Guerra Fria II

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El sol se perdía en el horizonte, las sombras de las palmeras y las ligeras luces de los edificios alumbraban las calles de la hermosa Miami.

En casa de los Alarcon no se escuchaba ni un suspiro. Los pasillos desiertos iluminados únicamente por el tenue atardecer recibieron a Kate Hill con un abrumante silencio.

— Esta no es propiedad de los Black — le dijo a Fabian, quien se encargó de abrirle la puerta.

— Les irá mejor aquí, es mucho más tranquilo — sonrió amablemente, viendo como la mujer observaba su casa con asombro.

— Disculpa, casi nunca podemos conocer las casas de los ricos — detallaba las fotografías mientras caminaba por el pasillo — Eres hijo de Martin Alarcon, ¿no? — el chico asintió — una vez le pedí una entrevista por un escándalo de uno de sus compañeros... está de más decir que me mandó a la mierda.

Fabian se sonrojó — Lo siento, es un poco malhumorado — se disculpó.

— No te preocupes, en este trabajo no puedes tomarte nada personal — acomodó sus gafas, siguiendo al joven hasta que este abrió una de las puertas — Después de todo, nosotros haríamos lo que fuera por una buena nota — con una sonrisa, entró a la habitación.

Era una especie de estudio de trabajo, con una mesa redonda y alta en medio, donde la pequeña Black la esperaba.

Hannah la miró de arriba a abajo, algo nerviosa por enfrentarse a la manipuladora periodista. Sabía que cualquier cosa que dijera podría ser distorsionada, por lo que hizo un guion mental de lo que debía decir para enterrar a los Mann sin llevarse a su familia por delante.

— Kate...

— Hannah... — dejó de sonreír al ver su cuerpo magullado — te lo advertí, nena, esa mujer no tiene escrúpulos.

— No tienes que recordármelo, me veo al espejo todos los días — escupió con frialdad.

— Es una pena ver tu mirada tan llena de odio — se compadeció de la menor, tomando el asiento que, supuso, era para ella justo al frente — eres muy joven para cargar con tanta mierda.

Ella suspiró mirando hacía atrás, donde Gia las observaba en silencio. Con un asentimiento, Fabian abandonó la habitación para dejarlas a las tres a solas.

— Mejor empecemos...

La mayor asintió, sacando de su bolso, una libreta, un bolígrafo y una grabadora de mano — Debo grabar nuestra conversación, ya sabes, para librarme de problemas legales en caso de que después te retractes...

— No lo haré — dijo con confianza.

— Me agrada esa actitud — presionó el botón que encendía el aparato — Martes, 19 de junio del 2023, 5:38pm en Miami, Florida. Hannah Black, ¿cuántos años tienes? — le preguntó.

— dieciocho — empezaba a ponerse nerviosa.

— ¿Sufres de alguna discapacidad o enfermedad mental? — trató de tranquilizarla con una mirada gentil, logrando que la chica se relajara.

— No.

— Como mayor de edad responsable, ¿me autorizas a mí, Kate Hill, a grabar esta conversación la cual será utilizada con fines mediáticos? —.

— Sí.

— Bien, no te preocupes, esto es simplemente protocolo... ahora hablaremos de lo que nos trae aquí — tomó su mano sobre la mesa, transmitiéndole una extraña sensación de seguridad, después de una breve introducción, entraron en materia — Ahora, ¿te molestaría contarnos cual fue el motivo de tu reciente visita a España? —.

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