CAPÍTULO TREINTA. Luck

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Sofía

Era hoy.

Hoy nos íbamos a Londres al festival que participaría Marcus.

Todavía no me lo podía creer que había accedido a acompañarlo después de que nos contara que era un cantante.

Tuve muchos sentimientos encontrados con esa confesión, al principio me sentí un poco dolida. ¿Por qué no me había contado? Yo le había contado varias cosas personales. Me sentí un poco mal con la situación, pero no me duró nada la indignación. Estaba más sorprendida que le haya contado a: ¡un cantante que me gusta cantar! Y lo peor de todo es que me había contestado que le gustaría cantar conmigo.

Quise aplicar el modo avestruz. Meter mi cabeza en un hoyo y jamás salir.

Ahora es algo que jamás voy a querer hacer.

Pero no me sorprendió en la parte de que fuera cantante. Las señales estaban en todas partes, desde: que se detenía en la calle a escuchar a todos los que tocan en los callejones; a los bares que hemos ido siempre se queda consumidos por la música; nuestra plática en el desayuno acerca de que las canciones van más allá de la letra; que se encerraba durante días escribiendo y tocando algo. De eso estoy segura porque nuestros cuartos están relativamente cerca, el mío está entre el de Lavinia y el de Marcus, que está un poco más alejada en el pasillo. Y a veces me llegaba el sonido de una guitarra desde su cuarto.

Jamás tocaba en la sala, pero sí en su cuarto. Lo que me da a entender que es reservado a la hora de tocar. Y desde que lo mencionó hace varias semanas me he percatado más de la música que sale de su cuarto. Una vez me invitó y yo solo pude negar muy rápido con la cabeza. No quiero que me ponga en una situación que me darían ganas de desaparecer, o peor aún; algo que pueda pasar y mi cabeza se alimente de ello por los próximos años. Oye Sofí, ¿te acuerdas de la vez que casi se te sale un gallo cantando con Marcus? Me muero antes de que suceda algo así.

Han pasado tantas cosas desde que me invitó.

Tengo un trabajo que inicio el siguiente lunes, que es lo que más me emocionada. Sentir esa sensación de logro, podría ser adicta a ella. Resulta que comparto casa con un «famoso», bueno no, no le gusta que le digan así. Ha dejado en claro varias veces que para nosotros él es Marcus, no Marc.

Sonrío.

Estoy terminando de hacer mi maleta. Y todavía me parece un sueño. Al principio le dije que no, que no podría aceptarlo, pero él insistió y... ¿cuál sería el motivo por el que no puedo ir? Puedo pedir una semana de vacaciones en mis clases, ellos mismos me dijeron que eso se podía hacer. También todavía no tengo trabajo, pero lo tendré nada más regrese; podría ser como un viaje de logro antes de que empiece a trabajar. Todavía tengo dinero y eso ya no me preocupa, porque dentro de nada estaré generando más.

Sí.

El universo me acomodó las cartas y sería una ilusa de no ir, de no comenzar a vivir de nuevo. Siempre he amado la música y ahora ir a ¿un festival de música en Londres? Estaría loca de no ir. Muy loca. Cada día que iba pasando me emocionaba más y más, hasta que un día le dije a Marcus que sí, después de que me dio varios días para pensarlo.

Me sonrió y más en la noche me compartió nuestros vuelos.

Estaba haciendo una locura que me llenaba de adrenalina. Me hacía feliz. Era el camino correcto. Cualquier cosa que últimamente despertara ese sentimiento en mí, sabía que era una buena decisión.

Hasta donde suene mi vozDonde viven las historias. Descúbrelo ahora