Kassandra bajó las escaleras, restregando sus adormilados ojos. Había dormido como un bebé, tan profundamente que no notó cuando Hannah se levantó de la cama.
Recorrió la pequeña casa con la mirada. No estaba en la sala ni en el comedor, pero el ruido en la cocina atrajo su atención.
La menor asomó la cabeza al escuchar sus pasos — Oh, ya despertaste, ¿te gustaría un poco de café? — le preguntó con una sonrisa.
Amarelo seguía sin creérselo. Su hija, su más preciado tesoro, estaba justo frente a ella, preparando el desayuno como si fueran una familia feliz... Era surrealista. Se pellizcó a si misma, esperando despertar en medio de la noche en aquella fría cama, pero todo permaneció intacto.
— ¿Esta todo bien? — volvió a asomarse al no tener una respuesta.
La mayor reaccionó sacudiendo la cabeza — Sí, mi cielo, me encantaría una taza de café — se sentó sobre la isla, sorprendiendo a la pequeña Black.
— Es una mala costumbre, lo sé — tomó la taza caliente, dándole un sorbo cuidadoso — Mm, tú papá odiaba que me sentara sobre la encimera — le comentó riendo.
— Bueno... no creo que tenga esos problemas con Susan — comentó dando un brinco para sentarse a su lado.
Kassandra casi escupe el café de la impresión — ¿¡Susan volvió con Thomas!? — tosió, su garganta se irritó con el calor de la bebida.
La menor golpeó su espalda con delicadeza — Sí, tienen varios meses juntos.
Ella respiró profundo, recuperando la compostura — Realmente me alegra... Susan es una buena mujer y siempre estuvo perdidamente enamorada de tu padre.
— Me trata bastante bien, y papá se ve feliz — se encogió de hombros — Además, se deshizo de esos horribles cojines color terracota en la sala central.
Su madre soltó una carcajada — Ugh, odiaba esos muebles, no puedo creer que los conservara tanto tiempo — giró los ojos, haciendo aquel gesto tan característico de su hija — ¿Donde está, Kory? — dijo curiosa.
— Salió a trotar — miró el reloj en la pared — Aún le quedan unos minutos.
— Los militares son tan estrictos... recuerdo que Annie tenía horarios hasta para ir al baño, y Kurt hacía ejercicio tres veces al día.
— Ahora se de donde salió esta maniática... aquel día se molestó conmigo porque cambié de lugar su cepillo de dientes — le contó riendo.
— Bueno, al menos hace ejercicio, yo siempre fui mala para los gimnasios, y de los deportes, ni hablar — era increíblemente cómodo hablar con Hannah, le gustaba contarle de su vida y quería escucharla hablar de la suya — ¿A ti te gustan? — le preguntó.
— Soy porrista, hago gimnasia y me gusta mucho el baile, pero los deportes de contacto no son lo mío — respondió haciendo mala cara.
— Me parece que te mantienes en forma...
— Con todo el cardio que hacemos en la... — se cubrió la boca al caer en cuenta de con quien estaba hablando.
Kassandra levantó ambas cejas, mirándola sorprendida. Como caída del suelo, Kory entró por la puerta trasera, dejando los zapatos sucios en el suelo.
El sudor empapaba su camisilla gris, esculpiendo su fuerte cuerpo. Los shorts negros se enrollaban sobre sus piernas dejando poco a la imaginación. Su cabello recogido en una coleta alta y desordenada, y su expresión sedienta y cansada, completaban la imagen de una diosa.
— ¿Todo bien? — se sentía observada.
— Sí... Hannah me contaba que suelen "ejercitarse" con frecuencia.
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MANN BOX
RomanceUna joven y exitosa empresaria se ve obligada a tener una relación con una estudiante de secundaria para no perderlo todo. Dos familias que comparten un pasado, muchos secretos que saldrán a la luz, mientras dos mujeres intentan sobrevivir en un mun...