Ojo por ojo

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Kim caminaba de un lado a otro, recorriendo la oficina de Kory con desespero mientras Nina la observaba desde la puerta.

— ¿Cómo que no sabes dónde está? — le preguntó abriendo los brazos.

— No lo sé, no contesta las llamadas — la albina se frotaba las manos preocupada.

— ¿Desde cuándo? — volvió a atacarla apretándose el puente de la nariz con un par de dedos.

— Esta mañana llegó temprano, dejó algunos papeles listos y salió a ver a la señorita Carter, después de eso no ha aparecido — contestó mordiéndose el labio inferior.

— ¿Y no te pareció prudente... no sé... ¡avisar hace unas horas!? — su tono de voz no le había agradado a Kozlov, quien frunció el ceño.

— Me disculparás Geller, pero soy su secretaría, no su niñera — respondió tajante, volteando los ojos — Además, no es la primera vez que desaparece unas cuantas horas, pensé que estaría aquí al finalizar la tarde, como no lo ha hecho, te he llamado — La castaña la miró unos minutos que la chica aprovechó para escudriñar su rostro.

Kim era una mujer muy hermosa, alta y de cuerpo atlético. Su bronceada piel hacía que sus ojos miel resaltaran un poco más. A pesar de sus gestos severos, Nina miraba embelesada como su cabello ondulado se movía ligeramente con cada paso. «Espera... ¿Pasos?» pensó muy tarde. En cuestión de segundos la tenia justo en frente, algo aturdida, empezó a retroceder con cada paso de la castaña, hasta sentirse acorralada contra la puerta.

Geller acercó su boca a su oído, haciéndola tragar en seco — Nada de lo que pase en esta habitación desde este momento puede salir de aquí — le susurró poniéndole seguro a la puerta y aumentando los nervios de la albina.

Su cuerpo tembló ligeramente, sin embargo Kim se alejó de su frágil figura y se acercó al escritorio. Tomó un teléfono que nunca le había visto antes, de hecho parecía desechable. Marcó un número rápidamente y de memoria, todo bajo la atenta mirada de Nina. Dejó que sonara exactamente cuatro veces y colgó para volver a marcar. Esta vez el teléfono sonó una sola vez y volvió a colgarlo para repetir el proceso, pero esta última esperó a que el tono de llamada sonara dos veces antes de colgar.

La confusión se plantó en el rostro de su acompañante, pero ella no abandonó su tarea. Sostuvo el teléfono varios segundos hasta que recibió una llamada de un numero desconocido. Puso un dedo sobre su boca, indicándole que debía guardar silencio.

— Miren quién decidió aparecer, el grandioso Conejo de Pascua — la mayor respiró profundo cuando escuchó la risa de aquel hombre por el teléfono.

— No jodas, Tiburón — el hombre siguió riendo.

— ¿Tengo que esconder mis huevos? — siguió molestándola. Kim se recostó en la silla, aunque el hombre se reía el ambiente no era para nada amistoso.

— Si me sigues tocando los ovarios, probablemente — Geller le dedicó a Nina una mirada que no pudo descifrar, un escalofrío recorrió su espalda, por alguna razón se sintió en peligro — Necesito que encuentres a Kory — las risas cesaron, Tiburón guardó silencio.

— Mmm... Kory Mann, el gran Talón de Aquiles — río bajito, casi tenebroso — ¿En qué problemas se está metiendo esta vez? — preguntó retóricamente.

— ¿Puedes hacerlo o no? — retomó de nuevo el punto.

— Por un módico precio — respondió el misterioso hombre.

— Solo hazlo — no le interesaba el precio a pagar cuando se trataba de su mejor amiga.

Tiburón suspiró, se escuchó claramente como tecleaba con rapidez — Espero que esta vez no te metas en problemas con la ley — le comentó casualmente — Si quedo en medio de tus mierdas de nuevo, date por muerta — la amenaza le caló hasta los huesos.

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