CAPÍTULO SEIS. La culpa

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Marcus

Me encontraba en mi departamento de Londres. Me gustaba mucho vivir aquí. Salirme de la casa de mi padre había sido una de las mejores decisiones que tomé hace varios años.

No era un espacio muy grande, pero era mío.

Tenía mi cocina, un pequeño bar, un baño de visitas, un cuarto de visitas y mi dormitorio. Y mi pequeño estudio de música se encontraba en la sala junto a Daisy.

Casi no recibía visitas, solo venían a veces Henry y los chicos. Pero hasta ahí. A las chicas no las traía a mi departamento, no me gustaba meter a desconocidos. Siempre íbamos a donde vivieran ellas o a un hotel. Mi departamento no entraba en discusión.

Estos últimos meses estuvo terminado de escribir una canción. Estaba decidido a presentarle un nuevo disco a mi disquera. Quería demostrar que me importaba. Que tenía talento. Que quería quedarme.

Mi disco Luck fue todo un éxito en Reino Unido, poco a poco iba creciendo a lo largo de Europa y espero que poco a poco se fuera expandiendo a los otros continentes.

Me rehusaba a ser el típico cantante que se queda solamente con un disco. Entonces empecé a escribir más canciones. Pero me costaba encontrar la inspiración para hacerlo.

Solamente en estos dos meses he podido escribir una canción y apenas la estoy terminando de arreglar. Cuando antes ya al menos tenía más ideas. Ahorita me encontraba en ceros.

No tenía una musa y eso comenzaba a frustrarme.

Así que en ese momento supe que tenía dos opciones para distraerme de mis emociones.

O me masturbaba en estos momentos o salía a buscar a una chica que se quisiera acostar conmigo.

Vi la hora y vi que eran apenas las nueve de la noche, no era demasiado tarde. Le mande un mensaje de texto a Henry.

Marcus (21:01)

Espero no tengas nada que hacer.

Nos vemos en media hora en Lamb and Green.

Henry (21:03)

Estaba esperando ese mensaje.

¿Puedo llevar a unas amigas?

Marcus (21:05)

Lleva a quién tú quieras.

Pero vamos a divertirnos.

Una vez que le di en enviar, me fui a bañar. En tan solo quince minutos ya estaba listo y comenzaba a irme de camino a un pub.


Sofía

Me encantaría decir que fui una cobarde. No me arrepentiría de ello. Estaría orgullosa de decir que me rendí. La gente a mi alrededor lo hubiera entendido.

La gente muere todos los días.

La gente se rinde.

Me hubiera encantado decir que me rendí. Porque es mucho más fácil darte por vencido. No está mal flaquear. Tampoco está mal rendirse. Esa decisión es muy personal y no le toca a nadie juzgarla. Nadie tiene el derecho de entender la decisión de otra persona, y mucho menos una tan personal.

Ojalá hubiera comprendido eso cuando todo sucedió.

Que no era nadie para juzgar la decisión de mi hermana de irse.

Hasta donde suene mi vozDonde viven las historias. Descúbrelo ahora