado, todo fue un caos en Puente Viejo. Aunque lo que no sabía nadie, es que pocas horas después de lo ocurrido le habían dado el alta puesto que el sangrado era simplemente un toque de atención a causa del estrés.

No obstante, a pesar de haber sido simplemente un susto, el médico le había mandado reposo, y sobre todo le había recetado la baja maternal para que descansara en casa. Pero Emilia tenía cosas pendientes, y como buena suicida que era, no iba a descansar hasta saber que todo cambiaba en San Onofre.

-¿ Qué haces vos acá?- preguntó César entrando en enfermería al ver ante sus ojos a su exnovia agarrada de la mano de uno de sus mejores amigos- ¿ no deberías estar descansando?

-¿ Acaso yo descanso alguna vez?- preguntó la chica con obviedad logrando que César soltara una pequeña carcajada e incluso consiguió que con mucho pesar también lo hiciera Arnold quien solo escuchaba ya que a penas podía hablar.

-¿ Cómo se encuentra?- le preguntó refiriéndose a Arnold.

-Bueno, le di sus medicinas y estuve con paños fríos intentando que se le bajara la fiebre... pero esta no baja.

-¿ Y vos ? ¿ Cómo te encontrás?

-Bueno... fue un pequeño susto sin importancia.

-Fuiste valiente...- dijo el chico con sinceridad- pero te tenés que dejar de boludeces, lo vas a perder- dijo y ante el silencio de la chica quien andaba algo decaída, posó una mano en su panza- está crecidito che ¿ te dijeron que era?

-Será un pibito- dijo posando su mirada a la mirada del chico presente por primera vez- y sí, me puse muy gorda- dijo pasando la mano por encima de su panza hasta conectarla con la de César-parezco chancho.

-Gorda se la seguís poniendo al pelotudo ese- dijo Arnold con mucho esfuerzo causando que una carcajada saliera de Emilia y que César lo mirara mal a pesar de que interiormente le hizo gracia el comentario de su amigo.

-Ah mirá vos, para decir boludeces si que podés hablar- dijo César causando la risa de las dos personas presentes.

Arnold iba a volver a contestar pero le dió la tos y no pudo, Emilia y Ceéar se alarmaron y estuvieron junto a el hasta que se tranquilizó y se relajó.

- Dormí- dijo Emilia- te sentirás mejor- dijo cambiando el paño de agua fría y acariciando las heridas que tenía en sus brazos.

-El Coco ese es un hijo de puta- espetó con enfado César- no te debiste ponerte en su contra.

- Estoy cansada de las injusticias de los penales... no podía dejar que eso pasara...

-Pero ya no sos vos sola so...

-Ya sé- cortó la chica- sé que ya somos dos vidas, y que tengo que mirar por el pibito pero no puedo evitar...

- No solo son dos- le interrumpió César - ¿ sabes porque aún no maté con mis propias manos al colombiano ese puto y a los Borges?- preguntó el chico dejando a Emilia totalmente desubicada- Por vos, porque por desgracia esos giles y yo tenemos algo en común, que si a vos te pasa algo, nosotros caemos detrás, y yo sé que si toco a alguno de esos giles a vos te mato- se sincero- y vos te merecés una buena vida, una linda familia... vos te merecés el cielo pero acá solo existe el infierno, por eso ojalá y algún día te marches nos dejes acá con nuestra porquería y vivas tu vida feliz y con alguien que te merezca de verdad.

Licenciada Ballesteros - El MarginalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora