"Capítulo Dos, Tercera Parte: Hola de nuevo"

409 21 6
                                    

30 Días antes de la llegada de los Borges a Puente Viejo...

Me desperté totalmente agitada ante el sonido de mi celular, el cual indicaba que alguien me estaba llamando. 

Miré el despertador extrañada, eran las cinco de la mañana.

¿ Quien sería capaz de llamar a esta hora?- pensé.

Por un momento dudé en agarrar la llamada, pero a pesar de mi cansancio, la curiosidad acabó ganando e hizo que rápidamente contestara a la llamada.

- ¿ Con quien hablo?- pregunté.

- Emilia...

-¿ Emma? ¿ Sos vos?- pregunté y simplemente obtuve un llanto como respuesta- ¿ Que te pasó? ¿ Ocurrió algo?

- Es Miguel... lo atraparon.

-¿ Cómo que lo atraparon?

- Teníamos intención de pasar la frontera con los chicos y... la policía comenzó a perseguirnos y a disparar y...

-¿ Donde te encontrás vos?

- En mi antiguo apartamento, está mi hermana acá.

- Dame un tiempo que me asee y me vista, y voy para allá.

- Ok, nos vemos...- fue lo último que escuché antes de agarrar el teléfono móvil.

***

Llegué con rapidez a Puente Viejo, tras la visita a mi vieja compañera de despacho de San Onofre, pude informarme de todo lo que hizo en este tiempo y conocer a su pequeña hija. También pude pasar un rato con Lucas, pero sobre todo pude enterarme de algo inesperado, y es que a Miguel lo habían trasladado a la cárcel donde yo laburaba por ello mi amiga me pidió algo de ayuda para que todo fuera más sobrellevable para él.

Y aquí me encontraba, ingeniándomelas para poder ver a Miguel, y buscando la forma de encontrarle protección en la cárcel.

Había dos maneras de que a este no le ocurriera nada, pero para ello tendría que conversar con dos personas. Dos personas muy diferentes, y que por motivos diferentes no me gustaba tratar.

Seguí barajando en mi cabeza cual de esas dos opciones era la mejor, y por mucho que me doliera y que me costara tragar por mi orgullo, iba a tener que hablar con él, por mi amiga Emma.

Llamé a uno de los guardias, el cual vino al segundo, pedí que lo trajera, y al cabo de veinte minutos se encontraba frente a mí, de brazos cruzados y mirándome con seriedad.

- No me mirés así- comencé a decir para cortar el tenso reencuentro, ya que después del incidente que tuvimos no habíamos vuelto a hablar, ni si quiera volvió a aparecer por las clases de lectura- para mí tampoco es agradable verte, pero necesito pedirte un favor- cuando dije esto último, este me miró incrédulo para después comenzar a reír con fuerza.

-¿ Esto es joda no?- ironizó- después de todo lo que me dijiste en tu tallercito y después de tenerme engañado tanto tiempo, me venís pidiendo ayuda.

- No lo haría si no fuera una urgencia.

-¿ Y cual es la urgencia? - preguntó con cierto enfado -¿ Que el papá de tu bebé te abandonó y necesitás otro papá?- dijo con rabia tratando de hacerme daño.

- El bebé tiene su papá , no necesita otro, siento decirte que aunque hubieses deseado que esa fuera mi propuesta, no es el caso- dije de igual forma.

Licenciada Ballesteros - El MarginalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora