Diente por Diente

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Julia y Jane observaban su habitación desde el umbral. Fabian caminaba a paso lento con el débil cuerpo de Hannah en brazos, mientras Gia sacaba las sabanas de una de las camas para poder taparla. Los cuatro se miraron preocupados cuando habían logrado acomodarla.

— Deberíamos llamar a su padre — sugirió Julia sensatamente.

— ¡No! — contestó Gia con prontitud — Si la ve así, esto va a ser un gran problema — dijo sentándose en el borde de la ventana.

— Pues yo creo que esto amerita ser un "gran problema" Gia — soltó Fabian con fastidio, mirando fijamente el cuerpo de su amiga dormida.

— No creo que sea lo que ella quiere — comentó Jane apoyando a Stone en su posición.

Ahora eran dos contra dos. Fabian y Julia las miraron como si hubieran perdido la cabeza. ¿Es que acaso no entendían la gravedad de la situación? Ya no era algo que pudieran manejar entre ellos, no era un jodido episodio de Gossip Girl, se había salido totalmente de control.

— ¿Ustedes no entienden? Pudo haberla matado si Louis no las hubiera encontrado, ¡Y FUE UNA MALDITA CASUALIDAD! — respondió el chico perdiendo la compostura y pateando el piso.

— Ay mamita, si Kory se entera de esto... — murmuró Julia preocupada, mientras analizaba los moretones en los brazos de Black.

No entendían como habían dejado pasar esto sin notarlo, rebobinaron sus memorias recientes tratando de encontrar alguna pista que quizás dejaron pasar por alto.

Después de estar un par de horas en el baño, Hannah al fin se dispuso a salir, sus ojos hinchados se encontraban un poco apagados, y sus mejillas rojas le daban un aspecto enfermizamente adorable. Le contó a Gia lo que había pasado sin darle muchos detalles, y la castaña lavó su rostro y acomodó su maquillaje. Tomó su mano temblorosa y la llevó a la cafetería. Aunque la hora del almuerzo había terminado, las cocineras tenían cierta debilidad por la castaña debido a su gran amabilidad y excelente educación.

Las dejaron pasar a la cocina y esconderse ahí mientras miraban preocupadas el ligero tinte pálido en la piel de la azabache.

— Esto huele como a mal de amores — bromeó una señora regordeta y sonriente acariciando su cabello dulcemente. Por muy amigable que pareciera, la señora Baker era el terror de los alumnos, huían al verla levantar el cucharón y si alguno la hacía rabiar, el siguiente día se encontraban con una sopa de vegetales como menú principal — Sabes que no hacemos comidas especiales, pero como eres tú, mi pequeña, haré una excepción — le comentó mientras preparaba unas deliciosas pastas y un "té cubano especial" que había aprendido a hacer en uno de sus viajes gastronómicos por Latinoamérica.

Le sirvió un plato a cada una, y les aseguró que no había nada mejor para sanar un corazón roto como aquel brebaje. Hannah no sabía si era cierto, pero tenía que aceptar que al terminar de comer ya se sentía mucho mejor, incluso pudo bromear con las señoras de la cocina.

Una vez recargada, ambas volvieron a clase. La pequeña Black plantó su mejor sonrisa antes de entrar al salón de clase, mientras Jane las miraba a ambas extrañada. Les preguntó donde estaban un par de veces hasta que Stone le abrió los ojos molesta, haciéndole entender que no era el momento. La azabache empezaba a relajarse, aún con la incesante punzada en su pecho, parecía que todo iba a estar bien ahora que había sido sincera con Taylor.

Sin embargo para la capitana las cosas no hacían mas que empeorar, había llorado tan solo unos minutos antes de volver a clase abofeteandose mentalmente por ser tan idiota. Hannah no la quería, y en vez de estar triste, estaba enojada con eso... muy enojada. ¿Quién se creía esa niñata para jugar con su tiempo y su cariño? Maldita sea, como odiaba a los riquitillos y su costumbre de hacer lo que les da la gana con los demás. Su enojo no hizo mas que aumentar cuando la escuchó reír desde el banco de adelante con sus estupidos amigos. Emily llamó su atención con un chasquido.

MANN BOXDonde viven las historias. Descúbrelo ahora