Advertencia

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El turno de Kaji ya había terminado y se estaba poniendo el abrigo cuando Michiko se acercó a él muy animada y amistosa, pasando el brazo por el de él.

"Kaji-chan, ¿qué te parece si vamos a dar un paseo por el puerto, vemos el atardecer y luego vamos a comer algo por ahí?¿Eh?". Le sorió, de oreja a oreja.

"¡Aaaaaiiiissssh! ¡Ya te dije que no me digas Kaji-chan, demonio! ¿Por qué te estás portando así conmigo? ¡Se supone que me detestas!". Se desembarazó de ella muy molesto, y continuó abotonándose el abrigo mientras Michiko hacía un puchero y metía las manos a los bolsillos de su propio abrigo, mirándolo muy decepcionada.

"No seas tan malhumorado, tonto... Ya ni siquiera me quejo porque me digas demonio, idiota". Se dio media vuelta para marcharse, pero Kaji, sintiéndose culpable, dijo, sin levantar la vista, mientras descolgaba su bufanda azul del perchero del departamento de cirugía.

"Está bien, Daimon. Perdón. Últimamente me he sentido un poco... incómodo y muy cansado...". Michiko se detuvo, sin volverse, dando un suspiro de cansancio. Kaji la miró, como un cachorrito pidiendo perdón. "Salgamos si quieres".

Ella no respondió durante unos segundos, pero finalmente lo hizo, sin volverse a mirarlo, haciéndose la ofendida.

"Bueno, vamos".

Minutos más tarde, ambos salieron del hospital, bien abrigados y conversando acerca de Kurumi, la niña paciente de Kaji, enferma de cáncer terminal con tan sólo unos cuantos meses más de vida.

"Tiene que haber una forma de salvarla, Akira-san me enseñó que nunca hay que darse por vencido con un paciente".

"¿Eres tonta o qué? La situación de Kurumi-chan es grave y sólo se la puede tratar con remedios oncológicos hasta que... Ya sabes". Se puso triste, llevando la mano a su vientre, sintiendo mucha pena por su pequeña paciente, siempre tan vivaracha y positiva a pesar de sufrir aquella grave enfermedad. ¡Cómo le hubiera gustado poder ayudarla! "No hay nada que podamos hacer por ella, Daimon, sólo ayudarla a llegar al final de sus días con el menor dolor posible y acompañada por sus padres...".

"Yo sé que puedo salvarle la vida". Insistió Michiko, mirando sin mirar hacia el frente, con la cara fruncida por la determinación. Kaji la miró muy impresionado. Michiko era tan testaruda y autosuficiente que no dudaba nunca en sus propias capacidades. Pero aquello también era un arma de doble filo y ella ya había sufrido por eso 5 años atrás, lo que había causado el bloqueo de sus recuerdos del futuro.

"No te arriesgues tanto, demonio, debes saber cuáles son tus propias limitaciones. Hay cosas que los cirujanos no podemos hacer, no somos dioses". Le advirtió, preocupado.

"Ya lo sé, pero si encuentro la forma de ayudarla, lo haré". Replicó, tozuda.

Kaji suspiró cansado y miró hacia el frente mientras seguían caminando a través del puerto que había comenzado a ser menos bullicioso y transitado por la hora, uno al lado del otro, con las manos metidas en los bolsillos de sus abrigos. Ella con un bolso rojo colgado sobre el hombro y él llevando su maletín de doctor con la otra mano.

"Eres demasiado temeraria, demonio, ten cuidado de no caer junto con el paciente o correrás el riesgo de perder la cabeza".

"¡Bah! Eres tan cobarde como Akira-san, él siempre me dice eso. El que no arriesga no gana, ¿sabes?". Lo miró, decidida, y él también la miró fijamente, ambos deteniéndose.

"La vida no es un juego, Daimon".

"Ya lo sé, tonto, por eso me arriesgo. El paciente tiene sólo una vida".

Ambos se quedaron mirando entre ellos, desafiándose, ninguno quería ceder a sus puntos de vista porque eran muy orgullosos, hasta que la voz de una mujer los sobresaltó.

DOCTORA XXX MICHIKO DAIMON. MI RIVAL, MI OMEGA, MI AMANTE... OTRA VEZ (Doctor-X)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora