Depravado

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— ¡KORY, DESPIERTA, MALDICIÓN! — Kim entró desesperadamente al cuarto.

Ambas chicas se levantaron de golpe, asustadas por la intromisión. El sol aún no salía, eran pasadas las cuatro de la mañana. Kory tomó la sabana rápidamente, cubriendo el cuerpo desnudo de Hannah. La mirada de Kim viajó desde la figura de la pequeña Black, hasta los ojos de su mejor amiga.

— Después me explicaran esto... — dijo restándole importancia — ¡Tenemos que irnos ahora! — recalcó lanzándole a ambas las prendas que estaban en el piso.

— ¿¡Qué pasa!? — preguntó la rubia, poniéndose la ropa desenfrenadamente.

— Harumi nos mintió... Hannah por favor ya vístete — trataba de concentrarse en la situación pero el cuerpo medio desnudo de la menor distraía su mente.

— ¡Date la vuelta, entonces! — respondió la azabache avergonzada.

— ¡Explícame, coño! — en ese punto todas estaban gritando nerviosas.

— ¡La redada... es ahora! — exclamó exaltada — ¡Esa hija de puta nos mintió, va en camino a buscar a Nina con la policía! — le explicó por fin.

— ¡Maldición, que hija de perra! — Mann entró por breves segundos al vestidor, saliendo totalmente vestida y con una sudadera y un jogger para su prometida. Eso había sido excesivamente veloz — Pero... ¿cómo sabes eso? — preguntó ayudando a Hannah a vestirse.

— Eh... pues... veras... puede que yo haya interferido en la señal de su radio — la castaña empezaba a ponerse nerviosa, se dió la vuelta encontrando a Kory arrodillada frente a la pequeña Black. Rápidamente se acercó a la menor y la envolvió en un fugaz abrazo — Feliz cumpleaños, pequeña — dijo amablemente besando su cabeza.

— ¡Kimberly Charlotte Geller, ¿interferiste en la señal de un agente federal?! — preguntó Kory, quien trataba a amarrarle los cordones a los zapatos de Black — ¡Dios mio... ¿estás demente? Te van a encerrar en la galera! — terminó su tarea, y se levantó rápidamente.

Geller tomó las agujetas del otro zapato — ¡Eso es lo que menos me preocupa ahora, tenemos que seguirlos! — al terminar, las empujó a ambas hacia la salida.

— No pienso llevar a Hannah a una persecución policial — afirmó la rubia, mientras subían al ascensor.

— Puede quedarse con Diego, él está esperando en el auto — comentó hundiendo el botón para llegar al lobby.

Mann miró a la azabache indecisa — Bien, tu y yo iremos en mi auto, y Diego llevará a Hannah con Roma, de igual manera la policía llevara a Nina a la urgencia por protocolo...

— Quiero ir contigo — interrumpió la menor.

Ambas la miraron y negaron sincronizadamente — No puedes ir — Kory acarició su cabeza con gentileza.

— ¿Por qué? — preguntó frunciendo el ceño molesta. Pensar que Kory trataba de hacer lo mismo que sus hermanos y su padre la hacía rabiar. Ella no era una niña, podía enfrentar estas situaciones.

La rubia tomó su cabeza con ambas manos — Porque si te sucede algo, no me lo perdonaría nunca — dijo seriamente.

Cuando se conocieron, Hannah pensaba que nunca sería capaz de descifrar su intensa mirada. Sus ojos enigmáticos le parecieron un laberinto que solo llevaba a puertas cerradas y callejones sin salida. Pero ahí estaba ella, entendiendo perfectamente lo que Kory ocultaba bajo sus orbes mentolados: miedo.

Le aterraba la idea de ponerla en riesgo, y ella no sería quien alimentaria ese sentimiento proveniente de un trauma totalmente justificado. Asintió, besando fugazmente sus labios para seguir a Kim, mientras ella iría por su carro en el parqueadero.

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