Sofía
De todas las cosas que pensé que me pudieron haber preguntado, esa jamás cruzó por mi mente. Imaginé que me iban a preguntar cosas de mi vida en México, que me iba a costar contestar sin que algún recuerdo doloroso cruzara por mi mente. Cosas que la gente no tiene que saber, que con tan solo una pregunta simple me pueden provocar un terremoto en mi interior. Jamás pensé que iba a ser una pregunta tan directa al peor recuerdo de todos.
Esa noche.
Por un momento dudé en contestar, pude haberme librado fácilmente. Pero estoy cansada de cubrir una cicatriz que llevo internamente y se exterioriza con la de mi cara. La gente la nota y yo lo sé. Que no hable de lo que pasó no lo hace menos real. Puedo ignorarlo lo más que puedo con la gente de mi entorno, pero eso no quiere decir que esa noche no sucedió jamás.
Hay días que cierro mis ojos y le pido al universo que reescriba mi historia, pero no pasa nada. Me despierto una vez más con el mismo dolor y las mismas pocas ganas de seguir adelante en los días malos. Esos días me desgarran cada célula de mi ser, arrancan la poca esperanza que tengo de continuar con una vida sin dolor. Esos días me hacen apreciar los días buenos.
Me gustaría haber podido recuperarme de esa pregunta, y haber continuado jugando con mis amigos. Pero no fue mi caso. La pregunta abrió un agujero negro en mi mente que no me dejó escapar, solo empecé a sentir como me hundía y por más que quisiera volver a la superficie no podía hacer nada.
La pregunta me llevó a una película sin fin, que se repetía una y otra vez el coche. El accidente. Los vidrios. La despedida. El hospital. Los primeros días sin ella. Todo se repetía sin tregua. Si alguien tuviera la capacidad de leer los pensamientos o de meterse en tu cabeza habría salido corriendo de ahí, como a mí me hubiera gustado, pero a diferencia de esa persona yo estaba atrapada.
Es doloroso saber que no tienes control con tu propia mente, como ella te gana. Me hace sentir como una completa inútil y que no sirva para nada. ¿No le puedo ganar a mi mente? ¿Cómo es eso posible? Si a mi propia cabeza la controlo yo, yo tengo el poder de todo, solamente yo lo tengo... pero no. Al parecer hay batallas internas muy difíciles de ganar, que te sientas exhausta incluso antes de comenzar, antes de internar y decides darte por vencida antes de dar el primer golpe... de defenderte.
Pues esa fui yo con esa pregunta.
No me volví a concentrar en absolutamente nada, y el alcohol que había tomado se evaporo de mi cuerpo en un santiamén y me sentí más sobria que nunca. Ojalá nunca me lo hubieran preguntado. Ojalá me hubieran dejado seguir disfrutando de la noche con mis amigos, después de tanto tiempo sentía que me lo merecía. Pero si me detengo un instante puedo entender que su intención no es mala, no es culpa de la gente preguntar cosas que son dolorosas para mí, la gente no va teniendo los manuales de mi vida que digan: "no le preguntes esto porque ella vivió esto, no le insinúes esto porque lo va a asociar con esto..."
No. Así no funciona la vida.
También es un hecho que hay gente mala y si lo pueden hacer solamente para infringir dolor, y lo peor de esa situación es que lo logra. Una persona con malas intenciones, que su único fin en herirte y saber que tiene el poder de hacerlo, es de las peores desgracias.
Pero este no fue el caso, Étienne no lo hizo para herirme y lo sé. Pero igual lo hizo y yo no pude volver a estar presente en el ahora, me la viví en el pasado por un momento hasta que decidí subirme a dormir. Quería estar sola, quería que los recuerdos dejaran de abrumarme. Que dejaran de apachurrarme los pulmones.
Cuando dije que me retiraba, nadie dijo nada. Incluso Lavinia, sabe que hay momentos que es mejor no detenerme de hacer algo y más cuando ella sabe más que todos los de la mesa.
ESTÁS LEYENDO
Hasta donde suene mi voz
RomantikSi alguien te dijera que tu vida está por cambiar, pero no por el buen sentido ¿cómo te sentirías? Sofía estaba a punto de dar ese gran salto hacia la adultez. Ya estaba pensando si se iba a ir a Australia o a Canadá... pero ¿qué pasa cuando la vida...