Venganza

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Habían pasado un par de días desde que internaron al señor Mann. Roma se había encargado de que Michael se recuperara adecuadamente, recibiendo la mejor atención posible.

Kory había recuperado su estado de ánimo, pero no se separaba de su novia en ningún momento. La seguía a todos lados, incluso al baño, como si necesitara verla para mantener la cordura.

Su comportamiento no pasó desapercibido por los Black, quienes a veces la miraban con recelo. Sus hermanos insistían en que debía quedarse con ellos en el hotel, pero la menor se había negado, sabiendo que su prometida la necesitaba más que nunca.

— ¿Tienes que ir? — pataleó la rubia desde la cama, viendo como Hannah se terminaba de poner los zapatos.

— Mi amor, no puedo faltar — la mayor le dió la espalda, escondiéndose entre las sábanas. Ella se acercó, depositando un beso en su mejilla — Sabes que puedes venir si quieres...

— No quiero parecer atrevida y aparecerme sin invitación — respondió desganada.

Black levantó los hombros — yo te estoy invitando — destapó su rostro para que sus ojos se encontraran — Es un almuerzo familiar, y tú también eres mi familia — acarició sus cabellos con cuidado.

Se sentó tomando su mano — Gracias... te acompañaré la próxima vez, te lo prometo — dejó un beso en sus nudillos para cerrar su promesa.

— Bien — se puso de pie — ¿cómo me veo? — preguntó dando una vuelta completa.

Kory había hecho que David James trajera suficientes atuendos para que Hannah estuviera a gusto. Ese día había optado por un conjunto monocromático café al más elegante y puro estilo de Hermes, reemplazando las botas con tacones Saint Laurent.

— Perfecta... como siempre.

La azabache le sacó las sabanas de un tirón y se lanzó sobre ella, haciéndolas caer sobre el colchón — No me quiero ir, quiero estar pegadita a ti todo el día, ¡agh! — exclamó frustrada.

— La dependencia emocional es mala, eh — bromeó.

La pequeña Black se levantó, cruzándose de brazos y girando la cabeza hacía el otro lado con el mentón levantado. La rubia pensó que se veía hermosa incluso haciendo berrinches, se acercó despacio, sin hacer ruido, hasta que pudo atraparla entre sus brazos.

— Me sobra el aire que no comparto contigo — susurró en su oído.

Ella acarició sus antebrazos — Mi amor... vendré corriendo hasta ti cuando termine — le prometió — ¿por qué no sales de la cama, te das un baño y vamos a visitar a tu abuelo? — sugirió.

— Es domingo... ¡no quiero bañarme! — dijo haciendo un mohín.

— Primero, es lunes... segundo, tienes que bañarte todos los días — Kory se levantó de un solo salto, asustándola en el proceso — ¿¡Qué pasa!? —.

— Es lunes, tengo que ir a trabajar — respondió con fuerzas renovadas — Cuando termines, iremos a ver a Michael — sentenció con seguridad.

— Está bien... pero... ¡vístete! — exclamó dándose la vuelta.

La joven Mann la abrazó por la espalda — Me has visto desnuda muchas veces Hannah, deja de sonrojarte.

Ella negó con la cabeza — No puedo...

La mayor dejó escapar una risa fresca antes de acariciar su cabeza como si se tratara de una niña — Llámame si necesitas cualquier cosa. Agus te esta esperando abajo, se quedará contigo si lo requieres.

MANN BOXDonde viven las historias. Descúbrelo ahora