Capitulo 23

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Rehén

Aria

Lo de madrugar no es lo mío pero aparentemente, despertar a las tres de la mañana un domingo porque te tocan la puerta es lo de hoy. Desde que estuve con el solo puedo pensar en sexo y quiero pensar que es así para las personas que se han mantenido vírgenes mucho tiempo.

Su confesión vaga por mi mente luego de eso se fue, mi manos van a mis labios es sorprendente ver como recuerdan los suyos, pero sigo tan molesta a pesar de que hablamos. Quiero matarlo, Eric Hart definitivamente llegó a sacudir mi vida y cuando se vaya. Retomar será complicado.

Me tiré en la cama mirando el techo, suspire intentando controlarme para que el sueño me invada por completo. Volveremos a internarnos en la fortaleza para la inducción de entrenamiento que nos dará Eric, los entrenamientos inician y terminan cuando él lo considere conveniente, más vale comer bien si me hizo hacer reconocimiento sin comer, no quiero imaginar lo que nos hará pasar en la inducción. El sueño vuelve a retornar y lo agradezco poco a poco, hasta quedar completamente dormida.

La alarma suena despertándome aun tengo el día de hoy para arreglar mis cosas, partiré a la fortaleza al terminar la tarde, quedo en ese debate de si quedarme en cama todo el día o levantarme, de mala gana optó por la segunda opción y de malas salgo de mi cómoda y caliente cama. Camino hasta llegar a la cocina, preparo unos huevos sin moverme o dejar de observarlos, a mi se me quema todo lo que toco y creo quedarme corta, por suerte la cafetera es eléctrica, quizás hasta eso se me quemaría si intento cocinarlo.

Remuevo los huevos y una vez que están listos apago la estufa, el café comienza a llenar el recipiente, me siento en mi desayunador, pruebo los huevos y milagrosamente no quedaron salados mucho menos quemados, como en silencio. Cuando deje la fortaleza lo más difícil fue estar sola. Estaba con mis hermanos todos los días, nos costó adaptarnos, pero era necesario, aprender sobre la vida fuera de esas cuatro paredes de piedra. El término <<aprendimos sobre la vida>> sonara como si viviéramos en la época medieval, pero vivimos aislados del mundo, la fortaleza Fénix lleva ese nombre por ser impenetrable aunque la personas que solíamos vivir en dicho lugar sabemos que eso no es del todo cierto pues teníamos a un loco viviendo entre nosotros y a pesar de ello sobrevivimos casi todos...

Vuelvo a mi habitación dándole más prisa al mal paso de hacer mi maleta, para esta semana que volveremos a la casa de la risa, sacó lo que lleve a la Riviera Maya, el olor a sándalo invade y me parece extraño, pues no había nada suyo entre mis cosas, pero veo una camiseta en esta quizás se fue por error. La sacó y la acerco a la nariz creo que voy a conservarla, pienso en una idea que me hace gracia así que rápidamente tomo mi teléfono y se que número voy a marcar.

-Aria- su voz ronca me indica que estaba dormido. Lastima yo tambien lo estaba en su arranque por venir a mi casa a las tres de la mañana

-¿Cuando me repondras mis bragas, Hart?- pregunto tomando la camiseta.

-Si te las pongo, será para romperlas yo - responde lleno de ego.

-Es lo más justo ya que yo tengo tu camiseta- respondo tirándome en la cama.

-¿Mi camiseta será tu rehén?

-Puede ser...- respondí vagamente.

-Pues quédatela porque no pretendo devolver nada. Por cierto cómo fue a dar mi camiseta a tu maleta.¿ No me digas que tienes el mal de robar?.

-¡Ratera, no soy!- exclamé riendo- Estaba a punto de hacer mi maleta para ir a la casa de la risa y la encontré. - explico

-Aja, iré a buscarla- cuelga.

InquebrantableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora