La confesión de Michiko

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A la mañana siguiente, Kaji se había levantado a las 6 de la mañana sintiéndose algo extraño, no sabía cómo describirlo, pero se sentía diferente, y cuando se fue a afeitar, notó frente al espejo del cuarto de baño la marca de la mordida que le había dado Michiko en la base de su cuello.

"¡Mierda! ¡Esa loca! ¿Y ahora cómo le explicaré esto a Mineko-chan? ¡Carajo!".

Se puso un parche sobre la marca de la mordida con la esperanza de que desapareciera entes de que tuviera de nuevo relaciones sexuales con su prometida. Terminó de afeitarse, se vistió, siempre muy elegante, y se fue a trabajar.

Cuando llegó al hospital ya casi eran las 8, pasó al lado del departamento de infecciones y notó que el jefe de ese departamento, el doctor Hachisuka, ya estaba trabajando con mucho ahínco en su oficina, como siempre. Siempre llegaba a trabajar a las 7 en punto.

Kaji torció el gesto, envidioso, con las manos sujetando la manija de su maletín.

"¡Puf! Es un pobre adicto al trabajo... Idiota infeccioso... ¿Acaso se cree mejor que nosotros?". Y se fue al departamento de cirugía.

Nunca iba a admitir que sentía gran admiración por él.

Si, Hachi era un adicto al trabajo, pero lo que nadie sabía era que, pagado con su propio bolsillo, mandaba docenas y docenas de tapabocas, jabones y guantes a los países pobres para prevenir cualquier tipo de contagio viral y así poder salvar millones de vidas. Hachisuka estaba convencido de que tarde o temprano habría una epidemia mundial que diezmaría muchas vidas... ¡y justamente eso iba a pasar dentro de 12 años!

Mientras tanto, en casa de Michiko, ella bajó las escaleras del primer piso a la cocina, estirándose como un gato y bostezando como un hipopótamo, vestida con un pijama tipo deportivo gris para nada femenino.

"¡Wwwwaaaaaaaaaaaaaaaaaaa! ¡Buenos días, Akira-saaaaaaaaaaaan! ¿Cómo amaneció?".

"Buenos días, Michi. Bien, gracias. ¿Por qué llegáste tan tarde anoche? ¿Es que ya tienes novio?". Le preguntó su viejo representante, sonriente, mientras terminaba de poner la mesa para el desayuno.

"¡Uy! ¡Café, tostadas, jamón y huevos! ¡Qué rico! ¡Muchas gracias, Akira-saaaaaaaaaaaan!". Se sentó a la mesa y comenzó a devorar todo a su paso, el anciano la miró un tanto decepcionado antes de sentarse a desayunar con ella.

"Ay, Michi, ¿por qué siempre eres tan reservada? Nunca cuentas nada que no sea de comida o cirugías".

Michiko se alzó de hombros y siguió desayunando, muy feliz con la idea de que muy pronto Kaji tendría que volver a su lado y formar la familia que eran antes... Si todo iba a bien, ¡los mellicitos iba a tener la oportunidad de vivir y Kaji sería muy feliz! Recordaba, gracias a los sueños que tenía sobre su vida futura, que él siempre se había lamentado por ellos por años, aún teniendo a Himiko a su lado. ¡Kaji los había amado tanto sin conocerlos!

Eran las 9 de la mañana cuando Michiko se apoyó de espaldas contra el escritorio de Kaji, cruzándose de brazos.

"¿Qué quieres, demonio?". Kaji desvió su atención de la computadora hacia Michiko, asesinándola con la mirada.

"¿Cómo amaneciste hoy? ¿Ya tienes síntomas?".

"¡¿Eeeeeeeeeeeeeeeeeh?! ¡¿Pero qué carajos dices?! ¡Estás loca! ¡O loco! ¡Lo que seas que seas!". Se puso de pie, furioso y colorado como un tomate, llamando la atención de sus compañeros a su alrededor.

"Ten. Lee esto, idiota". Le puso un papel sobre el escritorio.

"¿Eh? ¿Y qué mierda es esto?". Lo tomó y comenzó a leerlo.

DOCTORA XXX MICHIKO DAIMON. MI RIVAL, MI OMEGA, MI AMANTE... OTRA VEZ (Doctor-X)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora