Capítulo 23

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Mencía

Me desperté y no había nadie. Miré la hora y vi que eran las 12:00 de la mañana. Ferrán y mi padre deberían de haberse ido al entreno.

Me desperté y fui a desayunar. No sabía que hacer así que me puse ropa de deporte y me fui al gimnasio a correr un poco.

Estuve una hora o así y cuando acabé me duché, me cambié de ropa y fui a hacer la comida ya que dentro de poco iban a llegar mi padre y Ferrán.

Estaba haciendo unos macarrones ya que era lo único que se me daba bien y hacer y con lo que no quemaba la casa, cuando la puerta se abrió.

-¡Ya estamos aquí!-grito mi padre desde la entrada.

-¡Estoy en la cocina haciendo la comida!-grite yo para que me escucharan.

Sentí unos brazos rodearme la cintura y alguien me dio un beso en el hombro.

-Buenos días princesa.

-Buenos días ya un pelín tarde eh-le dije y me di la vuelta para besarle.

-Bueno, pues buenas tardes princesa-me dijo y me besó otra vez.

-¿Que tal el entreno mi amor?

-Bien, vengo agotado-me dijo y levantó los brazos bostezando.

-Pues comemos y nos echamos la siesta, ¿vale?-le dije y él asintió-. ¿Donde está mi padre?

-Arriba cambiándose.

Cuando mi padre acabó comimos y Ferrán y yo nos subimos a mi habitación. Me tumbé en la cama y Ferrán se tumbó encima mia.

-Dejamos una cosa pendiente anoche, ¿no?-me preguntó.

-¿Pero tú no estabas cansado?-le dije riéndome.

-Antes, ya no. Tu me das energías mi niña-me dijo riéndose.

-Es que eres más tonto.

-Si si, pero te encanto-dijo y me guiñó un ojo.

Empezó a darme besos por todos los lados. Iba metiendo la mano por la camiseta y desabrochandome el sujetador. Me quité la camiseta para que lo tuviese más fácil.

Llamaron a la puerta. Siempre cortándonos el rollo...

-Mencía, ¿tienes ahí mi cargador?-pregunto mi padre desde el otro lado de la puerta.

-Si, está aquí-le respondí.

Me levanté, le dejé el cargador a mi padre y me volví a tumbar en la cama.

-Bueno, ¿por donde íbamos...?

Ferrán

Después de haber estado un rato entre caricias, besos y algo más caímos rendidos en la cama. Los dos sin ropa abrazados. Nos habíamos echado una siesta de 2 horas y ni a Mencía ni a mí nos hizo gracia cuando empezaron a dar golpes a la puerta de su habitación.

-Me cago en sus muertos-mi niña se quejó y se levantó a abrir. Era Xavi.

-Joder, ya es hora de que desperteis, pensaba que estabais muertos o algo-dijo mi suegro. Ostia que bien sonaba eso de suegro...

-Estamos muertos de cansancio-le respondí yo desde la cama.

-Pues venga, arriba y hacer las maletas para el partido de mañana.

Ala es verdad. Mañana nos íbamos a Galicia a jugar contra el celta de Vigo y todavía no habíamos preparado nada. Xavi se fue y Mencía se tumbó encima mia.

Todo aquello que no pensamos ser [Ferrán Torres]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora