La primera cita con Eiji fue en una pequeña cafetería local. Descubrió que el omega tenía veinticuatro años, dos años mayor que él, y laboraba como fotógrafo en el New York Times. Ese dato era uno de tantos que supo ese día, hablaron por tres horas seguidas.
Sentían que se volvían más cercanos.
La segunda cita fue esporádica tras seguir el hilo rojo del destino hacia dónde trabajaba Eiji. La tuvieron en un bar cercano, ahí conoció que el omega no toleraba muy bien el alcohol pero era de esa clase de borrachos honestos: le recitó lo maravilloso que era su destinado durante toda la noche. Lo bueno es que Ash podía ocultar su espeso sonrojo por la ebriedad.
La siguiente cita fue mejor planeada. Quizá no tenía tintes románticos pero sería la más significativa para Eiji.
Un sutil escalofrío pasó por la espina dorsal de Ash. Se hallaba nervioso.
Por lo mismo, después de su jornada laboral como químico farmacéutico recién graduado, decidió ir a la Biblioteca Pública para despejar un poco su mente. Todavía era temprano para ir con Eiji, así que pasó el tiempo muerto, leyendo un libro en el asiento trescientos setenta y ocho.
Ese lugar se convirtió en uno sagrado para él, no solo en las afueras del edificio conoció a Eiji sino que antes era su refugio de los problemas que lo aquejaban.
—Con que aquí estás.
La melodiosa voz del omega provocó que interrumpiera su lectura a "Un Mundo Feliz" de Aldous Huxley. Sus ojos casi se salen de sus órbitas al admirar esa genuina sonrisa.
—¿Eiji? — encendió la pantalla de su celular para ver la hora. —. Todavía es temprano...
—Digamos que no podía esperar más — rápidamente se sentó a su lado mientras tocaba la hebra de su meñique entre sus dedos. —. Y tengo mi propio GPS... podré saber en dónde estás exactamente.
Ash sonrió casi burlesco.
—No lo había pensado de esa manera. — ladeó su rostro y cerró el libro sin despegar la conexión con los ojos de Eiji.
—A que no — en eso, leyó la portada, toda su expresión se oscureció y sus aroma era pestilente. —. ¿No puedes leer algo más alegre? Me están preocupando tus gustos literarios. — comentó en tono guasa.
—¡Exageras! No son deprimentes — intentó no hacer pucheros. Hasta este punto, creía podía leer a Eiji como un libro abierto, y si ese fuese el caso, sería una bolita triste andante, y definitivamente él no es eso. Al contrario, irradiaba luz pura. —. Ya... mejor caminemos, así podemos irnos ahora.
—¿A dónde vamos?
Al ponerse de pie, Ash amplió su sonrisa.
—Es una sorpresa.
Sin más, se dirigieron a una larga caminata. Desde que hablaron por primera vez hasta la fecha, el hilo rojo disminuyó de tamaño cada vez que están cerca pero se alarga cuando están lejos. Una forma simbólica de mostrar la cercanía que han tenido y la añoranza de seguir conectados aún desde la distancia.
Aún así, mantenían al margen el apego emocional. Llevar las cosas con calma ayudaba a no caer en la tentación del frenesí del enamoramiento y un apresurado apareamiento, que duele y rasga la razón con expectativas repletas de violentas expectativas. El respeto era un valor que concordaron entablar, no importando si eran almas gemelas, seguían siendo seres independientes con ideas y metas diferentes.
Por eso, su amor era de aquellos que se cocían a fuego lento y para deleitarse en su debido tiempo.
¿Cuándo harían oficial su obvia relación? No lo sabían y no les importaba mucho tampoco.
Entonces, al momento de que el alfa se paró frente del establecimiento, colocó sus manos sobre sus caderas.
—¿Ash?
Se hallaban en el zoológico, estaban a punto de cerrar.
—Llegamos.
El omega frunció el ceño.
—¿Seguro?
—Confía en mí. — le guiñó el ojo.
Eiji se sonrojó, tragándose una respuesta melosa.
Sin embargo, al adentrarse, no fueron al área de todo público sino a la restringida. De por sí todo aquello resultaba demasiado sospechoso pero Eiji sabía que el alfa jamás le haría daño, tuvo la oportunidad de hacerlo cuando estaba vulnerable y borracho pero fue gentil y caballeroso en dejarlo a su casa y acostarlo a su cama.
De inmediato, sus mejillas se encendieron a un calor vivo y sus feromonas lanzaban endorfinas por todos lados.
—Ya casi llegamos.
El olor de los animales del zoológico penetraban las sensibles fosas nasales del omega. Casi iba a alegar al respecto hasta que el alfa se detuvo en una de las puertas en la cual se escuchaban los cánticos de las aves.
—¿Ash?
Rápidamente, el aludido giró su cuerpo hacia Eiji y no aguantó esbozar una sonrisa.
—Cierra los ojos.
Así lo hizo y se dejó guiar por él. El cantar de los pájaros era más intenso y complaciente. En realidad Eiji no sabía que esperar y la emoción se desbordó en sus adentros en seguida que obedeció a Ash en volverlos a abrir.
Eiji quedó en shock. Se hallaba en un área llena de Gorriones de Java... es decir miles de Noris Noris volando, cantando y anidando sobre las ramas a su alrededor. Y Ash sabía que ese era su sueño desde niño.
Cuánto hubiera deseado tener la cámara con él, las lágrimas casi brotan de sus ojos y se quedó mudo al tener varios sobre sus hombros por mera curiosidad, en búsqueda de atención o de alimento.
Por su lado, Ash sintió la creciente y cálida felicidad en su corazón al apreciar ese hermoso fulgor ardiendo en los ojos de Eiji.
Tenía que agradecerle a Griffin por el pase libre. Sin él, por sus contactos siendo un cuidador de animales del zoológico de Cape Cod, esta cita no hubiera sido perfecta.
N/A: Honestamente no sé si existe información oficial sobre la especie de Nori Nori. Al menos yo no pude encontrar y, bueno, tanteando un poco sobre su aspecto físico, creo que está basado a los Gorriones de Java:
Siempre lo mejor para nuestro bebé Eiji UwU ♥
¡Nos vemos mañana!
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Besos & Abrazos
Fanfiction¡CONCLUIDA! Ash, al despertar una mañana, se percató de un largo hilo rojo atado en su dedo meñique. Solo él y la otra persona ligada del otro extremo podían verlo. Así comienza sus vidas juntos. [SOULMATES X OMEGAVERSE AU] 30 DAYS CHALLENGE OF DR...