Primer y Segundo Flanco

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Dina siempre se había considerado una persona sincera. A pesar de sus deslices mentales, eran contadas las ocasiones en que había faltado a la verdad. Las pocas veces que había mentido en su vida, las había pagado tarde o temprano, por lo que evitaba llenarse la boca de falsedad.

Las palabras de su abuelo se repetían constantemente en su cabeza: Un Carter que miente es un hombre sin apellido... Esa era la razón por la que ahora se mordía las uñas nerviosas.

— No tengo apellido — murmuró.

Lauren la miró como si estuviera loca — ¿De qué demonios hablas ahora? — preguntó poniéndose el cinturón.

— Le mentí a Kory... ¡mi abuelo debe estar retorciéndose en su tumba! — se acostó dramáticamente a lo largo del asiento trasero.

La azabache se dirigió a Watson, quien miraba hacía atrás con una risa entre los dientes — Recuérdame por que decidiste ser su novia.

— No somos novias aún, pero... es divertida — respondió riendo.

— ¡Oliii, esto es serio! — dijo pataleando sobre los asientos de cuero del Mercedes Benz.

— Dina, si vuelves a poner tus horribles pies sobre la tapicería, te vas caminando — le advirtió la dueña enojada.

— Se que es serio amor, discúlpate cuando hayamos terminado — se puso su propio cinturón antes de que al auto se pusiera en marcha.

El jefe de Tucci había encontrado a una persona que podría explicarles que estaba pasando con todo el asunto de Trevor, no mencionó su nombre pero hizo mucho énfasis en que se manejara con suma discreción

Tenían que ser cuidadosas, pues Harumi y la policía aún no encontraban a Benson después de su huida. Si el hombre era listo, ya habría contactado a Kent, y este tendría que tratar de esconder la mayor información posible para entorpecer el caso. El tiempo estaba en su contra, tenían que reunirse pronto.

Mientras ellas seguían discutiendo en el auto, Harumi se dirigía al otro lado de la ciudad. Bufó al pensar en cómo había terminado involucrada en un caso fuera de su zona de acción. Su compañero de oficio le sonrió desde el asiento del piloto, ambos lucían cansados, y con mucha razón, pues habían pasado la noche recorriendo las calles de Miami.

Tanaka miró el retrovisor por quinta vez en los últimos diez minutos, un lujoso auto blanco los seguía, pero ella sabía perfectamente a quien le pertenecía.

Empezaron a atravesar barrios con poca seguridad después de recibir una llamada de un testigo. Los habitantes los observaban con atención, disgustados de ver policías transitar sus calles.

Pronto llegaron a un edificio envejeciendo por los años, en muy mal estado, con la apariencia de estar deshabitado hace mucho. Bill, el agente que la acompañaba, confirmó la ubicación de Trevor junto a un hombre en el estacionamiento.

— Espera aquí — pidió la japonesa bajando del auto. Se acercó al Bentley tras ellos, tocando la ventana, la cual bajó al cabo de unos segundos — ¿qué haces aquí, Ashton? — preguntó pacientemente.

El hombre de cabellos castaños y sonrisa amable se aflojó la corbata, mirando a su acompañante — Harumi, tanto tiempo — saludó con efusividad — ¿conoces a Thomas Black? —.

— Conozco a su hija... oh, ya entiendo — dedujo que ambos padres estarían buscando exactamente lo mismo que ella, y no los culpaba.

— Mucho gusto — Thomas inclinó la cabeza, acomodando sus lentes de sol.

— Debería decirles que se marchen, pero se que no lo harán, así que haremos un trato... veamos quien lo atrapa primero — dijo riendo, estrechando la mano de los dos hombres antes de marcharse.

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