Capitulo 50

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Henko

Aria

Sus labios impactan con los míos apenas terminó la oración, su boca reclama la mía con vehemencia me dejo llevar por la fuerza que ejercen sus labios en los míos sus manos están mi rostro y las mías en su cintura, un beso en donde no decimos nada y todo al mismo tiempo.

En mis pensamientos siempre habitó la idea de que los seres infernales solo habitaban en los más bajos lugares del infierno hasta que Eric Harts llegó a mi vida, el pecado vagando en la tierra. Mis labios se separan de los suyos por falta de aire, que por ímpetu a continuar.

-Te estás atando a mi y se tienes los cojones, atente a las consecuencias.- habla entrecortado por la falta de aire.- Las atrocidades más inimaginables que lleguen a tu cabeza serán nada con tal de que no te toquen.

–Las consecuencias son lo que menos me importa.

Su tono lleno de posesividad en lugar de preocuparme hace lo opuesto, siento que el cansancio de los días sin dormir o comer bien me atropella de repente. Sus manos dejaron mi rostros para abrazarme como si fuese una extensión de él.

-Yo no reaccione como debí cuando disparo.- Suelto lo que llevó atorado desde ese momento.- No abrías los ojos busque orificio de salida pero, no había nada luego de la revisión indicaron que había sido con una bala de las municiones de la bratva. No...

- Lo hecho, hecho está.- Susurró apoyando la barbilla en mi cabello

-Joder grítame, dime algo mas que eso.

-Que fuiste una estúpida por no meterle un tiro con el arma que tenías en la mano- dice serio.-Fuiste descuidada debiste apuntarle y acabar con ella de una vez.

Me separo un poco para verle la cara, memorizo su rostro como si fuese la primera vez que lo veo pasa su pulgares por donde están mis lágrimas y su gesto es duro siendo para mi una orden silenciosa de que pare de llorar.

-Yo pensé...pensé...

Toma mi mano y nos guía a la cama donde me sienta en el borde para quitarme las botas lo veo concentrado en la tarea de forma automática mis manos pasan por su cabello rubio que a pesar de intentar peinarlo luce desordenado, camina al otro extremo y procede a quitarse las suyas lo que me indica que quiere acostarse un momento.

-Ven, estoy herido.- se queda ya tumbado en el lado opuesto de la cama.

-Estas usando la excusa del moribundo para que me arrime al lado tuyo.

-Cállate y ven.

Me río acostándome a su lado y me refugio en su pecho como fuese el lugar más seguro del mundo

-Raro sería que no la tuviera parada.- responde orgulloso.

Ruedo los ojos en busca de paciencia, paso mi brazo por su duro abdomen el cual acaricio sobre la camiseta con la punta de los dedos.

-Veo que lo moribundo no te quita lo caliente.- añado

-La bala me dio en el hombro no en el resto del cuerpo.- habla removiéndose incómodo.

Me levanto un poco apoyándome en mi brazo derecho.

-Parece que enserio aun estás convaleciente. ¿Te dieron el alta ellos o voluntaria? .- pregunte mientras acomodo la almohada que tiene en su cabeza.

-Qué más da.

Vuelvo a acostarme en su pecho dejando que su aroma se invada por completo, me estrecha entre sus brazos como si intentara reducir el espacio que no existe entre ambos.

InquebrantableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora