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― Pero... no, mamá... está bien, no se va a morir... solo vuelve por el rápido. ― Min Yoongi hablaba con su madre por teléfono. Aquella mujer que vivía en las lejanías de Seúl había dejado su gato a los cuidados de Min Yoongi, ya que se iría de la ciudad y no tenía quién cuidase de su bebé, y que mejor que ir de paso a Daegu para darle una responsabilidad más a su hijo. Apenas y lo había saludado cuando dejó una maleta llena de cosas para el cuidado de su felino en la sala de Yoongi.

Llevaba casi una semana cuidando del ceniciento gato. Sorprendentemente, se había divertido con este, exceptuando los muebles arañados y la limpieza de la caja de arena, cuidar del pequeño "Bombón"  no le había parecido una tortura.    

Cuando Hoseok pasaba a la casa de Yoongi y dormía con este, solo entonces, el gato se convertía en un estorbo, ya que se acostaba en el centro de la cama, impidiendo que Yoongi abrazara a Hoseok al dormir, y no importaba cuantas veces intentara bajarlo, el gato saltaba sobre su estomago y se hacia del centro de la cama una vez más. Hoseok solo reía y colocaba una de sus manos sobre la cadera de Yoongi para dormir.

Lastimosamente casi era la fecha en la que su madre volvería por el felino y este no se encontraba precisamente bien. Desde la mañana había ignorado su plato de comida y se escondía bajo la cama de Yoongi. Cuando volvió de la universidad, se vio en la necesidad de arrastrarse bajo su propia cama y cargarlo para llevarlo a casa de  Hoseok.

Mientras caminaba por la calle la cola del gato colgaba sin ánimos desde sus brazos. Atravesó el patio que ya bien concia y unos ladridos le recibieron, el pequeño Pomerania de Hoseok lo saludaba emocionado saltando alrededor de sus pies. Tocó al timbre y su pequeño Bambi le recibió con ojos cansados.

Una vez dentro de la casa, el perro corrió directamente hacia el patio que conectaba frente a la sala, Hoseok le hizo un chequeo al gato en busca de lo que estaba mal, pero no encontró nada.

― ¿Ha vomitado? ― Yoongi negó. Cada síntoma por el que Hoseok preguntaba iba tras un "no" de Yoongi. Hoseok solo pudo llegar a un conclusión.

― ¿Es muy apegado a tu mamá? ― Preguntó acariciando suavemente el pelaje de este.

― Creo que lo ama más que a mi, cuando se fue no dejaba de maullar  ― Hoseok frunció los labios.

― Es posible que la extrañe y tenga ansiedad por separación... ― Su ceño era triste. ― Pero no soy psicólogo animal, así que no puedo darte un diagnostico real... 

 La mirada curiosa de Yoongi se clavó sobre Hoseok sin querer. Ambos se sentaron en el suelo para acariciar al gato que después de un rato parecía animarse. 

...


Hoseok tenía una jeringa con un líquido morado dentro de ella. Yoongi sostenía la cabeza del gato firme pero suavemente mientras que con uno de sus dedos subía sus labios para que la jeringa encajara bien entre sus dientes y Hoseok pudiera introducir el liquido poco a poco en su boca para que lo tragara.

― Ten cuidado, podría empezar a babear ― Y dicho eso, terminó de empujar el émbolo hasta el fondo de la jeringa. Yoongi se separó del felino, limpiando la boca de este con una toalla, pero no podía limpiar sus manos aún, no sin antes molestar un poco a Hoseok.

Estiró sus dedos llenos de saliva hacia el menor, fingiendo que lo iba a tocar. ― ¡Yoongi, no! ― Hoseok se levantó y corrió hacia la cocina, siendo perseguido por el mayor.

― ¿Qué tiene? ¡Tu ves esto todos los días! ― Yoongi lo acorraló contra el mesón.

― ¡Claro que no!, No le doy solución hidratante a los gatos de mis amigos todos los días ― Y como estaba acorralado, no tuvo más opción que cerrar los ojos con terror al ver que la mano de Yoongi se acercaba cada vez más.            

Pero no sintió nada, no por unos segundos, hasta que unos abultados labios se posaron sobre una de sus mejillas y sintió que el cuerpo de Yoongi se apoyaba sobre el suyo.

― Te lo debía ― Le guiñó el ojo al menor en cuanto abrió los ojos. A Hoseok casi se le sale el corazón.

...

El último día de la semana, alguien tocó muy temprano a la puerta de Yoongi. 

Yoongi tuvo que quitar suavemente la mano que descansaba en su cintura y al darse la vuelta en la cama, casi cae, pues toda la semana había estado durmiendo en el borde de esta. 

Los toques no cesaron hasta que abrió la puerta y encontró a una mujer de cabello tan negro como el suyo tras esta.

― Yoongi. ― Fue lo primero que dijo esta en cuanto le vio la cara. 

― Mamá. ― Habló algo ronco. Sus labios estaban un poco hinchados y formaban un puchero.

― Sigues estudiando. ― Parecía una pregunta, pero su dura voz lo hacía ver más como una orden.

― Como desde hace dos años ― Bostezó y la invitó a pasar, pero ella se había negado, dejándolo para otra ocasión. Tomó la maleta con las cosas de Bombón para dejarla al lado de las suyas y cuando Yoongi fue por el gato para meterlo en su jaula, la mujer asomó la cabeza hacia la no muy lejana habitación, encontrándose con el pelirrojo cuyo cabello poco a poco se iba volviendo cobrizo durmiendo en la cama de Yoongi, abrazando la almohada de este.

Yoongi, sin vergüenza alguna, tomó a la gata de la cama y salió de la habitación con esta en brazos, cerrando nuevamente la puerta.

― No me habías contado que ya tenías...― Tosió para llamar su atención.

― No ― Negó incluso antes de que terminara su pregunta mientras hacía entrar a la jaula al adormilado animal. Finalmente, la mujer se despidió de Yoongi dándole algo de dinero y diciéndole que continuara estudiando. 

Era una relación fría.










Winter RoseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora