Capitulo 17

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Jaque Mate

Eric.

La dejó dormida en la cama aunque se remueve un poco, voy al minibar y sirvo un trago de whisky, esperaba cualquier cosa, pero virgen. Pasó la mano por el cabello y caminó hacia el balcón ignorando el ardor que recorre mi espalda a causa de sus uñas. Se sentía tan culpable cuando entre al baño que hasta me causa gracia, pensar lo apretada que está solo hace que se me pare recordar como se empalo con mi verga, soporto mi tamaño sin quejarse, eso me calienta. Va a ser una verdadera mierda volver a Manhattan y dejar ese coño, me atrevo a decir que es el mejor coño de mi vida, su sabor es delicioso y las ganas de volver a follarmela siguen latentes. Le doy un sorbo al vaso de whisky conforme suelto un suspiro y veo hacia la playa las nubes indican que amanecera lloviendo, he estado aquí cuando las tormentas arrasan y el estar en la costa las hacen mas fuerte, tomo mi teléfono sin evitar mirarla de reojo, está justo donde la deje.

–Señor – responde al segundo tono algo soñoliento.

–Julio, habrá una tormenta, prepara el área social. No quiero pérdidas.

–Entendido señor.

Cuelgo y vuelvo a sentarme en la tumbona que yace en la terraza, dándole un sorbo a mi trago que me permite relajarme y desconectar por un par de horas ya que debo aprovechar el día junto con la tormenta para ponerme al dia con las finanzas, permisos y demás de la cadena que tengo de este lado del continente.

-¿Todo bien?- pregunta tomándome desprevenido.

Giro encontrándola envuelta en las sabanas sonrojada y con el cabello ondulado, me aproximo a ella tomándola de la cintura sus ojos grises se enlazan con los míos, la arrastro conmigo para caer en la tumbona se acomoda entre mis piernas con la sábana blanca, su cabeza queda en mi pecho y sus manos acarician mis brazos esto no es lo que hacen las personas que se follan, eso lo se.

-Si.- Respondo sin dejar de acariciarle la melena de color negro.

Se levanta de mi pecho mirándome.

- En unas horas tenemos que ir a hacer reconocimiento - comenta acariciando el tatuaje que tengo en el brazo.

Ese reconocimiento quedará en nada, amanecerá lloviendo, pero eso ella no debe de saberlo, a mi mente vienen los gemidos que le arranque en la cama y mi erección se hace presente con solo tenerla encima haciendo nada.

-Impertinente.

-¿Qué quieres, imbécil?- responde acostada en mi pecho.

-Móntate - ordenó.

-Y si no quiero- me provoca y lo sabe.

-Si aja, dudo que no quieras.

Se levanta quitándose la sabana de la parte superior dejando sus tetas a mi vista, aparto la sabana porque una mujer como ella debe contemplarse en todo su jodido esplendor, guía mi miembro erecto a su entrada y poco a poco se empala, cierro los ojos ante lo apretada que está. Es una delicia

-Eric- gime mi nombre echando la cabeza hacia atrás.

Me da acceso a su cuello y sus pechos los cuales no dudo en llevar mis manos y ella comienza a moverse al ritmo que me gusta.

-Mierda, estás muy cerrada.- gruño acercando mi boca a su cuello dejando un camino de besos calientes hasta llegar a su boca sus manos van a mi cara y me besa con desesperación, gimiendo mientras lenguas bailan de forma caliente. Ya no se mueve, brinca sobre mi miembro, recorro su espalda y me levanto de la tumbona, sus piernas se enredan en mi cintura joder como me gusta tenerla así yo adentro y ella rodeándome, la empotro en la pared y la penetro de golpe llenándola.

InquebrantableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora