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Gemma


Me senté en un banco intentando ocupar el mínimo espacio. La vergüenza en mí estaba creciendo a unos grandes niveles. La caída ha sido lo menos importante de todo este problema. Después de que la tela fue retirada de mi vista, unas personas estaban redondeando mi cuerpo.

No esperaba ver a este grupo de gente hasta al menos en dos días, pero el destino me llevó hasta este punto donde toda su atención estaba puesta en mí. Lo de "toda" no es cien por ciento cierto. Cada uno está distribuido por la Henalu: uno de los chicos apoyándose de espaldas donde la escalera que lleva hasta el segundo piso y las otras tres chicas sentándose en sitios diversos.

Se notaba la tensión, pero no tanta cómo cuando me pillaron tirada en el suelo.

La primera persona en ver tras adaptarme a la luz brillante que me cegaba la vista, fue Miley. Me dediqué a observarla. Su pelo seguía de la misma largura que cuando me fui. Evitaba tener el pelo largo, le agobia. Su piel sigue igual de blanca, ella es más de quemarse que broncearse. Siempre debía estar con una crema solar a mano cuando salimos a jugar de pequeñas y una chaqueta encima porque si no sus hombros se convierten en el nuevo Sahara.

Al apartar la mirada de la pelinegra, Cameron me dedicó una mirada desagradable. Presiento que me tiene resentimiento. Entendible, aunque en el fondo me arde; Él es el único que ya es considerado mayor de edad. No hace falta saber su edad porque sus músculos se han hecho más notables desde la última vez que lo vi. Su pelo rubio hace casi imposible observar el color de los ojos, se lo ha dejado crecer. Seguro que tiene a muchas detrás de él.

La siguiente es Estefanía, que su piel negra la hace destacar entre toda la gente. La combinación de ojos azules con su pelo afro me da recuerdos de cuando salió entre las diez personas más hermosas del mundo en una página web. ¿Cómo fue posible? Ella se dedica al modelaje, ya que su metro ochenta le ha dado puntos extras para entrar a la industria del modelaje.

Estas descripciones llegan a su fin con la más joven del grupo: Ariana. Con tan solo trece años ha recibido reconocimientos internacionales en su categoría. Sus pecas decoran toda su cara, me recuerda a la chica de una serie que vi. Parece que unas mechas moradas se encontraban en su liso pelo negro. Cuánto ha crecido.

Traté de sonreír esperando que esto solo fuera una pesadilla. Cerré los ojos en busca de esperanza. Esperando que me hallase dormido en el autobús y que solo fuese un sueño.

Esa esperanza no llegó hacia mí.

Tenía que enfrentar la realidad. Me negaba.

—¿Qué haces aquí?— cuestionó Cam

El asco era notario en su voz. Sus ojos apenas se posaban en mí.

—Yo... Mm estoy aquí— me rasqué la nuca haciendo una mueca

—¿En serio?, creía que estabas en Australia— me percaté que se detuvo cuando casi lo soltó con un tono de burla, después elevó una ceja para disimular

Miley le pegó en un costado mientras se aclaraba la garganta.

—Lo que quiere decir es, ¿cuándo has llegado a South Beach?— curiosea

No me dio tiempo a explicar por qué dos de las cuatro se han ido sin despedirse. No me toleran. Miley me ayudó a levantarme, sin mirarme, y cogió del brazo a la pequeña dirigiéndose hacia dentro.

¿Señal de quedarme quieta o debía seguirla...?

Mientras pensaba, un carraspeo me indicó que la segunda opción era la correcta. Me sacudí el pantalón para que nadie se fijara en mi trasero lleno de tierra. No queremos eso. La atención debería ser a mi preciosa cara. Mentira.

La Ola sin RumboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora