Epílogo.

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Min Yoongi no era de tener muchos amigos, nunca lo fue. A sus dieciséis años había tenido cortas relaciones amorosas, un par de chicos y una chica en toda su adolescencia, para ser específicos. Lo único que hacía era ir detrás del edificio de la escuela a fumar con él o ella. 

No estaba seguro de sentir algo por ellos, no era culpa de ellos, era suya, eso era de lo único que estaba seguro su yo de dieciséis. 

Incluso cuando estaba en el penúltimo año, su "novio" de entonces trató de besarle por primera vez, sin permiso, Min Yoongi lo atacó quemando la mano de este con la punta de su cigarrillo, no a propósito, claro, pero creía haber dejado en claro que no quería nada de eso con él. Aquella relación había terminado ese día, con aquél joven preguntándole a Yoongi, inverso en su ira "¿Para qué carajo quieres un novio si no lo vas a besar?, jodete Min, eres un raro". Yoongi no sintió nada. Ni siquiera cuando supo que para ese chico solo lo había utilizado sin éxito alguno.

Ni en su último año, cuando por fin uno de esos chicos le besó por primera vez, acorralándolo en uno de los pasillos entre edificios de su escuela. Sus piernas temblaban y estaba visiblemente sorprendido, pero su estómago no había dado señal alguna de las tan famosas mariposas, tampoco su pecho o su entrepierna, nada. Desde entonces, Min Yoongi se había creído incapaz de sentir amor. Claro, dejó que lo besaran porque deseaba probar algo de aquello, aunque sea una vez en su vida, sentir algo. Por alguien más pero no pasó. 

Nunca sintió la ausencia de su padre, aunque sospechaba que en parte era su culpa el que no pudiera sentir más amor que por su abuelo y tal vez, por el piano. Amaba a Jeon Jungkook, pero no más allá de un amor familiar, especialmente porque prácticamente se había criado con él. Pero era un amor enorme.

A dónde iba lo catalogaban de "incorrecto" por cómo se veía, Yoongi no se preocupaba por eso. Estudiaba lo que quería, a veces pensaba en su futuro, a veces no. Hacía lo que sentía, no lo que le ordenaban. Por eso se alejó de su madre cuando su abuelo falleció, por eso vivía solo en Daegu, por eso prefería fumar a volver a enamorarse de alguien como lo hizo de su abuelo, de Jeon Jungkook o del piano. Por eso tenía ataques de pánico.  

Su abuelo le había visto crecer, le había enseñado a tocar el piano desde que era muy pequeño. Ni siquiera su madre había estado para él. Su abuelo, junto con Jeon Jungkook habían sido las únicas personas a las que Yoongi podía decir que genuinamente amaba. 

Eso cambió el día que, a sus veintiún años, un chico con el cabello desordenado y lágrimas secas sobre sus mejillas entró a la tienda en dónde ahora trabajaba para pagar sus estudios.

Jung Hoseok. Había vivido toda su vida con su madre, su padre se había vuelto a casar y se había mudado a Seúl para formar una nueva familia, él, por otro lado, se sintió abandonado y herido. Sentía que se había ido lo más lejos posible gracias a él.

 Hoseok se juró a sí mismo proteger a su madre costara lo que le costara, pero la vida tenía otros planes para él. Por eso sintió que su mundo se derrumbaba una vez más cuando los vidrios de auto volaron por el aire mientras rasgaban su piel en el proceso.

Hoseok había vivido toda su vida junto a Kim Taehyung, era su hermano menor por leyes no escritas. Siempre se había sentido en la necesidad de protegerlo. Por eso fue el segundo golpe más grande de su vida ver a Kim Taehyung en una cama de hospital, padeciendo de Burnout durante su apenas floreciente adolescencia se sintió culpable de haberse distanciado de este, por eso, aún con su enorme corazón, Jung Hoseok decidió que debía proteger a las personas que amaba costara lo que le costara. 

Winter RoseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora