13. Shopping

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Ash y Eiji se encontraban en un centro comercial de Nueva York en uno de los peores días para salir: BLACK FRIDAY.

Entre el mar de gente intentaron movilizarse a través de empujones, golpes, maldiciones y de la pestilencia de las personas. Con las manos firmemente tomadas (y atadas por el hilo rojo solo por emergencia), Ash iba al frente con la carreta para quitar a cualquiera que se le pusiera encima, en especial si molestaban a su omega.

Generalmente ellos no salían en esa fecha cuando eran solteros, pero la próxima visita a Cape Cod se avecinaba y Ash quería llevarles algo que ha deseado desde hace mucho a su familia: una televisión de noventa pulgadas para que disfruten el super bowl del siguiente año, además de que Michale pudiera conectar su consola para jugar.

Esa era la idea principal... ahora ya se estaban arrepintiendo un poco.

—¡Estorbas! — bramó Ash con furia, sin importarle que pasó llevando los talones a alguien con una rueda. —. ¿Por qué traen niños a estos lugares? — quedó anonadado de tantos gritos y lloriqueos que le zumbaba el oído. —. Última vez que hacemos esto...

—Concuerdo — Eiji mantuvo el ritmo, intentando espantar a sujetos que querían quitarle la carretilla. —. Ash, puedo ver que están desempacando un nuevo lote.

En eso, los ojos del alfa brillaron sutilmente, estaba lejos de donde estaban, por lo que no estaba seguro si podía tomar una entre la jauría que se había formado en un parpadeo.

—Creo que no lo alcanzaremos, Eiji... — suspiró, agotado. —. Mejor regresemos.

Sin embargo, la expresión del omega era de determinación, hasta lanzaba feromonas tranquilizadoras para él y deshizo el agarre del hilo en sus manos.

—No te preocupes, Ash... — remangó su suéter y se abrió pasó entre la multitud. —. ¡Déjamelo a mí!

—¡Eiji!

Fue inútil detenerlo, aún en estupefacción total, el alfa pudo vislumbrar como Eiji se deslizaba entre las personas y, en un escurridizo movimiento agarró una pantalla de noventa y cinco pulgadas como si fuese un saco de plumas. Por supuesto que impresionó a todos los de alrededor, al punto de que nadie quiso meterse con él mientras caminaba con elegancia hacia Ash con la televisión sobre su hombro.

Una vez más entendió porque Sing y Blanca consideraban a Eiji su orgullo... ellos lo han entrenado como tal para que pareciera que todo lo que hacía se viera sencillo. Incluso recuerda cuando tuvieron relaciones sexuales y admiró ese tonificado cuerpo pero sensible a merced de su lengua y manos.

Ash aclaró su garganta y sonrió ampliamente cuando el omega colocó la televisión con sumo cuidado en la carreta.

—Ya ves que siempre debes hacerme caso... — exhaló para nada humilde.

—Lo tomaré en cuenta — parpadeó al presenciar que varios sujetos se les acercaban. —. Paguemos y larguémonos de aquí.

Por la larga fila, tuvieron que esperar casi una hora para llegar hasta el cajero. Durante ese tiempo muerto, se dedicaron a hablar un rato o darse besos esporádicos. Por la ocasión y por la ida a Cape Cod al día siguiente, alquilaron una pequeña furgoneta familiar, lo que les daba más oportunidades de entrar en calor y ser un poco más traviesos antes de regresar a casa.

La emoción de pensar que podrían pasar un rato apasionados provocó que se apuraran camino al aparcamiento.

Justo cuando ya iban de salida, Eiji se detuvo con un leve sonrojo en sus mejillas.

—Ash... — encogió sus hombros.

—¿Qué sucede? — se acercó con ternura tras peinar los cabellos azabaches con sus dedos.

—N-Necesito ir al baño primero... — hizo una mueca adorable.

—Claro, te espero. — sonrió para animarlo a no sentir vergüenza, eran necesidades fisiológicas, no estaría enojado por eso.

El omega asintió a modo de respuesta y salió corriendo al sanitario más cercano. Ash suspiró por medio de la nariz y observó a su alrededor mientras empujaba su carreta, no quería irse tan lejos para que Eiji lo ubicara, aunque el anterior pensamiento era una conjetura en virtud que él lo puede hallar en solo seguir el hilo.

Aún así, al alfa le llamó la atención un destello de una vitrina de joyas y giró su rostro para verlas más de cerca. Ese fue un error para su buen juicio al vislumbrar un reluciente y liso anillo de bodas hecho de oro, adornados con parvos mossanites alrededor, el perfecto grosor para el tamaño de los dedos de Eiji.

El matrimonio nunca fue discutido por ellos dos, ni siquiera llevaban seis meses de noviazgo, ¿pero al ser almas gemelas estaba implícito casarse?

Hipnotizado por el hallazgo y la ansiedad de estar solo sin que su pareja se diera cuenta, Ash lo compró por impulso y lo guardó muy bien en el bolsillo de su abrigo. Quizá era el único de la relación que pensaba en eso, cómo explicaría que conoce el diámetro de Eiji por todas las veces en que ha enredado el hilo rojo en el anular mientras este dormía.

Si todavía era demasiado rápido en proponérselo, no importaba. El alfa ya estaba preparado.

Así, Ash continuó esperando a Eiji como si nada hubiese pasado. Fue momentos después que apareció un poco jadeante.

—¡Lo siento, me tardé! —dio un largo suspiro. —. Había mucha gente.

El rubio sonrió en contentamiento al percatarse que no sospechaba.

—No importa... — lo rodeó de la cintura y caminaron juntos empujando la carreta. —. Hay que acomodar este monstruo en el auto — indicó a la televisión. —. Luego podemos calentarnos un poco adentro...

A Eiji le dieron escalofríos. De la manera en como dijo Ash, al meter la gran caja en los asientos de atrás, se lo comió a besos briosos y continuaron hasta llegar al apartamento. No sabía con exactitud, pero el omega notó que el alfa era más afectuoso de lo normal con él a la hora que tuvieron sexo.

O tal vez... se estaba imaginando cosas. 

N/A: se vienen cosas grandes 😏

Muchas gracias por estar al pendiente de la historia ❤️✨

Nos vemos mañana ❤️❤️✨

Besos & AbrazosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora