Licenciada Ballesteros - El Marginal

"Capítulo Tres, Cuarta Parte: Un antes y un después"

- Emi, te dije que parés ya- insistió Brian algo cansado del comportamiento por el comportamiento de Emilia- te dije que está todo bien.

-¿Seguro?- preguntó la chica por décima vez.

Desde el beso que le había robado César, no paró de pedir perdón a Brian, no quería perderlo por culpa de las estupideces de César. Y mucho menos quería decepcionar a Brian o hacerlo sentir insuficiente.

-Tranquila ¿si?- dijo el chico agarrando sus suaves manos y dejando pequeños besos en ella- sé como es César y las intenciones que se trae con vos, pero también sé como sos vos y que no traés ningún interés por César. Además confío en vos, sé que no me fallarías como te fallaron en su momento...- cuando dijo esto último, ambos se abrazaron con cariño y ternura.

-Eres demasiado bueno para ser real.-comentó la chica.

-Y eso pensé yo cuando comenzó nuestra relación.-le confesó a la chica algo sonrojado, gesto que consiguió ablandar el corazón de la misma, y que además hizo que esta se lanzara con avidez hacía sus labios.

Una vez se separaron de aquel beso, Brian no podía disimular la sonrisa en su cara. Había sido su primer beso con la chica, y esta vez había sido ella quien se había lanzado, gesto que lo ponía más feliz aún.

La chica frente a él se encontraba igual, era verdad que no había olvidado al padre de sus hijos aún, había vivido muchas cosas con él. Sin embargo, se volvía a sentir ilusionada, amada, y por una vez podía ver un futuro prosperador con una de sus parejas.

El despacho de la licenciada irradiaba amor y felicidad en esos momentos. Aunque había una persona justo detrás de la puerta, a la que se le rompió el corazón ante tal escena. Un James con mucha rabia se encontraba ahí esperando a que la madre de sus hijos se quedara sola para darle un ramo de flores que había conseguido y tratar de arreglar las cosas con ella, pero la escena ante sus ojos hizo que tirara aquel ramo de rosas a un lado para volver a su celda con mucha ira y jurando venganza.

-¿Qué significa esto?-preguntó Brian algo nervioso y sin saber que decirle a Emilia, para él ese beso había sido alucinante, el mejor de su vida, y mucho más sabiendo que dentro de unas horas salía de allá y podía pasar más tiempo con la chica.

-Significa que estoy dispuesta a darle una oportunidad a lo nuestro, que te voy a estar esperando para salir de acá y que mis hijos y yo estaremos encantados de dejarte un sitio en nuestro pequeño apartamento para que te instales mañana- dijo la chica feliz, y esta vez fue Brian el que le robó un beso- me gusta más que me robés vos los besos que el pelotudo de César- bromeó la chica a lo que el chico frente a ella rió.

-Dejate de joder con César que ahora tengo que ir a la biblioteca con él para ayudarle a escribir una carta- dijo a lo que la chica lo miró impresionada-¿ Qué? la carta es para una piba con la que se habla, si le da bola se deja de joder con vos- confesó consiguiendo que la chica soltara una leve carcajada.

-Lo que digo, sos demasiado bueno, pero entiendo, te queda poco acá, a pesar de todo César no es mal pibe- confesó- solo se confunde de a menudo, pero bueno los que lo queremos siempre perdonamos al pelotudo ese- dijo consiguiendo hacer reir al chico- así que bueno, disfrutá con los pibes tu último día acá, yo voy con Miguel ahora- informó- por lo visto una abogada lo quiere ayudar con su hijo y vamos a ver que podemos hacer.

-Y bueno suerte, y saludalo de mi parte- le dijo el chico para despedirse de ahora su novia con un pico- podía acostumbrarme a esto de los besos- dijo por último haciendo reír a Emilia quien negó con la cabeza ante las ocurrencias de Brian.

Cuando Brian desapareció por la puerta, esta se dispuse a dirigirse a la sala de visita, donde había quedado con Miguel y aquella abogada. Sin embargo, cuando llegó allí y vió quien era la abogada que llevaba el caso de Miguel quedó totalmente impresionada.