Capítulo #25: la búsqueda del anillo.

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Emma

En mi casa, junto con mamá nos preparamos según las instrucciones de la Tía Beatriz.

Debemos empacar una copia cada uno del mapa, una crema especial por si nuestras manos se irritan ante el uso constante de la magia– este lo estuve utilizando mucho en los entrenamientos– un frasco para asegurar el anillo y unas posiciones para ver en la oscuridad, para curarnos, y una última que no conozco, pero confío en que mi madre sí lo hace, por lo que no me preocupo mucho por eso.

Antes de marchar a la búsqueda nos debemos encontrar todos en la biblioteca del castillo para repartirnos en grupos y llevar unos libros de hechizos por si se nos atraviesa una situación incontrolable a nuestro nivel.

Camino junto con mi madre y mi padrino hacia el castillo, ellos van conversando sobre cómo nos podríamos  dividir, yo por otro lado solo voy callada.

Según lo que me dijo Arthur, podré ir controlando lo de mis recuerdos hasta el punto de que nadie se podrá dar cuenta de ninguna manera que estoy teniendo esos recuerdos.

Lo he notado primero en el día en el cual Allan tuvo su revelación de poder, a partir de ese día he recuperado más recuerdos al frente de personas y ellas no lo han notado, es justamente lo que me está sucediendo en este momento.

Me encuentro yo en la biblioteca leyendo un artículo de magia oscura. Mis padres no me dejaban indagar sobre esos temas porque aún podría dirigirme para el lado malvado por mi inmadurez, pero siempre me llamó la curiosidad y entré a la sección que me tenían prohibida.

Leía sobre cómo los hombres lobo se podrían controlar según lo quisiéramos nosotros, pero eso significaba que estos seres vivos sufrirían mucho y deberían mantener una dieta muy estricta que sólo podrían recibir estando atados de pies y manos, de lo contrario te lastimaría.

Me acuerdo como me aterroricé y decidí dejar de leer y hacerle caso a mis padres de no indagar esa parte de la biblioteca.

Sonrío cuando después de eso, con doce años, tuve que ir a la sección infantil para quitarme esas imágenes feas de mi mente.

Cuando menos me doy cuenta estamos en el castillo, decidimos entrar caminando para no gastar nuestras fuerzas con teletransportaciones innecesarias. El camino a la biblioteca no es largo, por lo que no duramos mucho llegando.

Abro la gran puerta y lo primero que veo es a Aarón en una mesa con la chica de antes, la cual ahora sé, se llama Marcela, pues me acerco a ellos para saludar a Aarón y él me la presenta.

No puedo evitar sentir una punzada de celos cuando me dice algo, incómodo que es su ex, por lo que decido escapar e irme por mis libros correspondientes. Comienzo a buscar en los estantes más cercanos a ellos, cuando, sin querer –por supuesto– termino escuchando la conversación entre ambos cuando me encuentro en la primera estantería.

–Lo siento, pero no podemos volver, sabes que tengo otros sentimientos, sabes que yo la amo a ella– escucho decir a Aarón y mi corazón se acelera, por lo que detengo mi búsqueda de libros y me concentro en lo que dicen.

¿Aarón ama a alguien románticamente?

–Pero lo podemos intentar, evítala y mírame a mí, yo aún te amo, daría todo por ti. Suelta a esa niña, ella no tiene ni idea de lo que sientes. Quiérete un poco.

–No hables de quererse un poco y de aprender a soltar cuando tú estás rogando por un amor que no puedo darte. Me dolió hacerte daño y te dejé muy claro esa última vez que no puedo verte como novia cuando lo único que pienso, cuando de pareja se trata es de Emma, no puedo estar contigo cuando quiero estar con ella, no puedo estar contigo cuando estoy tan cerca de poder estar con ella– un suspiro sale de mí ante la sorpresa de ser yo, es decir, ¿Aarón me ama a mí, me ve como algo más que una amiga? Muchas dudas pasan por mi mente.

60 días antes de la guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora