Capítulo 41

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Robert llevaba desde el amanecer acechando desde su coche. Primero vio salir al padre de Layla
con los niños, y después como un coche recogía a Layla y los demás y los siguió.
No les quitó los ojos de encima en ningún momento, los celos enfermizos que sentía, no le dejaban
pensar con claridad, y en más de una ocasión tuvo que contenerse para no lanzarse contra Tom.

Primero los siguió al restaurante, no quiso arriesgarse a estar tan cerca de ellos, por lo que
esperó fuera, escondido en el coche.
Al salir lo dejó allí aparcado y los siguió a pie. Estuvieron toda la tarde de un lado a otro de la isla, al ser temporada alta no tuvo problemas en pasar desapercibido, pero notaba como Layla y Tom en alguna ocasión miraban a su alrededor esperando encontrar a alguien.
-¿Sabéis que estoy aquí verdad?- pensó.

Pero en ningún momento se percataron de su presencia.
Más tarde los cuatro se dirigieron a una pequeña feria, él se sentó a observarlos.

Le dolía , a su enfermiza manera, ver cómo Layla era feliz con alguien que no era él

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Le dolía , a su enfermiza manera, ver cómo Layla era feliz con alguien que no era él.
Se le revolvía el estomago cada vez que Tom pasaba por encima de los hombros de Layla su brazo, o cuando lo dejaba caer despacio, acariciándole la espalda y dejaba un momento su mano en el trasero de ella.
No soportaba ver como la tocaba o la besaba, y harto del espectáculo decidió volver al coche.

Sin saber bien a donde iba condujo a toda velocidad, en un par de ocasiones estuvo a punto de salirse de la carretera, pero inconscientemente volvió a la casa donde Layla se alojaba y decidió esperarlos sin saber bien que iba a hacer.
Se bajó del coche y estuvo andando alrededor de él cerca de una hora, cuando por fin escuchó el motor de un coche y se escondió detrás de un árbol, y se quedó allí hasta que el coche salió de la propiedad, y sin pensarlo, antes que la verja se cerrara, entró.

Se acercó a la casa intentando no hacer ruido, vio a lo lejos como Tom se separaba del grupo y se marchaba en dirección opuesta a la casa. Lo siguió y pudo ver como entraba en una pequeña casa para invitados. Decidió rodearla para encontrar una ventana donde poder observarle.

Se encontró con la pequeña terraza, pero pensó estaría muy expuesto por lo que se alejó un poco y quedó escondido por otro árbol. Si bien desde aquella posición no veía toda la habitación que supuso era el salón, si lo suficiente para ver como Tom iba encendiendo decenas de velas, las repartía por la estancia y apagaba la luz.

-¡Dios! Eres un cursi Tom-dijo para si mismo.

Después de eso, fue el turno de la música, desde allí no la reconoció, seguramente alguna cantante inglesa que solo él conocía, pensó.

Al cabo de unos minutos apareció Layla, ¿siempre había estado tan radiante per él no se había fijado? La posibilidad de que la razón fuera Tom no se le pasó por la mente. Era demasiado egocéntrico para eso.
Se acercó un poco más al ventanal que daba a la terraza, esperaba que sin la luz proveniente del interior, no pudieran verlo si se acercaba un poco. Aunque lo que vio no le gustó en absoluto.

Un cambio de rumboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora