CAPÍTULO VEINTINUEVE. La Invitación

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Marcus

Sofía nada más llegar de la escuela, subió a su cuarto se bañó, se tardó en bajar, pero comió algo rápido y se fue. Así de rápido sucedió todo. Y aquí estaba yo esperándola en la sala de la casa para que me contara de primera instancia si consiguió el trabajo o no. Su entrevista era a las tres de la tarde. Volteo a ver el reloj que llevo en mi mano izquierda y ya van a ser las cinco de la tarde.

¿Cuánto dura una entrevista?

Ni idea.

Nunca he tenido una, solo he tenido castings; y a esos va un montón de gente. Pero esta parecía que solo iba a ir Sofía. Creo. No sé. Pero llevo esperándola aquí desde hace veinte minutos para que no lograra escabullirse, como llevaba haciéndolo más de dos semanas.

Habíamos hablado muy poco, gran parte de las tardes se las pasaba con Lavinia en su cuarto o en el de ella. Sofí no era muy social, se la pasaba gran parte del tiempo en la casa, pero encerrada. Étienne habló con ella hace una semana para pedirle disculpas por lo de la noche de fiesta, le juraba y le rogara que lo perdonara, que no fue su intención. A lo que Sofí solamente asintió una vez con su cabeza y posó su mano derecha en su hombro y le dio un apretón y solo le dijo: «no pasa nada, es algo que es parte de mí».

Yo estoy seguro de todo eso porque estaba en la sala con mi guitarra, Daisy. Terminando ya por fin las dos canciones y se las terminé de enviar a la disquera para que me apoyaran con el resto; y estar listo para la gran presentación que ya va a ser en un mes.

Estoy listo para darlo todo.

Para volverme sentir como lo salía hacer la música.

Nunca se fue del todo, solo tardé en conectar con ella. Pero aquí estaba, tan fuerte como siempre.

Pero pensando en la conversación que tuvo con Étienne y antes de que desapareciera en su cuarto, como ya era costumbre, lo entendí. Ella se sentía lo suficientemente mal consigo misma como para que otros la sintieran también. No quería consejos, no quería que le dijeran que hacer o como sentirse; solo quería desahogarse. Y me alegro que en parte es lo que hice. Pero no sé si era lo que esperaba, esto son meras especulaciones. La verdadera idea es que no lo sé, pero quiero saber. Pero no creo que todavía sea el momento.

También entiendo que la cicatriz de su cara es el menor de sus problemas, no cuando la cicatriz que más le pesa, le carga y le duele no la podemos ver.

También están estos sentimientos que no sé qué hacer con ellos, ya había pasado más de semana y media desde que hablé con Henry y me confirmó lo que ya había pensado. Que me gusta Sofía. Pero... ¿qué hago? No tengo ni la menor idea.

¿Quiero estar con ella? ¿Quiero intentarlo? ¿Qué va a pasar con mi carrera? ¿Qué pasaría con ella? ¿Regresaría a México? ¿Quiere ella estar conmigo? ¿Está lista para algo? ¿Lo estoy yo? Tengo tantas auto preguntas y ni una sola respuesta. Tal vez ella no esté lista para intentar nada y tengo que aceptar eso, su corazón está sanando.

Pero la pregunta que más me atormenta es: ¿yo quiero estar con ella?

Y es que no lo sé, es serio no lo sé. Solo siento una atracción hacia ella, que no sé si pasará con el paso del tiempo. O solo es un gusto pasajero, porque estoy solo y llevo demasiado tiempo sin tener sexo. Pero pronto descarto la idea, he pasado más tiempo sin tenerlo y jamás me había sentido así hacia otra mujer. Si hubiera sido lo de siempre ya habría intentado llevármela a la cama.

Me caliento.

Bueno, al parecer eso está presente; el deseo por ella. Pero también me gusto su persona y personalidad, tengo ganas de conocerla más y más. Sigo pensando en qué hacer con esto que siento, si ignorarlo o hacer algo al respecto. Pero estoy tan metido en mis pensamientos que no me di cuenta que la única razón por la que estoy en la sala, acaba de entrar por la puerta.

Hasta donde suene mi vozDonde viven las historias. Descúbrelo ahora