Capitulo 40

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Wiltshire 



Aria

Son pasadas las diez y siento que alguien me zarandea en la cama, me rehusó a abrir los ojos y enfrentar todo nuevamente, pero el olor a sándalo mezclado con su colonia confirma que es el. Estoy física y mentalmente cansada, no me siento en forma para seguirle el ritmo.

-Vamos despierta- susurra en mi oído.

–No quiero salir de la cama, acabo de acostarme.

–Venga vamos.

Abro los ojos intentando adaptarme a la oscuridad y a la inflamación que siento en ellos, está sentado en el borde de la cama suspiro conforme me incorporo y la calidez de sus manos invade mi cara se acerca proporcionándome un beso que hace despertar del todo.

–¿Qué haces aquí? Si Briana te ve aquí...

El recuerdo de las palabras de su madre resuena en mi cabeza, causando un escalofrío.

–No me digas que te da miedo Briana – dice con el entrecejo fruncido.

Ella no. Lo que pueda hacer su madre a mis hermanos es otra historia.

–¿y a donde se supone que vamos listillo?- pregunto desviando el tema.

–¿No sabes que la curiosidad mató al gato?- responde con otra pregunta.- Muévete que no tenemos toda la noche. Vístete

Me pongo de pie y caminó hacia mi closet aun somnolienta, conforme busco que ponerme doy una cachetada mental al recordarme que él no es normal. Tomo un vestido corto manga larga con escote en V junto con una botas de tacón que me llegan hasta la rodilla giro para llevar todo a la cama y proceder a vestirme cuando lo veo aun sentado en la cama.

–¿Y qué haces aquí todavía?.

–Espero que te vistas, no es algo que no haya visto ya.- responde tal cual cuando lo fui a buscar a su habitación.

Reprimo la sonrisa que se asoma en mis labios y procedo a despojarme de lo que tengo puesto, puedo escuchar como su respiración se entrecorta al verme sin nada mas que una diminuta tanga de color turquesa me coloco el vestido, peino mi melena negra rápidamente para no parecer loca en medio de la calle despeinada encuentro un abrigo negro largo es raro ver que esta en silencio, lo miro de reojo cuando me aproximo a tomar unos calcetines.

–Suficiente, nos vamos. – susurra atrapándome por la cintura con una mano.

–Aja sin zapatos y sin mi bolso.– respondo quejándome.

Siento su nariz pasear por mi cabello cuando quedo cara a cara con el, sus ojos color avellana tiene un brillo de maldad que nunca había visto provocando que trague grueso, me toma por sorpresa cuando me carga sobre sus hombros provocando que ahogue un grito desde esta posición puedo ver su trasero y por una vez no tengo queja de que se comporte como un maldito neandertal de mierda.

Como puede se las ingenia para hacerlo y no alcanzo a ver como ejecuta la tarea, baja las escaleras conmigo aun en su hombro, su mano en mi cuerpo me calienta la piel estoy comenzando a marearme cuando llegamos a su auto me sienta en el capó y coloca al lado mis cosas en lo que busca la llave. Rápidamente me coloco las botas ya que a pesar de estar techado está un poco frío.

–¿Me vas a decir a dónde vamos? – pregunto pasándome las manos por el cabello.

Encuentra la llave y abre el auto, se acerca a mi tomándome de la cintura y proporcionándome un beso que obliga a aferrarme a su chaqueta de color negro.

–La curiosidad va a matarte leona. –responde pegado a mi boca. Escucho como abre la puerta del copiloto y yo comienzo a preguntarme en qué momento llegamos a ese punto.

InquebrantableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora