-Diecisiete.

260 26 0
                                    


Dia 17 en el pueblo. (Jueves)

Barbara

¿Qué estoy haciendo? ¿Es correcto? he pedido a Mateo que me haga el amor, y siento que mi corazón va a estallar de lo rápido que late, porque Mateo me está mirando con miradas placenteras, candentes, pecadoras «quiero rendirme en tu cuerpo Mateo, hazme tuya» es lo unico que pienso mirandolo a los ojos. Mateo no contesta, sus ojos celestes estan perdidos, por lo que le he dicho, hasta que reacciona y agarra mi mano, no me dice nada, hace frio, pero bajamos al lago por el camino que hay y miró el puente de madera pequeño pero hermoso que construyeron.

—Al agua —dice mirandome.

—¡¿Qué?! —expresó a gritos— está helando Mateo.

—¿Qué hacemos cada 16 de junio?

—Ya es 17.

—No importa.

—Mateo, está helando.

—Al agua —insiste.

Me río.

—Estas loco Mateo —respiro hondo— ok, rapido.

Mateo sonríe sin soltarme la mano.

—¿Estas lista?

Asiento con la cabeza.

Me tapó mi nariz un poco, mientras siento como Mateo se tira al agua conmigo ¡Está helada! Voy a morir del frío, salgo del agua con desesperación, Mateo me ayuda, y corremos hacia la cabaña, entramos muertos de frío a pesar de que la chimenea está encendida, corremos al baño y encendemos la ducha, mientras entramos desesperados, sacándonos los zapatos y el abrigo que llevamos puesto.

Nos miramos a los ojos y comenzamos a reírnos, mientras el agua caliente cae en nuestro cuerpo.

—Que se vaya todo al carajo —dice poniéndome contra la pared de la ducha besándome.

Oh dios santo.

—Mateo... a la cama Mateo... —murmuró entre besos.

Me sujeta entre besos, sobre su cintura, levantándome mientras abrazo con mis piernas su cintura, nos besamos con brusquedad , parecemos dos salvajes de la tierra, estamos mojados, empapados, y hace unos segundos muertos de frío, pero ahora me invade un calor en la piel que me saca de sí. Mateo me lleva a la habitación pero antes apaga la grifería de la ducha y me tira a la cama sin dejar de besarme, ¡Carajo! esto se está yendo de las manos.

Desabrocho su camisa abotonada y el termina de sacarla, queda sin nada por arriba y mientras me deja de besar tocó sus abdominales y lo miro perversamente.

Debora nuevamente mi boca, su lengua intenta alcanzar hasta mi garganta y provoca un gemido de placer y asombro al volver a recordar lo que eran sus verdaderos besos. Acaricia mi cuerpo, y desliza mi remera hacia arriba quitandomela, quedando mi corpiño blanco de encaje ante él. Su boca se hace agua al mirar mis pechos, se cerca «Oh dios mío voy a explotar si sigue mirándome así» Traga antes de desabrocharme el corpiño de encaje, y mira mis pechos liberados, duros, hermosos, bien blancos, se lanza salvajemente ante ellos y los chupa uno por uno mientras acaricia con su otra mano.

—¡Ah! —gimoteo como loca por lo que me causa.

Regresa a besarme, sujetándome el rostro, obligándome a profundizar el beso.

Siento sus jeans apretados como quiere liberar esa erección, y yo me vuelvo loca con solo pensarlo. Bajo mis brazos, desabrocho su cinturón y bajó su bragueta. Mateo deja de besarme, saca mis brazos de allí subiéndolos hacia arriba de mi cabeza, y me quedo indefensa ante él.

Siempre he sido tuya.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora