24. Arguing

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Shunichi Ibe era un supervisor nuevo, caracterizado por ser bonachón y abierto con todos. Recién había sido ascendido la semana pasada, conociendo los expedientes de cada empleado en su haber.

Lo que le llamó la atención fue en uno particular, otro japonés que él, que se sobre exigía a la hora de trabajar. Además, han habido quejas sutiles por parte de sus compañeros como si no quisieran meterse en problemas con su jefa.

Una astilla de alerta sintió por aquello.

Por lo mismo, antes de salir del trabajo, chequeó si en realidad ese trabajador seguía laborando como sus demás compañeros decían.

Se sorprendió en demasía al ver un único escritorio con la lámpara encendida. Ahí se hallaba Eiji Okumura.

Jovencito. — tanteó al hablarle en japonés.

El chico se asustó y jadeó sonoramente, lo observó como si hubiera visto un fantasma.

¿Sí? — contestó por reflejo en su idioma materno. Cuando se percató de lo sucedido, siguió viendo al desconocido fijamente.

Ya es muy tarde, deberías irte a tu casa. — sonrió con calidez.

Eiji se hallaba vacilante.

—Pero... aún no he terminado.

En eso, Ibe se aproximó para escanear lo que hacía. Un sentimiento incómodo pasó en su interior al darse cuenta de que se trataba.

Yo estoy a cargo de eso, y te gustará decirte que no es urgente — continuó sonrió ampliamente. —. Ven, deja todo y descansa. Por lo visto, tu alfa te espera.

Eiji se sonrojó intensamente al ubicar que los ojos del hombre se posaban en su mordida. Sin embargo, cayó en cuenta enseguida lo que hizo toda la jornada fue inútil. Fue vilmente engañado por esa mujer...

Gracias... señor...

—Shunichi Ibe, a sus servicios.

—¡Ah! Okumura Eiji, un placer.

—El placer es mío.

No se quedaron mucho tiempo hablando, al ver que era casi medianoche, el omega salió del lugar con ínfulas de pedir un Uber hasta que vio a Ash esperándolo pacientemente. No le llamó ni mensajeó, solo se quedó ahí y solo se movió al percibir su presencia.

—Eiji, vamos...

Comenzó a caminar para que lo siguiera. El omega inhaló preocupado y lo alcanzó rápidamente.

Ibe estaba ahí todo momento pero no quiso interrumpir nada, pensando que si no se mueve, no lo ven.

Al llegar al apartamento, el alfa suspiró, esparciendo sus feromonas con desagrado.

—¿Ash...?

El aludido lo vio, un poco desesperado.

—Esto tiene que acabar, Eiji.

El aroma del japonés se tornó pesado.

—N-No se de que hablas...

—El abuso que tu jefa te impone, Eiji — alzó su voz seriamente. —. ¿No te das cuenta?

Ahora, el omega se sintió más presionado.

—No tengo opción.

El resquemor en las palabras gritadas de ambos cegó todo buen sentimiento, al punto que tras alegatos no habían pausas de por medio.

—¡Claro que sí la tienes! — lo señaló con mucha molestia. —. Cada día te ves más agotado... — lo agarró de los hombros. —, tienes que renunciar... o denúnciala... búscate otro trabajo que aprecie tus habilidades...

Eiji gruñó al respecto.

—Imposible... ¿quién me va a contratar? Hacerlo es renunciar a mi sueño... en el New York Times... no puedo dejar que alguien como ella me lo arrebate...

—¿De qué sirve tu sueño si eso te está dañando?

—Ash...

—¡Todo el dinero que ganarás, la fama, el esfuerzo no lo vas a disfrutar, lo gastarás en curar tus enfermedades, pasar tu tiempo libre en tu cubículo de mala muerte, en acudir a un psicólogo! ¿Eso es lo que quieres? —bufó amargamente. —. ¿Un burn out?

—No seas exagerado.

—¡¿Acaso no ha pasado ya?! ¡Por culpa de tu trabajo no quisiste dar la cámara cuando te asaltaron por miedo a represalias y te apuñalaron, Eiji! ¡¡Te apuñalaron!! — su voz se rajó. —.¡Pagaste por tus gastos médicos! — se ahogó de la pena.—. Por presiones de sus superiores es que la perra de Rita te otorgó una licencia para descansar solo por tres días, mierda, ¡los demás te lo descontaron de tu sueldo!

—Suficiente...

—¡Abre los ojos! Esto es una lucha inútil si tu salud está en juego... si nunca te reconocen tus logros.  — en eso, suavizó su mirada. —. Yo... no te quiero ver demorarte poco a poco por eso...

Sin embargo, el rostro de Eiji se endureció severamente. 

—¡Hablas como si conocieras todo pero no sabes nada! Yo no tengo ningún IQ superior, dones o carisma. Todo lo que he conseguido lo he obtenido por mis méritos.

—Eiji...

—No me importa si nadie me ayuda, Rita se puede ir al carajo con su baja autoestima, ¡solo quiero cumplir con mis expectativas!

El ambiente tan pesado, grotesco y lúgubre se asentó en la pareja. Nunca habían tenido una discusión tan acalorada.

Incluso el hilo rojo comenzó a quemarle sus dedos.

En eso, Ash revolvió sus cabellos. Su conversión no estaba llegando a ningún lado. El cansancio físico y mental los estaba drenando.

—No negaré tus sueños como dices... pero Eiji, tus amigos, tu familia... yo... tu futuro esposo... estamos muy preocupados por ti... ¿tus expectativas todavía valen la pena?

Eiji quedó en shock por un momento. No supo qué responder.

Había mucho que meditar.

Esa noche, durmieron por separado. 

N/A: como todas las parejas, siempre tendrán sus diferencias y van a llegar a discutir tarde o temprano. En este caso, considero que ambos tienen algo de razón: Ash está molesto porque Eiji no le da un paro (hasta fue hospitalizado), y con Eiji, ver sus sueños ser interrumpidos por un tercero no es sencillo, sobre todo que los trabajos en nuestros días no son fáciles de conseguir (peor en Latinoamérica 🙈).

Lo que se necesita ahora es un héroe  (coffff Ibe coffff)

Muchas gracias a todos por su atención ❤️❤️❤️✨

Nos vemos mañana ❤️✨

Besos & AbrazosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora