Victoria y Derrota

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Eran casi las tres de la mañana. No quedaba nadie en pie, los padres de las novias dormitaban en las mesas. Los demás invitados se tambaleaban buscando sus pertenencias para macharse. Seguramente, Sabrina y Samantha ya estaban celebrando su primera noche de casadas entre besos y caricias.

Roma y Alexandra se habían marchado una hora atrás, cuando la médico alcanzó su límite y cayó de bruces contra el suelo de la pista. Olivia tuvo que arrastrar a Dina hasta la habitación, con los zapatos de ambas en la mano y haciendo un esfuerzo sobre humano para no dejarla caer. Quizás no era tan fuerte como pensaba, pero, para su suerte, Harumi apareció en el pasillo, cargando en brazos a Carter.

Nina y Kim decidieron darse un baño juntas. La tina era perfecta para un merecido descanso después del largo día. Geller, quién entró primero a la bañera, aún se debatía si debía aprovechar el momento para dedicarse más que solo besos.

La menor dejó caer su toalla, y ella apartó la mirada nerviosa, era la primera vez que la veía desnuda. La albina dejó escapar un risilla, no sabía que Kim podía llegar a ser tan tímida. Entró al agua despacio.

— Nunca había ido a una boda — le comentó, apoyando la espalda sobre su pecho desnudo.

El agua tibia relajó sus músculos, se sentían cómodas — ¿No? ¿Por qué? — preguntó, tratando de acomodarse para no rozar tanto su piel.

— No se si lo has notado, pero no tengo más amigas que ustedes — volvió a acortar la distancia, sintiéndose victoriosa al sentir que respiraba con dificultad.

Ahora que lo mencionaba... era cierto. Nunca la había visto salir con alguien más, a pesar de tener una buena relación con los otros empleados de la empresa.

— ¿Hay alguna razón? — olvidó su nerviosismo, más interesada en la conversación.

— Mm... no me llevaba muy bien con mis compañeros de la escuela — respondió tranquila — No podía salir a jugar con ellos bajo el sol, así que me veían como un bicho raro — rio bajito.

— No te rías... eso no está bien — hizo un mohín, frustrada con su situación — Estupidos niños.

Ella volvió a reír — realmente no importa, con el tiempo aprendí a no tomarlo personal — besó su mandíbula, notando una pequeña cicatriz en su mentón — mi papá suele decir que esta es la marca del travieso — dijo trazándola con el dedo.

— Hice un clavado en una piscina muy baja — le explicó — unos años después, me la volví a abrir cuando me caí de una bicicleta.

Nina se giró despacio, erizándole la piel — Dime, Kim, si eras tan traviesa... — besó la cicatriz, y siguió descendiendo por su cuello, robándole suspiros — ¿por qué ahora estás tan nerviosa? — su rostro se coloreó dándole un aspecto casi infantil.

Después de unos minutos de silencio, ella suspiró profundo y la tomó de los hombros para poder verla a la cara — Es por ti — Kozlov prestó suma atención — es la primera vez en mi vida que me importa lo que una mujer pueda llegar a pensar o a sentir. No quiero arruinarlo — dijo seriamente.

— Kimberly... te preocupas demasiado — deslizó sus manos por su pecho gentilmente — incluso si las cosas después no salen como esperábamos, deberíamos aprovechar el presente — ladeo la cabeza rogándole con la mirada por un beso.

La castaña parpadeó un par de veces — Ven aquí — arrastró su cuerpo hasta que sus pechos chocaron, haciéndola ahogar un gemido.

— Kory me dijo que eras una mujer que sabía lo que hacía — la sintió reír entre dientes sobre la piel de su hombro — No la harás quedar mal, ¿cierto? — le encantaba esa sonrisa atrevida que la incitaba a portarse mal.

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