Capítulo #17

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Adela

-Ven- escucho la clara voz de mi gemela, veo claramente un camino que lleva a una casa pequeña y escondida a la vista de los demás.

Abro mis ojos y estoy sudando, es la tercera vez esta noche, con excepción que ahora, al despertar es de día.

Suspiro y me quedo unos segundos mirando el techo antes de escuchar a mi madre decir que vamos a ir al funeral del dragón de Emma, solo asiento lentamente y, cuando se va vuelvo a suspirar.

Me levanto de la cama y me voy a bañar, busco un atuendo color negro y me visto. Hoy mis ánimos están por los suelos, se lo que se viene y no tengo la fuerza suficiente para enfrentarlo.

Al estar frente al espejo, me peino con dos trenzas, veo mis ojeras y hago un hechizo simple para cubrirlas.

Sin más, atraigo los zapatos hacia mí sin ganas de ir hasta donde están, con ayuda de magia me los coloco para finalmente salir de la habitación. Me encuentro con mis padres ya listos, y veo cómo mamá hace una poción, mientras los platos se lavan solos. Mi padre está poniendo la escoba a barrer por sí sola y luego se coloca al lado de mamá para hacer otra poción. Un día normal en casa.

Me sirvo el desayuno y me siento a comer; desde que Adele se fue, me siento vacía, pero eso tiene sentido al haber sido decepcionada por mi gemela, la persona con la que crecí desde el vientre, mi confidente desde niña.

Me pierdo pensando en todos los momentos desde niña junto a Adele, ¿cómo es que esa niña inocente se convirtió en esto?

Mi madre me saca de mis pensamientos diciendo que era hora de irse, yo solo asiento y en silencio me voy a lavar los dientes para finalmente salir junto a ellos.

En el lago donde se celebran todos los funerales ya se encontraban todos y este comenzó poco después.

Para ser sincera no pongo atención en ningún momento, dado que mi mente se desvía una y otra vez a ese recuerdo, de nuevo ese sueño y de nuevo su voz diciendo que vaya.

*

*

*

Al caer la noche mi familia tiene una rutina: vemos alguna película juntos, comemos palomitas, practicamos algunos hechizos, me enseñan a hacer pociones y de último nos despedimos para ir a dormir.

Sé que ellos intentan que todo sea lo más normal del mundo, como también sé que mi madre llora por las noches por su otra hija. El hecho de que Adele nos haya traicionado sin razón aparente, les está matando, pero intentan dar normalidad por mí, lastimosamente eso no funciona mucho.

Escucho como mi madre y padre se acuestan y, luego de una hora finalmente duermen.

Es mi momento.

Por el comunicador le digo que nos encontramos en la vereda secreta de siempre, de inmediato me confirma, sonrío de lado, me veo una última vez al espejo y salgo sigilosamente de la casa.

Esquivando a los guardias de seguridad llego luego de unos quince minutos y ahí está, la luz de la gran luna hace que su hermosura sea más notable, mi corazón no tarda en acelerar y cuando me ve con esos hermosos ojos verdes, sé que es, la persona indicada.

-Hola- le saludo yo, me sonríe y sale corriendo hacia mí para abrazarme-. Este saludo sí que me gusta.

-Y a mí, desearía poder hacerlo siempre.

-Odio que nuestras madres nos quieran someter a la antigua vida.

-Solo lo hacen porque saben que nos amamos y deben evitarlo a toda costa.

-Pero no voy a permitir que eso suceda.

-No lo vamos a permitir- me sonríe y se la devuelvo, pero de pronto, siento un mareo que me hace cerrar los ojos, acción que me lleva al mismo sueño de hace días y la voz de mi hermana diciendo "ven" se hace cada vez más fuerte.

Llevo las manos a mi cabeza gritando de manera fuerte, cosa que le alerta y viene hacia mí, al abrir mis ojos, su cara de preocupación es evidente, por lo que me recupero de manera rápida asegurándole que todo está bien.

-Yo debería irme, ¿nos vemos mañana?

-Hasta que la magia nos separe.

-Hasta que la magia nos separe- respondo yo, doy media vuelta y salgo corriendo, pero en vez de ir a casa, me dirijo a la salida del fuerte.

Me escondo fuera de la vista de los guardias, saco de mi bolso unos polvos que los hace dormir y camino hacia ellos, de manera rápida cito las palabras "Dulce somnii" y caen en un sueño profundo.

Todo esto es necesario hacerlo de manera rápida, antes de que ellos sepan reaccionar y, lo hice a la perfección.

Siento que alguien me mira, pero no pongo especial atención en ello. Dígito de manera rápida la contraseña nueva del fuerte y este se abre, dándome paso al mundo exterior, sin dudarlo salgo y, con un chasquido, hago que cierre tras de mí.

Por alguna extraña razón camino con un rumbo fijo, como si ya conociera el lugar hacia donde voy o como si alguien me estuviera guiando. No estoy segura de cuánto tardo caminando, pero al final, llegué a la misma casa de mi sueño; estoy algo nerviosa y siento un hueco en el estómago, me acerco lentamente, y la puerta se abre sola cuando estoy por entrar.

-Vaya, hasta que te dignas a venir- en mi estómago siento un pinchazo de dolor al oír la voz de mi hermana.

- ¿Qué quieres de mí, Adele?

-Algo sencillo, que te unas a mí-no puedo evitar reír con amargura.

-Ni loca le hago lo mismo que tú le hiciste a mis padres, bastante afectados quedaron ya. Además, jamás me uniría a Ergonia y te lo he dicho miles de veces.

- ¿Ergonia? Eso es tema del pasado, yo hablo de unirte a mí, a mi ejército. Destruir al pueblo donde él murió.

- ¡No es culpa del pueblo! - camino hacia la mesa en donde está sentada- el hecho de que Derrick muriera fue decisión de él, no del pueblo.

- ¡Lo hizo por la maldita presión! El pueblo dependía de él.

-No lo vas a entender nunca, ¿verdad?, pero da igual. Ni en mil años me uniría a tí.

- ¿Por qué? ¿Qué te impide estar de mi lado?

Pienso un momento que se está volviendo loca, pues en el pueblo están nuestros padres, por lo que es lo que le digo de manera obvia, a lo que ella asegura que ellos no saldrán afectados en su plan, me exige otra explicación.

- ¡No voy a estar en contra del pueblo donde se encuentra la persona que amo! - exploto y su cara de impacto es evidente.

-Pero yo soy tu hermana.

-Hermana que traicionó mi confianza.

- ¡Pero ella es una Hans!

-Pero Adah nunca haría lo que tú hiciste.

Sin más, me doy media vuelta y salgo corriendo de la pequeña casa de madera, en la que apenas cabía una cama, una mesa y la cocina.

Todo por vengar su amor no correspondido, y quien tomó la decisión de morir.

Llorando corro hasta llegar al fuerte, abro rápidamente y me encuentro con la familia Hans y Aarón esperándome, suspiro.

La cara de Adah es de decepción y eso duele, por lo que finalmente tras miles de preguntas, regaños y que me exigieran explicación, les cuento todo lo que pasó en esa horrible casa con esa persona que antes era mi hermana.


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60 días antes de la guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora