Dia 8 en el pueblo. (Martes)
Barbara.
Me desperté, todo parecía comenzar la mañana fría pero tranquila, sin embargo mi teléfono sonó, es Fernando haciéndome una videollamada, atiendo.
—Buenos días —digo bostezando.
—Pensé que iba a encontrarte con un hombre durmiendo.
—¿Eh? —levantó una ceja sin entender, sentandome en la cama.
—Hace una semana Barbara que te fuiste, ¿Crees que a mi no me entra en la duda que no subas nada en las redes sociales? ¡Me vuelvo loco!
—Fernando lo único que he hecho es ver a mi familia, ni siquiera he visitado a mi mejor amiga ¿Que te pasa?
—¿Tu ex?
—Fernando... —Lo digo en tono seriamente.
—¿Es él, no? No olvido que casi te casaste con él.
—¿Me hablas de enserio? ¡Fernando! ¡Por favor! me insististe que venga a Mendoza y ahora me cuestionas estas pelotudeces, cuando dejes de pensar cosas te llamo.
Corto la llamada y tapo mi cara con la almohada.
Hace exactamente una semana que llegué al pueblo y no puedo creer que esto esté sucediendo, se me caen las lágrimas porque he creado este viaje para los dos y lo único que hace es no llamarme y echarme la culpa para no sentirse mal. Derramó algunas lágrimas sobre la almohada, y corro hacia la estancia donde están los caballos, busco a Sultan desesperadamente y salgo a cabalgar.
Esto me recuerda a mi antigua yo, escapando de la realidad, dejando todo sin que nadie me cuestione donde estoy, que hago, o que debo hacer, me pierdo cabalgando con el viento sobre mi, el paisaje hermoso de las montañas y la cordillera nevada ¿Que mas puedo pedir? Llevo varios minutos cabalgando y me dirijo hacia "La Victoria" el lugar donde nos refugiamos juntos con Mateo.
Llego, ni siquiera miro si alguien está en esa cabaña, solo dejo a Sultan y camino a la bajada del lago, me siento allí, y comienzo a llorar, no puedo más, tapo mi cara junto a mis manos unos segundos sollozando mientras nadie me juzga lo que hago sola, no he desayunado solo me escape para volver a reencontrarme con la vieja Barbara.
—¿Barbara? —Dice una voz masculina
Volteo mi rostro rápidamente limpiando mis lágrimas.
—¿Mateo? ¿Qué haces aquí?
Mateo saca un pañuelo de su bolsillo y me lo entrega.
—Eso mismo me estoy preguntando ¿Estás bien? —se sienta a mi lado.
Apoyo mi cabeza en su hombro.
—No, necesitaba salir un poco de la realidad.
—Siempre es necesario de vez en cuando reencontrarnos con nosotros mismos ¿Segura que estas bien?
—Discuti con Fernando nada más —limpio mis lagrimas— ¿Que haces aqui? —regreso a preguntar.
Mateo se ríe.
—Ven —se levanta y extiende su mano para que me levante— Vamos.
Agarro su mano y lo sigo.
—Anoche cuando te deje me llamó un estanciero y tuve que venir nuevamente, pero ya era demasiado tarde para volver a casa, entonces me quede aqui —sonrie y me muestra las llaves.
Abro mi boca hasta donde pueda caber del asombro.
—La compre.
—No, no, no ¡Esto no puede ser real! —expreso a gritos, feliz.
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Siempre he sido tuya.
RomanceBarbara Schulz una joven que decidió huir de su pueblo para dejar un pasado atrás. 8 años después volver a "Potrerillos" con su futuro marido de visitas por un mes era una buena opción, sin embargo su carrera política hace que ese viaje de a dos se...