Siempre he sido tuya.

-Treinta y Cinco.

Un mes junto a Mateo (En el pueblo "La victoria")

Barbara

El miedo parece irse, porque con tantas amenazas de que "el gobernador aparecerá" nunca sucedió. Hace un mes que estoy aquí refugiada en la cabaña viviendo una vida completamente diferente, con esa vista privilegiada a las cordilleras nevadas y una bajada a la laguna increible. Las cosas van bien, todo parece retroceder a años anteriores, con algunos cambios, se que he abandonado a la vieja Barbara pero tampoco puedo cambiar mucho a la actual, entonces se agruparon para crear lo mejor de mi.

Mateo se ocupa de su trabajo, va al viñedo y regresa todos los días por la tarde, mientras tanto yo me ocupo de aquí, haciendo las compras, conociendo a los nuevos vecinos del pueblo "La Victoria" pero... también pienso en mi antiguo empleo, y entonces busco la notebook y preparó eventos como si tuviera que crear alguno. Hace exactamente un mes que envié mi carta de renuncia, y es tan raro, a pesar de ello hablo con Maria Emilia Rivera cuando puedo para no olvidarme de hacer las cosas que también me gustan.

Ahora todo es tan bonito, he aprendido a amar al nuevo Mateo de una manera diferente, pero también dejó que él haga lo que tanto ama, por eso nos tomamos nuestros espacios para desconectar del caos que ha sucedido en tan poco tiempo. Sultan está aquí, con nosotros porque me encanta salir a cabalgar y perderme entre montañas, así que mi mañana se ha dedicado a pasear y disfrutar todavía del frío que hace en el pueblo.

Regrese a casa, un poco tarde pero feliz.

Ingreso a la cabaña en silencio.

—¿Dónde estabas? —pregunta Mateo, mirándome desde la cocina con un vaso de agua en la mano.

Sonrió un poco y me acerco a él.

—Estaba cabalgando, fui a disfrutar del hermoso día que hay hoy como en los viejos tiempos, conectandome conmigo misma, haciendo lo que amo.

Me besa un segundo y toca mi rostro.

—¿Pasa algo Mateo?

—No, pero..

Levantó una ceja.

—¿Qué pasa Mateo?

—Pasó un mes Barbara, es hora de regresar a Potrerillos.

Suspiro y miro hacia un costado.

—Mi amor amo verte aquí conmigo, pero, hace exactamente un mes que no ves a tu familia, que no tienes contacto con nada, solo haz visto a Rita y a Lucio, debemos enfrentar a la posibilidad de lo que suceda, tenemos un abogado, no quiero esconderme más, quiero salir a caminar contigo de la mano sin importarme nada ¿Lo entiendes? si tengo ganas de besarte donde sea que lo pueda hacer.

—¿Y tú dónde quieres besarme?

Mateo se ríe un poco.

—En cualquier lugar del mundo.

—Mmm... tentador —me acerco más a él y beso su cuello.

—Barbara... Barbara.

—¿Qué?

—No intentes manipularme por besos, tenemos que regresar.

—Está bien, si quieres que regresemos estoy lista.

Mateo sonríe.

—Me hace inmensamente feliz —besa mis labios unos segundos— pero... antes.

—¿Antes que? —mirándolo fijamente.

—Podriamos tener un buen sexo aqui.

Comienzo a reírme.

—¿Qué es lo que te causa tanta risa? —pregunta seriamente.