-Veintiséis.

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Día 26 en el pueblo (viernes)

Barbara

No puedo respirar, tengo el corazón que está latiendo muy rápidamente, siento que se me va a salir del pecho ¿Y ahora? Mis ojos no pueden creer que lo están mirando ¿Fernando que haces aqui? Estoy arriba de la camioneta de la persona que aun no puedo sacar de mi corazón pero delante de ella está la persona que creo que pasaré el resto de mi vida.

—Mateo —agarro su mano y lo miró fijamente— No quiero que veas esto.

—¿Es él no? —Dice apenado.

Se me está rompiendo el corazón.

—Mateo, por favor, te lo suplico.

—Necesito verlo para asimilar que voy a perderte para siempre mi amor.

Muerdo mis labios, muero por llorar.

—Por favor —en tono de súplica— vete, no mires esto.

Mateo me está haciendo pedazos, está firme, y yo debo bajar de esta camioneta, enfrentarme a Fernando, seguramente besarlo y no quiero que Mateo sea testigo de este acto.

Bajo de la camioneta, caminó varios pasos casi corriendo mientras Fernando me sonríe.

—¡Mi amor! —me abraza y besa mis labios

Perdóname Mateo, perdóname.

Suelto el beso rápidamente y escuchó cómo arranca la camioneta de Mateo.

—¿Dónde estaba mi futura mujer? Llegué hace 2 horas y no estabas.

Me río falsamente.

—Deje el celular, fui a hacer compras temprano.

—¿Quién eres el hombre que conducía? —Dice sin dejar de mirar la camioneta de Mateo.

Macarena sale de la casa.

—Es mi mejor amigo —Contesta Macarena.

Respiro hondo y entramos.

—Ya vengo, necesito ir al baño —salgo apurada hacia mi habitación y busco el anillo de compromiso— ¡Carajo! ¿Dónde está? —abriendo todos los cajones, temblando las manos de los nervios— Acá esta —respiro aliviada y me lo coloco.

Salgo de mi habitación, Macarena indica que se va y Fernando sigue aquí, todavía no puedo creer lo que mis ojos están viendo.

—Te extrañe —dice abrazándome— Quería sorprenderte, quiero que mis suegros se lleven una buena imagen de mi.

—Claro que sí amor ¿Tus cosas?

—Están acá —me las señala.

—Vamos a dejarla en mi habitación entonces.

Caminó unos pasos hasta mi habitación, abro la puerta y Fernando se queda mirando.

—¿Esta es tu habitación? —mirando para todos lados.

—Si ¿Cual es el problema?

—Deberías tirar esos perfumes, la decoración antigua, la cama ¿no podemos ir a la cabaña pequeña que tus padres ofrecieron cuando veníamos? Esto de estar en familia me agrada, pero no al extremo, debemos tener nuestra intimidad.

Muerdo mis labios unos segundos incómoda y continuo.

—Si, sería lo mejor —dándome cuenta que aquí hay muchas cosas y recuerdos con Mateo— ya le indico a mi padre que nos iremos alli.

Siempre he sido tuya.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora