Relaciones Rotas

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— Parece que ya se arreglaron — Michael miraba a su nieta caminar mientras charlaba animadamente con Hannah.

— Ayer parecían perros y gatos, y ahora míralas — Phillip se fumaba un cigarrillo apoyado en su bastón.

La azabache ayudaba a Mann a caminar, se había levantado muy adolorida a pesar de la medicación, tan solo caminar se le hacía una tarea extenuante. Aún era de madrugada, habían llegado al aeropuerto donde saldrían en un vuelo privado hasta Miami, Hannah no podía darse el lujo de seguir faltando a clases, así que tenía que estar pronto en casa.

Mike miró a Kory extrañado. Las ojeras marcaban un poco su rostro — ¿No has dormido bien? — le preguntó curioso.

— No mucho, la he pasado fatal por el dolor — por eso y algo más. La verdad es que su noche había sido terrible, entre el agujero en su pierna y su cabeza llena de recuerdos recientes, no había podido pegar el ojo ni un instante.

Los señores se apartaron dándoles privacidad para despedirse. Hannah se abrazó a su pecho, hacía un poco de frío, así que aprovecharía su estufita personal — Recuerda tomarte los analgésicos cuando llegues a casa — le dijo despacio — Y no quiero enterarme que te has ido a la oficina — le advirtió.

— Si mamá — le respondió bromeando, y acarició su cabellera.

La azabache le beso el pecho — No cierres las cortinas, deja que entre un poco de luz — le sugirió también.

Kory sonrió con algo de tristeza — Pórtate bien, Hannah — le dijo antes de soltarla.

La menor camino hacía su abuelo que la esperaba en las escaleras del avión justo a Michael — Que tengan un buen viaje, estaremos en contacto — dijo el señor Mann con dulzura.

Hannah había subido apenas un par de escalones cuando miró hacia atrás para ver a Kory caminar de regreso al auto. Se detuvo de repente y devolvió sus pasos con prisa, ante la mirada de ambos ancianos. Sus rápidos pasos sobre el asfalto alertaron a la mayor quien giró su cuerpo en el momento exacto en el que Black daba un salto y se enganchaba a su cuello. La abrazó de la cintura, aunque le dolía la pierna, no la dejaría caer. La menor acercó la boca a su oído.

— Cumplo dieciocho el próximo mes — le susurró. Puso los pies en el suelo, acariciando uno de sus brazos y dando un par de pasos en reversa con una mirada coqueta. Le guiñó un ojo, haciéndola reír entre dientes y negar con la cabeza ante la insinuación.

— Termina con tu novia y me llamas — contestó la rubia haciéndola reír.

— Otro trato exitoso para la gran Kory Mann — respondió dándose la vuelta y caminando de regreso hacía el avión.

Esta vez subió ayudando a su abuelo. La tripulación los ayudó con el equipaje y ambos tomaron asiento uno junto al otro.

— Vuelven a estar de buenas, eh — comentó Phillip con los ojos en la última revista Forbes.

La chica lo miró inocentemente de reojo — Me agrada, aunque a veces me cuesta aceptarlo — le dijo mirando sus manos un poco nerviosa, no solía tener conversaciones personales con su abuelo, siempre lo veía como una figura autoritaria y difícil de abordar.

— Hay que admitir que tiene su encanto, debe ser de su madre, porque su padre era un poco apático — la familiaridad con la que hablaba le pareció curiosa.

Inclinó un poco la cabeza — ¿Cómo fue que... — no se atrevió a terminar la pregunta.

— ... Murieron? — la chica asintió — Su avión tuvo accidente. Fue una tragedia inmensa, todo el país lloró su muerte, después de todo eran héroes de la patria — levantó su mirada cuando Hannah agachó la cabeza.

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