Abrí los ojos lentamente, me encontraba muy adolorida y cansada, era como si cien elefantes me hubieran apisonando el cuerpo poco a poco. Sin embargo, todo mi dolor se fue, cuando observé la escena que se plantaba ante mis ojos.
Me encontraba en la enfermería de Puente Viejo, a mi lado se encontraba la enfermera tomándome la tensión, y justo frente a mí se encontraba James, quien abrazaba fuerte mi panza mientras dejaba pequeños besos en esta.
-¿ Acaso estoy en el cielo?- dije como pude, mi voz a penas salía de mí y la que salió era bastante ronca.
En cuanto hablé, los ojos de las dos personas presentes se posaron en mí.
- Princesa ¿ cómo se encuentra?- dijo James abrazándome con fuerza- me tenía preocupado.
- Me siento como el orto- dije algo apenada- espero que haya otra personita que al menos no haya sufrido como yo.- dije mirando a la enfermera quien asintió con felicidad.
- Tranquila, fue un susto solo, tu bebé está estable.- dijo feliz, pero de repente su cara brilló con más felicidad aún, como si algo especial hubiera visto- oh... hola ¿ te puedo atender en algo?- preguntó, y en ese momento James y yo dirigimos nuestra mirada hacia donde ella lo hacía, a la cosa que miraba con tanta felicidad, y que resultó ser lo que menos me esperaba.
-¿ Qué hace el gonorrea este acá?- dijo James a la defensiva, y antes que fuera hacía César, lo agarré del brazo.
-¿ Qué problema tenés vos, puto?- contestó este- ni sabía que estaban acá.
- Ah no ¿ entonces para que mierda viniste?- preguntó James- no tienen suficiente con lo que le hizo su amiguito el cobani a Dios.
- ¿ Qué le ocurre a Diosito ?- le pregunté a James pero ni me contestó, ya que tenía su mirada fija en César.
- ¿ Y yo que tengo que ver?- contestó César- fue el farlopero ese quien se empezó a cagar a piñas con Palacios, yo cero onda con eso.
-Claro porque usted es un mariconcito, mucho si tocan a uno nos tocan a todos y vainas de esas pero a la hora de la verdad usted es un cagón.- soltó James y ahí fue cuando César se acercó a él para llegar a algo más. Sin embargo, esto no pudo ser posible puesto que la enfermera lo paró.
- Ya basta, la licenciada tiene que descansar- paró todo- James si no parás llamaré a los guardias, y vos César, te pido por favor que abandones la sala.
- Pero vine a darte algo que te hice en clase de carpintería, mirá- dijo el mismo y le extendió un pequeño cofre con una nota dentro.
Ante este gesto la enfermera enrojeció de la pena, aunque esto no paró que ambos se quedaran mirándose mutuamente embobados.
- Bueno ya está ¿ no?- llamé su atención cortando su "lindo" momento- ya le diste el regalo, ya te podés marachar y dejar de romper las pelotas- dije algo molesta.
Conocía a César, había hecho eso para tratar de molestarme, no estaba acá por casualidad y eso es lo que me molestaba, su insistencia en romper las bolas.
- No che pará, vos ni comés ni dejás a los demás comer- dijo César- ¿ Ahora andás celosa?
- El y yo no somos nada , solo amigos- dijo la enfermera rápidamente tratando de excusarse como si a mi me hubiera molestado que estén juntos.
- Me chupa un huevo si están juntos o no, no estoy así por eso- contesté algo brusca, y me arrepentí al momento porque al ver la cara de la enfermera sentí que de un momento a otro iba a largarse a llorar.
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Licenciada Ballesteros - El Marginal
Fanfic"Dos pueden guardar un secreto si uno está muerto." SASHA PIETERSE - Alison DiLaurentis ------------------------------------------------------------------------------------ Historia basada en la serie El Marginal. Todos los derechos y los personajes...