Capítulo 63

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Tom sólo llevaba una hora en la sala de espera pero tenía la sensación de llevar allí mucho más tiempo.
Había recorrido cada centímetro de aquella sala centenares de veces.
Y por fin Leo apareció por la puerta de urgencias.

-¿Está bien?- preguntó asustado cuando se acercó a él.
- Tranquilo, está fuera de peligro. Solo tenemos que esperar a que despierte. El golpe fue bastante fuerte. Eso junto con la perdida de sangre y el stress del momento no la han ayudado precisamente- le explicó Leo.
-¿Y eso cuando sucederá?-.
-No podemos saberlo Tom. En media hora, un día ... Su cuerpo tiene que recuperarse- añadió.
- Y... ¿nuestro bebé está bien ?-.
- Perfectamente- dijo sonriéndole, por lo menos una de las noticias era buena.
-Gracias-.
- No tienes que darlas, es mi trabajo- le contestó Leo.
- No solo por esto, por todo lo demás. La has cuidado cuando yo no supe hacerlo- le aclaró. - Para eso están los amigos ¿no?- respondió el médico. - Sé que habéis sido algo más que amigos ... - le confesó Tom. - Mmm bueno, creo que ese solo he sido yo. No creo que ella sintiera por mí algo más que una amistad. Siempre estuviste ahí Tom- le dijo un poco avergonzado.

Leo vio como por unos segundos Tom sonrió levemente, pero enseguida le volvió la cara de preocupación.

-¿Quieres pasar a verla?- le preguntó esperando que se animara un poco. Pero por la cara que puso Tom no pareció que hubiera funcionado- ¿Estás bien? -No- respondió- Me da la sensación que cada vez que me acerco a ella, solo ocurren cosas malas y uno de los dos acaba sufriendo. Creo que lo mejor para los dos sería que no me acercara más-. - Tom, a ti no te conozco. Pero creo conocer a Layla lo suficiente para saber que si haces eso le romperás el corazón de nuevo, y eso si va a hacerla sufrir. Por lo que sé, todo lo que habéis pasado ha sido culpa de Robert, pero él ya no está Tom. Deja que sea feliz contigo. Se lo merece, ¿no crees?- aquel discurso le impresiono incluso a él. No se había imaginado dándole ánimos al hombre que había escogido Layla. - Supongo que tienes razón, es que me aterra la idea de hacerla sufrir- le respondió. Entendía porque Layla había confiado en Leo, era tan fácil hablar con él. Como si lo conociera de toda la vida. - Entonces vamos, ¿no querrás que despierte y me vea a mi verdad?- le preguntó intentando bromear un poco. Y por la sonrisa de Tom parecía que había funcionado.

Pero cuando entró en la habitación de Layla, aquella sonrisa desapareció. Verla en aquella cama, tan pálida y carente de expresión le rompió el corazón. Por un momento estuvo tentado a salir por aquella puerta que acababa de cruzar, pero no iba a hacerlo. Se había prometido no dejarla nunca más. Y eso fue lo que hizo. Colocó una silla al lado de su cama y se sentó y con cuidado le cogió la mano.

 Colocó una silla al lado de su cama y se sentó y con cuidado le cogió la mano

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- Hola cielo, estoy aquí. Y no pienso moverme de aquí hasta que abras los ojos- le susurró.

Pero no despertó.

Los padres de Layla llegaron poco después. Lo encontraron con la cabeza apoyado en las rodillas de Layla murmurando algo que no entendieron. En cuanto los escuchó tuvo la intención de levantarse, pero con un gesto de su madre fue suficiente para no hacerlo. Pasaron horas en la habitación. No hubo ningún reproche hacia él, solo palabras de cariño y consuelo entre los tres.

Un cambio de rumboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora